LA PAZ SE ASOMA AL GOLFO

Paz exterior, guerra interior

El anuncio iraní de aceptar la resolución 598 de la ONU para poner fin a la guerra con Irak llegó después de tres hechos del máximo interés político-militar en el régimen de Teherán. El primero fue la designación de Alí Akbar Hachemi Rafsanyani, presidente del Parlamento, como jefe de todas las fuerzas armadas, regulares e irregulares. Era el dos de junio. Bajo las riendas de Rafsanyani, Jomeini depositaba el mando supremo de la Guardia Revolucionaria y el Ejército, la Marina y la Aviación.El cuatro de julio, el ayatolá Ruholá Jomeini hacía un llamamiento a la movilización general popul...

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El anuncio iraní de aceptar la resolución 598 de la ONU para poner fin a la guerra con Irak llegó después de tres hechos del máximo interés político-militar en el régimen de Teherán. El primero fue la designación de Alí Akbar Hachemi Rafsanyani, presidente del Parlamento, como jefe de todas las fuerzas armadas, regulares e irregulares. Era el dos de junio. Bajo las riendas de Rafsanyani, Jomeini depositaba el mando supremo de la Guardia Revolucionaria y el Ejército, la Marina y la Aviación.El cuatro de julio, el ayatolá Ruholá Jomeini hacía un llamamiento a la movilización general popular contra Irak. Rafsanyani se adhirió naturalmente a esta medida del guía de la revolución, la movilización de mayor envergadura que precede a la declaración de la Yihad, guerra santa, que obliga a todo musulmán a abandonar su hogar para participar en el combate.

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El tercer hecho fue la escisión en el interior de la Escuela Teológica de Qom, vivero político-ideológico del régimen religioso iraní, protagonizada por los grandes ayatolás Mohamad Golpayegani y Mahrasi Najafi, los de más rango entre la jerarquía shií junto con Jomeini y su sucesor designado, Husein Alí Montazeri. Ambos dignatarios reprochan al régimen desde hace tiempo su ineptitud para acabar con la guerra.

Rafsanyani, el hombre fuerte, ha podido anunciar el proceso de paz contando con el apoyo de aliados políticos como Mohsen Rezai, jefe del Ejército de los Guardianes Revolucionarios; con el del ministro de estas fuerzas irregulares, Mohsen Rafigdust; con el del militar de más alta graduación del ejército regular, Alí Shahbazi, y con el de Alí Akbar Mohtachemi, ministro del Interior, muñidor de la victoria parlamentaria de los seguidores de Rafsanyani, quien además ha sabido atraerse a Ahmad Jomeini, hijo y portavoz del anciano imam (88 años).

En el bando contrario a Rafsanyani se alinea el presidente de la República, Alí Jamenei, quien, paradójicamente, pidió a Jomeini que designara a Rafsanyani jefe militar supremo; el poderoso grupo ideológico fundamentalista Resalat, que encabeza Azari Qomi; y, sobre todo, el bazar, que aglutina a la mayor parte de la adinerada burguesía comercial iraní, agrupado en torno a la asociación Soraye Asnaf.

Los líderes de uno y otro bando asistieron en las últimas horas en Teherán a una reunión al máximo nivel en la sede del Gobierno, que encabeza Mir Husein Musavi. Allí unos y otros, así como Ahmad Jomeini, acordaron el fin de la guerra exterior. Por los datos existentes hasta ahora, el fin de la contienda exterior, bien recibido por todos, preludia el comienzo de una guerra interior por el poder para hacerse con la sucesión de Jomeini. Quienes lo logren, habrán de afrontar la responsabilidad de explicar ocho años de guerra, un millón de muertos, otro millón de mutilados, tres millones de desplazados, miles de millones de dólares en pérdidas materiales y una guerra donde las conquistas se han medido por acres, hoy inexistentes, de arenas de desierto.

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