Reagan, prudente sobre la causa de la catástrofe de Escocia

La teoría de que una bomba provocó el miércoles la explosión, a 10.000 metros de altura, del vuelo 103 de Pan American, que se estrenó en un pueblo de Escocia, es de momento para el Gobierno norteamericano sólo una hipótesis de trabajo. "No tenemos evidencia sustantiva y no sabemos por qué ocurrió la tragedia" aseguró ayer Ronald Reagan. El presidente, que en ocasiones anteriores donde se manejaba la sospecha de una acción terrorista hablaba en seguida de represalias, manifestó gran prudencia sobre la catástrofe qué ha conmocionado en plena Navidad a la población norteamericana, que vuela esto...

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La teoría de que una bomba provocó el miércoles la explosión, a 10.000 metros de altura, del vuelo 103 de Pan American, que se estrenó en un pueblo de Escocia, es de momento para el Gobierno norteamericano sólo una hipótesis de trabajo. "No tenemos evidencia sustantiva y no sabemos por qué ocurrió la tragedia" aseguró ayer Ronald Reagan. El presidente, que en ocasiones anteriores donde se manejaba la sospecha de una acción terrorista hablaba en seguida de represalias, manifestó gran prudencia sobre la catástrofe qué ha conmocionado en plena Navidad a la población norteamericana, que vuela estos días más que nunca.

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Reagan, antes de viajar a California para las vacaciones e inaugurar en Los Ángeles su nueva casa para el retiro, defendió la actitud de las autoridades, que sólo emitieron un aviso restringido de peligro para los vuelos de líneas aéreas norteamericanas entre Europa y EE UU, pero no advirtieron al público. "Se hizo todo lo posible por prevenir y una advertencia general hubiera cerrado la aviación mundial", dijo el presidente.Mientras se discute si fue un sabotaje la causa del accidente, se ha desatado ya una polémica por la actuación del Departamento de Estado, que sólo advirtió a sus diplomáticos del peligro eventual de volar por Pan American entre Francfort y EE UU. ¿Es que hay ciudadanos de dos categorías?, se pregunta la opinión pública. "Es para volverse loco", dice el padre de una de las víctimas; ¿qué derecho tienen para poner en el aire un avión cuando saben que es posible un ataque terrorista?".

Cuatro de sus funcionarios, dos de ellos del servicio de seguridad del ministerio, iban a bordo del vuelo 103. Y el embajador norteamericano en Líbano se salvó de morir porque perdió una conexión en Nicosia y no pudo llegar a tiempo a Francfort. El máximo responsable de la oficina de contraterrorismo del departamento ha insinuado que los fuertes vientos, de más de 200 millas por hora, que soplaban en la ruta deljumbo de Pan Am, pueden ser los responsables de su caída.

"Está claro que hubo una explosión en el aire, pero no sabemos si fue causada por una bomba", dijo ayer un funcionario norteamericano. Sin embargo, el envío a Escocia de un equipo de expertos en explosivos del FBI, que llegó ayer, sugiere que Washington toma muy en serio la posibilidad de que haya habido sabotaje. El director de la Oficina Federal de Investigación, William Sessions, ha advertido, no obstante, que no existen pruebas concluyentes de la explosión de una bomba.

El espionaje norteamericano está revisando sus escuchas electrónicas y la historia de los pasajeros del vuelo 103 que se desintegró el miércoles por la noche sobre un pueblo de Escocia.

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Hasta ahora, sólo ha podido ser establecido que el 5 de diciembre, en la Embajada de EE UU en Helsinki, se recibió una llamada anónima -se cree que de un hombre con acento del Oriente Próximo- que dijo que un tal Abdulá suministraría en Francfort el explosivo a un hombre llamado Yasá Garadat. Éste se lo entregaría, en Helsinki, a una mujer finlandesa que sería utilizada, sin saberlo, para llevarlo a Francfort y colocarlo en un avión de Pan Am. El atentado se produciría en las dos semanas siguientes a la llamada. El informante dijo también que los terroristas estaban vinculados con Abu Nidal, que dirige un grupo radical escindido de la OLP.

Falsas alarmas

Las autoridades finlandesas no se lo tomaron en serio porque estimaron que era el mismo individuo que lleva, desde enero, repitiendo este tipo de llamadas a las Embajadas de EE UU e Israel en Helsinki. Pero el Departamento de Estado sí le concedió importancia y advirtió a sus Embajadas. En la de Moscú, en el tablón de anuncios, se colocó un aviso que decía: "En vista de que no es una información confirmada, se deja a la discreción de los viajeros su decisión para alterar sus planes de viaje o cambiarse a otra línea aérea estadounidense. Esto no absuelve al viajero de la obligación de volar en un avión norteamericano".Las autoridades también avisaron, el 7 de diciembre, a Pan American, al resto de la líneas estadounidenses y a los aeropuertos de Francfort y Londres. Sólo este año, la agencia encargada de la aviación civil en EE UU ha emitido 22 alertas de seguridad. Son constantes las amenazas anónimas.

Sería posible convertir en fortalezas los aeropuertos, pero significaría el fin del transporte aéreo, que, por su naturaleza, debe ser accesible a todos y, también por ello, es expuesto y vulnerable al terrorismo, explican los expertos en seguridad aérea. Sólo en EE UU hay más de 15.000 vuelos diarios, que transportan a más de un millón de personas.

Sólo una bomba, un fallo estructural masivo, una colisión en el aire o el impacto de un misil pueden haber causado el desastre. Las dos últimas posibilidades parecen descartadas. Las señales de una bomba, si la hubo, serán halladas. Si hubo sabotaje podrá ser probado gracias a que los vientos obligaron al piloto del vuelo 103 a desviar su rumbo al norte volando más tiempo sobre Escocia y a que el avión salió de Londres con retraso. De no ser por ello, el jumbo habría volado, en el momento de su desintegración, sobre el océano Atlántico.

Por otra parte, expertos en el análisis de las grabaciones existentes en las cajas negras del jumbo creen haber detectado "un casi imperceptible ruido" extraño al final de la cinta que recoge el sonido a bordo del avión, según manifestó ayer un portavoz del Ministerio británico de Transportes, informa desde Londres Ricardo Martínez de Rituerto.

"No hay nada anormal en ninguna de las dos cintas (la que recoge datos técnicos y la que graba sonidos) antes de la súbita desaparición de la señal", dijo un portavoz oficial, que señaló, sin embargo, que los expertos estaban analizando con más atención la parte última de la grabación de sonido porque "hay un casi imperceptible ruido al final".

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