Cartas al director

Sala de espera

Le escribo desde la sala de espera de urgencias del hospital Clínico. Son las cuatro de la madrugada y aún no sé nada de mi madre, que ingresó a las 22.30. Hace unos minutos me he colado en el interior del servicio de urgencias y la he visto sentada en una silla de ruedas, en un largo pasillo, de espaldas a la pared. He contado junto a ella, y en las mismas condiciones, otras 19 ¿personas?, más otros tantos enfermos con mejor suerte tirados sobre camas en un pasillo. A ninguno de ellos les ha tocado su turno. Al salir he protestado, y me han dicho que la pondrán en una cama.De nuevo en la sala...

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Le escribo desde la sala de espera de urgencias del hospital Clínico. Son las cuatro de la madrugada y aún no sé nada de mi madre, que ingresó a las 22.30. Hace unos minutos me he colado en el interior del servicio de urgencias y la he visto sentada en una silla de ruedas, en un largo pasillo, de espaldas a la pared. He contado junto a ella, y en las mismas condiciones, otras 19 ¿personas?, más otros tantos enfermos con mejor suerte tirados sobre camas en un pasillo. A ninguno de ellos les ha tocado su turno. Al salir he protestado, y me han dicho que la pondrán en una cama.De nuevo en la sala de espera, repleta, sucia, tercermundista, con alientos de vigilia, le escribo estas líneas aprovechando el soporte que me ofrece su periódico del día. Por cierto, en su primera página se puede leer la noticia del F- 18 estrellado, por valor de 2.600 millones de pesetas, y entonces me pregunto... - Luis López Carrillo

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