Julio Álvarez Cerberó

La salud contra la droga

Fue pescadero antes de caer en las redes de la psicología. Y la terapia debió funcionar porque luego ejerció como psicólogo con más ganas que nunca. Julio Álvarez, 35 años, es desde hace unas semanas el nuevo coordinador del plan regional de drogas de Madrid. Pertenece a la cruzada antitabaco y se ha propuesto alejar a los jóvenes de la droga inculcándoles "comportamientos saludables". A él no le ha ido del todo mal por ese camino: juega al golf, escribe, colecciona chapas, y además estudia ruso.

A Julio Álvarez le sorprendieron las similitudes entre el comportamiento de los toxicóm...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Fue pescadero antes de caer en las redes de la psicología. Y la terapia debió funcionar porque luego ejerció como psicólogo con más ganas que nunca. Julio Álvarez, 35 años, es desde hace unas semanas el nuevo coordinador del plan regional de drogas de Madrid. Pertenece a la cruzada antitabaco y se ha propuesto alejar a los jóvenes de la droga inculcándoles "comportamientos saludables". A él no le ha ido del todo mal por ese camino: juega al golf, escribe, colecciona chapas, y además estudia ruso.

A Julio Álvarez le sorprendieron las similitudes entre el comportamiento de los toxicómanos y de los depresivos, y por eso dice que "llegué a la droga por el camino de la depresión". Durante cinco años buceó en el mundo de la droga.Atrás quedaron etapas bien distintas que han dejado su huella. Por ejemplo, el año entero que se pasó pesando pescado en el Mercado Central de Madrid. "Estaba un poco harto de la psicología". O el año de mili "perdido en Melilla", justo cuando le habían concedido una beca para estudiar en el Instituto Maxplanck de Múnich.

"Yo quería ante todo escribir, y pensé que siendo psicólogo me iba a servir de algo. La escritura ha quedado en segundo plano, aunque ahora estoy rematando una novela que narra la historia de una familia en los últimos años del régimen franquista...".

En 1978 entró a trabajar en un gabinete de psicología que apostaba fuerte por las terapias conductistas. "Fue de lo poco que saqué en claro de la carrera; la única forma válida de acercarse a los problemas reales de una persona es siguiendo una metodología científica que aborde su comportamiento". Álvarez, que prefiere no hablar del psicoanálisis, juzga algunas pruebas psicológicas como "verdadera brujería".

Su antídoto contra la droga es bien simple: educar para la salud. El método no es nuevo; consiste en actuar sobre la persona y su entorno para que modifique sus hábitos de conducta. "No hay por qué aislar al drogadicto como si se tratara de un leproso", señala Julio Álvarez. El plan regional de la droga ha sufrido un lavado de cara desde que cayó en sus manos: los drogadictos serán tratados a partir de ahora en centros ambulatorios especializados, donde formarán parte de grupos terapéuticos y de trabajo. Y por la noche, a casa.

Esta especie de obsesión por todo lo saludable le obligó a Alvarez a decir adiós al tabaco. Y lo dejó diciendo: "Éste es el último". Después hizo desaparecer todos los ceniceros de su casa y se alistó en la cruzada antitabaco. "El tabaco y el porro es de lo peor que hay; son absolutamente perniciosos para la salud". También critica una cierta tolerancia hacia el consumo de cocaína en España: "Los cocainómanos son todavía minoría, pero las perspectivas de crecimiento en los próximos dos o tres años son muy preocupantes".

Julio Alvarez luce una seriedad de psicólogo, aparentemente inquebrantable. Cuesta arrancarle esa sonrisa con la que reconoce sus múltiples aficiones: desde la cocina hasta la escritura, pasando por el golf, el ajedrez y los idiomas.

Archivado En