Tribuna:

Veranidades

No todas las veranidades son de campo y playa. De unos años a esta parte los cursos universitarios de verano son aprovechados como situaciones de precalentamiento político, y tanto Santander como El Escorial parecen destinados a ser faros orientadores de la política que se va a llevar en el nuevo curso. Hasta el año pasado, Miguel Boyer aprovechaba su intervención santanderina para lanzar su encíclica anual sobre la economía española. Algo ha pasado para que El Escorial le haya quitado este año protagonismo a Santander. Los responsables de las veranidades del saber español están en el secreto ...

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No todas las veranidades son de campo y playa. De unos años a esta parte los cursos universitarios de verano son aprovechados como situaciones de precalentamiento político, y tanto Santander como El Escorial parecen destinados a ser faros orientadores de la política que se va a llevar en el nuevo curso. Hasta el año pasado, Miguel Boyer aprovechaba su intervención santanderina para lanzar su encíclica anual sobre la economía española. Algo ha pasado para que El Escorial le haya quitado este año protagonismo a Santander. Los responsables de las veranidades del saber español están en el secreto del sumarlo. Un secreto de Estado más qué importa.El nuevo ministro de Justicia, señor Múgica, ha aprovechado su intervención en El Escorial para poner en su sitio las recientes y sorprendentes declaraciones de Felipe González sobre los GAL. Todo lo que fue arrogancia y desplante al flash por parte de Felipe González se ha convertido en prudencia y mesura en el señor ministro. Entre lo que proclamó González y lo que ha susurrado Múgica media el trabajo de los mecanismos de sondeo de opinión en manos del Gobierno, mecanismos que han detectado un cierto malestar social ante las teorías de la democracia de desagüe que exhibiera el señor presidente. Múgica le ha quitado fontanería al asunto y ha tratado de recuperar confianza pública en la voluntad gubernamental de navegar limpiamente así por las marismas del Coto de Doñana como por las cloacas del sistema.

Curioso que Múgica se haya visto obligado a avalar a su presidente con el tierno argumento de que lo conoce hace muchos años y que le consta su profundo respeto por las prácticas democráticas del poder. Las declaraciones de Múgica supongo que habrán tranquilizado a todos los españoles menos a dos: a González y al comisario Amedo. Al primero, porque por primera vez desde la caída de Morán un ministro le enmienda la plana, y al segundo, porque hasta su cárcel le ha llegado una canción en clave diferente. Primero fue La Parrala. Ahora, Que no me quiero enterar.

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