TRAGEDIA AÉREA EN EL GOLFO

Días negros en Teherán

Entre las derrotas militares y los rumores sobre la salud del imam Jomeini

Alá parece haber abandonado este verano a la República Islámica de Irán. Cuando por fin las autoridades de Teherán han conseguido empezar a romper el aislamiento político a que les ha conducido su política radical de rechazo de bloques y apoyo a oscuros grupos presuntamente ligados al terrorismo internacional, su posición dominante en la guerra que desde hace ocho años libran contra Irak ha sido fuertemente dañada por las últimas ofensivas de Bagdad. El impacto psicológico de estas derrotas y el precario estado de salud, según algunas fuentes, de su anciano líder, el gran ayatolá Ruhola Jomein...

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Alá parece haber abandonado este verano a la República Islámica de Irán. Cuando por fin las autoridades de Teherán han conseguido empezar a romper el aislamiento político a que les ha conducido su política radical de rechazo de bloques y apoyo a oscuros grupos presuntamente ligados al terrorismo internacional, su posición dominante en la guerra que desde hace ocho años libran contra Irak ha sido fuertemente dañada por las últimas ofensivas de Bagdad. El impacto psicológico de estas derrotas y el precario estado de salud, según algunas fuentes, de su anciano líder, el gran ayatolá Ruhola Jomeini, pueden empezar a crear fisuras en el interior del aparentemente monolítico régimen.

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Todo ha sucedido muy deprisa en los últimos meses. El pasado 11 de febrero, el Ministerio iraní de Información aún recibía a periodistas de todo el mundo para mostrarles los logros de nueve años de revolución. En esta ocasión las festividades se orientaron especialmente a la mujer, madre y esposa abnegada para el régimen, a la que sólo la prolongación de la guerra permite mantener aún una mínima presencia en la vida pública del país.Varias reporteras y fotógrafas tuvieron acceso a la residencia del imam y pudieron conocer a las féminas de su familia. El intercambio de misiles que durante varias semanas reavivó una nueva guerra de las ciudades no eclipsó la euforia bajo la cual nuevos contingentes de voluntarios partieron al frente. Después vinieron las derrotas y los rumores.

El. Ejército iraquí ha reconquistado desde abril, en una serie de ofensivas rápidas y técnicamente muy bien preparadas, la totalidad de los territorios ocupados por Irán en el sur del país.

El cambio de estrategia de Bagdad, que desde que las fuerzas iraníes atravesaran las fronteras internacionales, en 1982, había permanecido a la defensiva, se inició con la recuperación completa de la península de Fao, que permanecía en su mayor parte en poder de Irán, desde febrero de 1986.

Una gran campaña de propaganda difundió en todo el mundo el primer éxito relevante de las tropas iraquíes en los últimos años. Pocas semanas más tarde, los hombres de Sadam Husein repetían su hazaña y retomaban la región de Chalamche, a una decena de kilómetros de Basora, la segunda ciudad más importante de Irak. En junio fueron las islas Majnun, en las marismas de Houeisa, a 50 kilómetros al norte de dicha ciudad.

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En todos los casos existe un denominador común: la rapidez de las operaciones, que a los iraníes les habían supuesto un esfuerzo mucho mayor tanto de tiempo como en hombres, y la participación de la unidad de élite que es la Guardia Presidencial. El último éxito iraquí se producía apenas el pasado sábado, cuando retomaron siete alturas estratégicas en la zona fronteriza del sector norte del frente, en la región kurda, que habían sido tomadas por los iraníes cuatro meses atrás.

La posición de Rafsanyani

Entre tanto, en Irán, donde hace tres meses se celebraron unas elecciones legislativas que no han aportado ninguna novedad al panorama político interno, el imam Jomeini decidía ceder el cargo de comandante en jefe de las fuerzas armadas al ayatolá Alí Akbar Hachemi Rafsanyani. Los observadores políticos interpretaron la noticia como un intento de dinamizar y potenciar la actividad militar iraní. Rafsanyani, reelegido presidente del Majlis (Parlamento iraní), refuerza así su posición de hombre fuerte del régimen islámico, en detrimento del sucesor designado de Jomeini, Alí Montazeri.

En estas circunstancias, la reanudación de relaciones con Francia, como consecuencia de la liberación, en Beirut, de los tres últimos rehenes franceses retenidos en Líbano por grupos integristas shiíes, estrechamente vinculados a Teherán, ha pasado casi inadvertida.

El deseado intercambio de embajadores, al parecer una de las condiciones aceptadas por Francia para obtener la liberación de sus ciudadanos, constituye, según todos los analistas, el primer paso en la ruptura del aislamiento en el que desde el estallido de la revolución, en 1979, se ha ido sumergiendo Irán. Tras la experiencia francesa, el Reino Unido había empezado a mover las cuerdas para lograr a su vez reestablecer el diálogo con Teherán y la liberación de los británicos secuestrados en la tela de araña libanesa.

Para contribuir aún más a exacerbar los ánimos de los dirigentes iraníes, la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) ha filtrado recientemente un informe bastante pesimista sobre el estado de salud del imam Jomeini. Según dicha fuente, el anciano líder, que cuenta 88 años, sufre un cáncer de hígado y su esperanza de vida no sería superior a los tres meses.

Estas informaciones, al igual que otras similares que suelen aparecer cíclicamente, han sido rotundamente desmentidas por Teherán, pero al margen de cualquier discusión, resulta innegable la preocupación de la cúpula dirigente iraní ante tal eventualidad.

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