Lima, cercada por un sendero de sombras

La guerrilla maoísta acosa la capital peruana en su estrategia de llevar la guerra del campo a la ciudad

Lima, la capital peruana con seis millones de habitantes, se convierte cada año en una ciudad acosada por la guerrilla al acercarse el aniversario del nacimiento de Sendero Luminoso. Este año, el noveno, la voladura de 12 torres de alta tensión no supuso un apagón inmediato, pero obligó a las autoridades a racionar la energía eléctrica en una ciudad apetecida como una joya por los sediciosos.Al cabo de nueve años de violencia política, con casi 15.000 muertos y 10.000 millones de dólares de pérdidas, los senderistas han completado su primera gran etapa, la defensiva estratégica, bajo el...

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Lima, la capital peruana con seis millones de habitantes, se convierte cada año en una ciudad acosada por la guerrilla al acercarse el aniversario del nacimiento de Sendero Luminoso. Este año, el noveno, la voladura de 12 torres de alta tensión no supuso un apagón inmediato, pero obligó a las autoridades a racionar la energía eléctrica en una ciudad apetecida como una joya por los sediciosos.Al cabo de nueve años de violencia política, con casi 15.000 muertos y 10.000 millones de dólares de pérdidas, los senderistas han completado su primera gran etapa, la defensiva estratégica, bajo el lema: "Cercar las ciudades desde el campo". En diciembre decidieron entrar en la segunda etapa, la de equilibrio estratégico, en la cual organizaciones urbanas doctrinariamente senderistas harán realidad otro lema: "Centro de la guerra, del campo a la ciudad".

Artefactos de dinamita de por lo menos cinco cartuchos cada uno derrumbaron la pasada semana en los Andes peruanos 12 torres de alta tensión mientras que pasquines profusamente difundidos aquí y allá, al igual que el reguero incontenible del rumor, conseguían paralizar por tres días consecutivos tres departamentos de la zona central del país: Junín, Cerro de Pasco y Huánoco. Carreteras provinciales y los centros urbanos -en especial las capitales de Junín, Huancayo y Huánoco- fueron los ejes de esta ofensiva que busca cortar el acceso vial y de productos a una Lima que ha sufrido por casi una década el asedio cada vez más fuerte. Desde hace poco más de un año se ha añadido a esta estrategia de llevar la guerra del campo a la ciudad una receta de eficaz penetración psicológica: el paro annado. Esta acción consiste en la paralización de una población bajo amenaza de muerte para quienes no lo acaten. La muerte, en boca de los senderistas, no es una retórica, como lo acaba de comprobar esta semana el asesinato de 64 campesinos acusados de pertenecer a grupos de autodefensa comunal.

Según el general retirado Edgardo Mercado Jarrín, ex ministro de Exteriores de Juan Velasco Alvarado y especialista en política antisubversiva, Sendero Luminoso ha decidido controlar el valle del Mantaro, "para colocarse en condiciones de dominar las comunicaciones hacia Líma". "Se trata de la zona más importante porque constituye la despensa de Lima; la zona de abastecimiento de agua y energía", afirma Mercado Jarrín. "Quien domine la cordillera central domina el corazón terrestre, y quien domina el corazón terrestre domina al Perú", sentencia.

Control de alimentos

Una de las fases de la guerra senderista contra la capital peruana se dirige a su desabastecimiento alimentario mediante el bloqueo sistemático de carreteras -de las que la central es la arteria principal- y amenazas a transportadores y agricultores de los valles de la cordillera central. Lima consume cerca del 50% de la producción nacional y su abastecimiento depende de¡ departamento de Junín, lugar prioritario para Sendero con el fin de cercar a Lirna desde el campo.Hace unos meses el semanario centrista limeño Careta aseguraba que las autoridades saben que existe un proceso de cerco y asfixia a Lima con grupos ya prestos a "un golpe de mano" final sobre vías hacia esta capital como Cañete, Ñaña, Huayricán y Huaral.

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Los asesinatos selectivos y masivos, las emboscadas a patrullas militares y policiales, el descarrilamiento de trenes que traen minerales, los apagones, los incendios y ataques contra centros agropecuarios, el asesinato de cooperantes extranjeros, todo converge en la guerra declarada por Sendero para mantener una de sus líneas estratégicas más importantes: el cerco a Lima.

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