Reportaje:

Ana Sancho

La lucha para evitar que el castellano desaparezca de Australia

Aunque en la actualidad más de 100.000 personas hablan el castellano como primera lengua en Australia, la tendencia no camina precisamente hacia el incremento. Más bien, dicen los expertos, retrocede. Y ello pese a la presencia de una treintena de profesores que, como la catalana Ana Sancho, tratan de hacer revivir nuestro idioma en la isla-continente. Los propios Reyes de España, durante la visita que han realizado estos días a Australia, han podido comprobar que el castellano se va convirtiendo poco a poco en una lengua de viejos, de primeras generaciones de emigrantes.

Nadie podría p...

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Aunque en la actualidad más de 100.000 personas hablan el castellano como primera lengua en Australia, la tendencia no camina precisamente hacia el incremento. Más bien, dicen los expertos, retrocede. Y ello pese a la presencia de una treintena de profesores que, como la catalana Ana Sancho, tratan de hacer revivir nuestro idioma en la isla-continente. Los propios Reyes de España, durante la visita que han realizado estos días a Australia, han podido comprobar que el castellano se va convirtiendo poco a poco en una lengua de viejos, de primeras generaciones de emigrantes.

Nadie podría poner en duda el entusiasmo de Ana Sancho, una joven profesora que, deseosa de aventuras y de perfeccionar su inglés, se apuntó hace cinco años al programa de extensión del castellano en el extranjero, puesto en marcha con desigual fortuna por el Ministerio de Educación. Actualmente radicada en Sidney, piensa prolongar un curso más su experiencia antes de regresar a Barcelona. Mientras tanto, imparte clases a más de 200 alumnos -la mayor parte hijos de emigrantes españoles- , estudia inglés y cobra un sueldo neto superior a las 400.000 pesetas.Casi una treintena de profesores, como Ana Sancho, se decidieron a acudir a Australia con el propósito de salvaguardar el castellano en las antípodas; no eran solamente los emigrantes españoles quienes trataban, contra viento y marea, de que sus hijos y nietos no olvidan el idioma de origen; también as numerosas colonias de chilelos, salvadoreños y uruguayos existentes en las diversas ciudades australianas pensaban bneficiarse del programa puesto en marcha por el Ministerio de Educación español y tardíamente exportado a Oceanía. Las dificultades para la preservación del castellano son muchas: no sólo de índole laboral, sino también social. "Es duro que a tus fijos los llamen wogs (gusano extranjero) en la escuela", comenta Ana Sancho.

Tal vez por todo ello los Reyes han podido comprobar en sus contactos con la colonia española cómo los adolescentes hijos de emigrantes hablan casi exclusivamente inglés entre ellos. Y eso que, comenta Ana Sancho, el número de estudiantes de castellano se ha duplicado entre los años 1984 y 1987.

Ahora los emigrantes temen que se hagan realidad sus temores y el Ministerio de Educación recorte sus planes en Australia. "Por lo pronto, los directores de los principales periódicos en castellano ya son suramericanos, lo que da idea de la disminución de la influencia de la colonia española", afirma Eusebio Morales, coordinador de las asociaciones de emigrantes españoles en Nueva Gales del Sur. Los tres periódicos en castellano conocieron una época de cierta importancia con el auge de la emigración a Australia, pero ahora sus lectores constituyen rnayoritariamente una población envejecida y sus tiradas disminuyen. Y aunque Ana Sancho se resiste a admitirlo, los datos son tozudos: menos de la mitad de los 30.000 españoles censados en Australia hablan ya cotidianamente el castellano, y 4.000 de ellos lo desconocen. No existe protección oficial para nuestro idioma. Y eso que esta profesora ha sido nombrada asesora de lengua española en el Ministerio de Educación regional de Nueva Gales del Sur, el más importante de los Estados australianos.

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