Dos repúblicas descabezadas

El uzbeko Rafik Nishanov, de 63 años, y el ruso Guenadi KoIbin, de 62, han sido hasta hace pocos días los máximos dirigentes comunistas de Uzbekistán y de Kazakistán, los últimos focos de agitación étnica y social en el Asia central soviética. Ambos acaban de dejar descabezadas sus repúblicas en un momento conflictivo, pues ambos pasan a formar parte de los órganos centrales surgidos del Congreso de los Diputados de la URSS.

Guenadi Kolbin, uno de los componentes del lobby de Sverlovsk, fue confirmado por el Congreso como presidente del Comité de Control Popular de la URSS, y...

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El uzbeko Rafik Nishanov, de 63 años, y el ruso Guenadi KoIbin, de 62, han sido hasta hace pocos días los máximos dirigentes comunistas de Uzbekistán y de Kazakistán, los últimos focos de agitación étnica y social en el Asia central soviética. Ambos acaban de dejar descabezadas sus repúblicas en un momento conflictivo, pues ambos pasan a formar parte de los órganos centrales surgidos del Congreso de los Diputados de la URSS.

Guenadi Kolbin, uno de los componentes del lobby de Sverlovsk, fue confirmado por el Congreso como presidente del Comité de Control Popular de la URSS, y Nishanov, como presidente del Soviet de las Nacionalidades. KoIbin tiene fama de duro y pertenece al sector del partido que pone el acento en la disciplina. Para restablecerla fue enviado precisamente a Kazakistán en diciembre de 1986. Su nombramiento como sucesor del kazajo Dinmujamed Kunaev propició los primeros disturbios de envergadura conocidos de la época de Gorbachov. Los altercados, en los que participaron universitarios kazajos, se saldaron con dos muertos y más de dos centenares de heridos.

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Nishanov llegó al poder en Uzbekistán en enero de 1988 para sustituir al sucesor de Rashidov, el amigo de Leónidas Breznev considerado hoy uno de los grandes padrinos de la corrupción en aquella época.

Nishanov ha marcado las distancias con Rashidov haciendo aparecer su larga carrera en el servicio diplomático como un resultado del enfrentamiento con aquel dirigente. Su actuación en el Soviet de las Nacionalidades impresionó negativamente a sectores democráticos del Congreso.

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