Tribuna:ANÁLISIS

La defensa europea, atacada

La creación de un pilar europeo en la OTAN es, para unos, una contradicción en sí misma. Para otros, sin embargo, Europa occidental tiene en estos momentos una oportunidad única para formar tal pilar, sobre cuya definición aún no hay acuerdo, como quedó reflejado la semana pasada en Brighton (Reino Unido) en los debates de la conferencia anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).Con esta conferencia -cuyos contenidos son confidenciales, por lo que no se puede citar por su nombre a los que intervinieron- , el IISS cumplió la semana pasada 30 años de vida, con un prestigi...

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La creación de un pilar europeo en la OTAN es, para unos, una contradicción en sí misma. Para otros, sin embargo, Europa occidental tiene en estos momentos una oportunidad única para formar tal pilar, sobre cuya definición aún no hay acuerdo, como quedó reflejado la semana pasada en Brighton (Reino Unido) en los debates de la conferencia anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).Con esta conferencia -cuyos contenidos son confidenciales, por lo que no se puede citar por su nombre a los que intervinieron- , el IISS cumplió la semana pasada 30 años de vida, con un prestigio que nadie pone en duda. Salvo sus propios miembros. Las discusiones reflejaron el estado de crisis en que se encuentran los estudios estratégicos ante el cambio que ha experimentado el mundo.

Lo mismo cabría decir de las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados europeos, del futuro de la OTAN y de la identidad de Europa occidental.

La OTAN sería un fracaso si las tropas norteamericanas permanecían 10 años más en Europa, afirmaba en 1951 el primer comandante supremo de la OTAN en Europa, Dwight Eisenhower.

"Un pilar europeo en la Alianza Atlántica es una contradicción en los términos", y "sólo si la Alianza se desintegrara podría haber una organización de defensa de Europa Occidental propiamente dicha", señaló uno de los ponentes, europeo para más señas.

La estructura de la Alianza Atlántica, según este punto de vista, es de liderazgo, de jerarquía y no de igualdad. No es una estructura de cogestión euro-americana. Y la razón principal de ello es que se trata de una Alianza basada sobre la disuasión, y que ésta reposa sobre el dispositivo nuclear estadounidense. "Mientras los gobiernos europeos occidentales sigan convencidos de que la disuasión nuclear es esencial para la seguridad de sus países, y mientras Estados Unidos esté dispuesto a proporcionarla, la estructura de la Alianza será la de una pirámide". La conclusión a la que lleva este modo de razonar es clara: "Bajo la actual estructura de la Alianza sólo puede haber un pilar, el norteamericano".

Ello implicaría también que si los europeos quieren tomar las riendas de su propia defensa es irremediable un cambio radical en la OTAN. Para muchos, la mayoría, la OTAN ha sido un éxito. ¿Por qué cambiarla, pues?

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Desde luego, si se juzga por los resultados, el pilar europeo no levanta mucho del suelo, salvo, quizá, en lo referente a la cooperación en el terreno armamentista. En los temas espinosos de los últimos tiempos, como la guerra de las galaxias, la modernización ahora del armamento nuclear norteamericano en Europa, o el desarme en armas convencionales, la coordinación entre europeos ha brillado por su ausencia.

El auge de la idea de un pilar europeo en la Alianza Atlántica, insisten unos, sirve principalmente de pantalla tras la cual Francia disimula su creciente acercamiento militar a la OTAN, sin levantar ampollas entre los ciudadanos franceses. Algunos opinan que algo similar cabría decir del caso español.

Cautela gubernamental

La idea de un pilar europeo, salvo que EE UU decida retirarse militarmente de Europa -y la suma cautela con que los Gobiernos hablan de la defensa europea indica que es lo último que desean los dirigentes europeos occidentales-, se deriva, según algunas opiniones, más de la lógica del federalismo europeo (cómo construir Europa) que de la seguridad (cómo mantener la disuasión). En todo caso, el nacimiento de una Organización de Defensa de Europa Occidental (ODEO) sólo puede llegar tras la unión política.

Algunos llegan a opinar que el desarrollo de un pilar o de una dimensión europea en la OTAN debilita a la Alianza y lleva a un menor grado de seguridad en Europa occidental. Pero otros, incluso norteamericanos, estiman que es un precio que valdría la pena pagar, a pesar de todas las incertidumbres. Pues si no a la corta, sí a la larga, la OTAN saldría reforzada, especialmente si los europeos se concentraran en reforzar su dispositivo convencional.

A todas estas reflexiones hay que añadir un punto que surge como esencial en los debates en la materia. El pilar europeo en la OTAN podría resultar en un polo de suma atracción para Europa del Este. Pero a la vez, según algunas opiniones, ante los cambios que se avecinan en Europa del Este, y justamente para hacerlos posibles, es esencial que el acuerdo actual reine en ambas alianzas y que el pilar europeo no crezca por el momento, se consideró en esos debates.

Europa no puede detener su historia ni frenar su integración, a pesar de que el Mercado Único entre los doce para 1992 despierte temores en Estados Unidos.

De otro modo, como recordó sir Michael Howard, presidente del IISS, corre el riesgo de convertirse en una "pequeña península en la parte de Asia que no está de moda".

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