La tumba de María Toribia

Vecinos de Torrelaguna intentan recuperar el templo de santa María de la Cabeza, esposa de san Isidro

Isidro Merlo Quintana, conocido como el Labrador, aunque era pocero de profesión, se casó en Torrelaguna con María Toribia hace ahora nueve siglos. En rigor, fue un matrimonio santo: san Isidro, él; santa María de la Cabeza, ella. Durante 400 años el cuerpo de María permaneció enterrado en la ermita de la devoción del matrimonio, la de Nuestra Señora de la Piedad, en Torrelaguna. Este templo semiderruido, en cuyas proximidades se celebra una romería popular, fue comprado a la Iglesia en 1976 por un particular que impide el paso a la ermita.

Un grupo de personas pretende recuperar la igl...

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Isidro Merlo Quintana, conocido como el Labrador, aunque era pocero de profesión, se casó en Torrelaguna con María Toribia hace ahora nueve siglos. En rigor, fue un matrimonio santo: san Isidro, él; santa María de la Cabeza, ella. Durante 400 años el cuerpo de María permaneció enterrado en la ermita de la devoción del matrimonio, la de Nuestra Señora de la Piedad, en Torrelaguna. Este templo semiderruido, en cuyas proximidades se celebra una romería popular, fue comprado a la Iglesia en 1976 por un particular que impide el paso a la ermita.

Un grupo de personas pretende recuperar la iglesia para el culto valiéndose de una cláusula del contrato de compraventa: si se rehabilita antes de 199 1, el templo podrá ser recuperado para el culto popular. La Comunidad de Madrid parece dispuesta a financiar el remozado del edificio. La ermita extramuros de santa María de la Cabeza, también llamada Nuestra Señora de la Piedad y Ribera de Milagro, es propiedad de Manuel Olivar Despujol, quien en 1976 la adquirió mediante compra privada a la parroquia de Torrelaguna por 70.000 pesetas. Sólo hay una forma de recuperar el templo: aplicar las cláusulas III y IV del contrato de compraventa. Es decir, iniciar las obras de recuperación antes de 1991.

De esta forma, la propiedad del templo, situado muy próximo al río Jarama, pasaría a manos del arzobispado de Madrid-Alcalá y se concedería el derecho a una servidumbre de paso por el camino de las Lomillas para acceder a la misma. Así, la romería que se celebra desde los siglos XI y XII y que hasta la guerra civil se celebraba junto a la ermita de 249 metros cuadrados, podría recuperar su escenario tradicional. El denominado Grupo de Amigos de Torrelaguna, que agrupa a 150 personas, está dispuesto a conseguirlo. Si no se hace así, según el contrato, el que fue se pulcro de María Toribia, vecina del barrio de Caraquicejo, pasará a ser propiedad particular de pleno derecho a partir de 1991.

Problemas: la Iglesia no parece dispuesta a ello, a pesar de que el cardenal Ángel Suquía haya asegurado que “Dios quiera que podamos conseguirlo”. Sin embargo, los escritos envía dos por el grupo de amigos al vicario general de la curia, Manuel González Cano, no han recibido respuesta. “La Iglesia no parece tener fondos para recuperar la ermita”, dice Luis Miguel Cid Vera, representante de los amigos de Torrelaguna, localidad de unos 2.600 habitantes, situada al norte de la Comunidad.

Facilidades: la Comunidad está dispuesta a financiar las obras de rehabilitación, según un escrito del Patronato Madrileño de Áreas de Montaña siempre que se aclare la situación jurídica de la propiedad" La Dirección de Cultura de la Comunidad apoya "cualquier iniciativa" para recuperar el edificio. En la Asamblea se ha llegado a plantear la posibilidad de "conceder una subvención al arzobispado".

Pero por ahora no hay nada. No hay noticias de que se hayan iniciado contactos entre la Iglesia y la Comunidad. El tiempo sigue corriendo y el templo que, visitado por los Reyes Católicos, fue santuario visigodo, templario, cisterciense y franciscano, se cae poco a poco.

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Estudios económicos

Luis Miguel Cid tiene en su poder tres estudios económicos (de 55,63 y 97 millones de pesetas respectivamente) para la rehabilitación de la ermita en la que estuvo enterrada santa María de la Cabeza hasta que Felipe III decidió trasladarla, para su canonización, a Madrid, junto a los restos de san Isidro. Cuando esto se produjo, en el siglo XVI, los habitantes de Torrelaguna montaron en cólera y se produjeron graves altercados. “Sólo hace falta que la Iglesia se decida, la Comunidad la apoye, y ya está todo hecho”, apunta Cid.

En toda esta historia hay algo más. El Ayuntamiento de Torrelaguna considera que en la venta de la iglesia se lesionaron sus intereses, considera que se ha cometido "abuso y atropello". Según los archivos históricos de Madrid, la ermita era bien nacional desde 1855, cedida en usufructo a los vecinos de Torrelaguna.

Por ello, considera que el contrato de compraventa puede no tener valor, ya que estima que en el momento de la venta la ermita no pertenecía al arzobispado. Lo difícil de los antiguos textos de propiedad complica aún más esta historia.

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