Ambiguo compromiso en la OTAN sobre modernización de misiles de corto alcance

La cumbre de los líderes de la Alianza Atlántica, convocada en la capital belga para finales de mayo, no corre ya el riesgo de ser enturbiada por la polémica modernización de los misiles nucleares de corto alcance (SNF), sobre la que los aliados alcanzaron un ambiguo acuerdo de principio el miércoles pasado, según se supo este fin de semana.

El Grupo de Alto Nivel (High Level Grotip) de la OTAN llegó al compromiso, según reveló una agencia de prensa y confirmaron fuentes diplomáticas, de poner a punto un nuevo misil nuclear con un alcance inferior a los 500 kilómetros que sustituya al a...

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La cumbre de los líderes de la Alianza Atlántica, convocada en la capital belga para finales de mayo, no corre ya el riesgo de ser enturbiada por la polémica modernización de los misiles nucleares de corto alcance (SNF), sobre la que los aliados alcanzaron un ambiguo acuerdo de principio el miércoles pasado, según se supo este fin de semana.

El Grupo de Alto Nivel (High Level Grotip) de la OTAN llegó al compromiso, según reveló una agencia de prensa y confirmaron fuentes diplomáticas, de poner a punto un nuevo misil nuclear con un alcance inferior a los 500 kilómetros que sustituya al actual Lance, pero una decisión sobre su eventual despliegue en Europa queda aplazada hasta 1991.El compromiso, desmentido ayer sin mucha convicción por el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania (RFA), deberá ser ratificado por el Grupo de Planes Nucleares de la OTAN, integrado por los ministros de Defensa y que se reunirá en Bruselas el 19 y el 20 de abril. Los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza acudirán también a la capital belga el 29 y el 30 de mayo para, con motivo del 40º aniversario de la OTAN, adoptar "un concepto global de desarme y de control de armamentos" en el que quedará enmarcada la modernización nuclear.

El ambiguo acuerdo del miércoles pone fin a meses de discusiones entre EE UU y el Reino Unido, por un lado, que deseaban llevar a cabo cuanto antes la modernización de un misil que resultará obsoleto a mediados de la próxima década, y Alemania Occidental, por otro lado, cuyo canciller, Helmut Kohl, se pronunció claramente en febrero, con motivo de la visita a Bonn del secretario de Estado norteamericano, James Baker, contra la adopción de una rápida decisión sobre esta delicada cuestión.

Baker deseaba obtener la luz verde de la OTAN para alentar al Congreso norteamericano a aprobar los fondos necesarios para financiar un programa de investigación y desarrollo del nuevo misil, que será probablemente una versión nuclear del actual lanzador MLRS, más preciso que el Lance y con un alcance de 480 kilómetros, es decir, cuatro veces superior al de su predecesor.

Dificultades de Kohl

Kohl, cuyo partido democristiano acumula las derrotas en las elecciones locales, insistía en aplazar la decisión hasta después de los comicios generales de diciembre de 1990 para evitar que enturbie la campaña electoral, en la que sus rivales socialdemócratas y verdes le acusarán sin duda una vez más de estar dispuesto a aceptar el despliegue de un misil que en caso de guerra sería casi exclusivamente empleado en territorio alemán.Conscientes de las dificultades internas que padece Kohl con el ala liberal de su Gobierno de coalición o preocupados por una eventual victoria electoral de sus adversarios verdes y socialdemócratas, la mayoría de los aliados de la OTAN, incluido Baker, han sido sensibles a los argumentos del canciller y han acabado aceptando demorar la toma de una decisión sobre el despliegue del nuevo misil, en cuya fabricación el Pentágono está ya, sin embargo, trabajando.

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El último en dar la razón a Kohl fue el primer ministro griego, Andreas Papandreu, que tomó la palabra en un mitin pacifista, pero con anterioridad se habían expresado en el mismo sentido la Cámara baja del Parlamento holandés y el ministro belga de Defensa, Guy Coeme, y hasta el presidente francés, François Mitterrand, hizo hincapié al final de su encuentro de febrero con Margaret Thatcher en que no había que poner en aprietos al canciller.

El vicepresidente español, Alfonso Guerra, también brindó apoyo a Bonn, al afirmar en Viena, donde asistió a principios de marzo a una reunión de la Internacional Socialista, que "había llegado la hora de negociar, no de modernizar", pero fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores español matizaron después que esta postura era la del PSOE, pero no la de España, que no había sido aún definida oficialmente.

El objetivo de la diplomacia alemana y de algunos países de la OTAN es evitar que el nuevo misil llegue a ser desplegado, o, si no hubiese más remedio, que lo fuese en un número muy inferior al previsto. Miembros del Gobierno de Bonn, empezando por el titular de Defensa, G. Scholz, se han mostrado partidarios de negociar, como propone la URSS, sobre los SNF, aunque no sean partidarios de suprimirlos, sino de fijar techos máximos por debajo del actual nivel de la Alianza. Sobre SNF, la superioridad soviética es de 1 a 12.

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