EL COMUNISMO SE RENUEVA

Grosz, otra sonrisa de dientes de acero

El nuevo líder húngaro ha logrado todos los objetivos que se había propuesto

El nuevo secretario general del partido comunista húngaro (PSOH), Karoly Grosz, es el gran triunfador de la conferencia nacional que concluyó ayer en Budapest. La reunión ha confirmado a Grosz como un dirigente de gran firmeza y brillantez táctica, que ha logrado todos los objetivos que se había propuesto. Ha enviado al viejo Janos Kadar al retiro político, ha introducido en el buró político a los hombres de su confianza y ha derrotado a su principal rival en la lucha por la jefatura del partido, Janos Berecz. Además se ha convertido, aun antes que Gorbachov, en un líder comunista con pleno ap...

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El nuevo secretario general del partido comunista húngaro (PSOH), Karoly Grosz, es el gran triunfador de la conferencia nacional que concluyó ayer en Budapest. La reunión ha confirmado a Grosz como un dirigente de gran firmeza y brillantez táctica, que ha logrado todos los objetivos que se había propuesto. Ha enviado al viejo Janos Kadar al retiro político, ha introducido en el buró político a los hombres de su confianza y ha derrotado a su principal rival en la lucha por la jefatura del partido, Janos Berecz. Además se ha convertido, aun antes que Gorbachov, en un líder comunista con pleno apoyo del partido para unas reformas que son un hito en la historia del socialismo.

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A sus 57 años, miembro de la generación del máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, es, igual que éste, en las palabras del presidente de la URSS, Andrei Gromiko, un hombre de sonrisa deslumbrante pero dientes de acero. En menos de un año en el ejercicio de la jefatura del Gobierno ha revaluado este cargo exento prácticamente de atribuciones políticas bajo su antecesor, Gyorgy Lazar. Su nombramiento para dirigir un Gobierno debilitado y con escasas posibilidades de afrontar una economía en rápido deterioro fue, se dice en Budapest, una maniobra de Kadar para quemarle políticamente. No pudo ser más fallida semejante iniciativa.En sus viajes a Gran Bretaña y a la República Federal de Alemania demostró grandes dotes para las relaciones internacionales. Tanto el canciller federal, Helmut Kohl, como la primera ministra británica, Margaret Thatcher, expresaron grandes elogios a Grosz y sus objetivos políticos. En la RFA incluso la Prensa más conservadora tuvo palabras de reconocimiento para el jefe del Gobierno húngaro.

Ventaja decisiva

Su prestigio en el interior y exterior se disparó. Su firmeza y sus firmes conocimientos de la situación interior real le otorgaron una ventaja decisiva sobre su principal contendiente, Janos Berecz, a quien su supuesta vida familiar irregular y problemas de bebida restaron grandes posibilidades. Hace tan sólo unos años nadie podía suponer que era este hombre, entonces jefe del partido en Budapest, quien iba a llevar a cabo la vertiginosa ruptura de la hegemonía de los kadaristas. Fuentes del partido en Budapest señalan que Grosz había provocado la convocatoria de la conferencia nacional para deshacerse de Janos Kadar, que era cada vez un mayor freno a las reformas. También aseguran que en febrero de este año Grosz advirtió al jefe del Estado soviético, Andrei Gromiko, entonces de visita oficial en Budapest, que si no lograba pronto romper las resistencias para los cambios necesarios estaba dispuesto a dimitir como presidente del Gobierno. La senilidad de Kadar y la decisión de Grosz convencieron, al parecer, a la URSS de que el relevo en Budapest se hacía imprescindible.

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Como jefe del partido en la capital, Grosz era temido por los círculos intelectuales de la ciudad por lo que denominaban su "tendencia a la demagogia" y sus advertencias en contra de los abusos y corrupción que han surgido bajo el amparo de la liberalización económica. Muchos interpretaban sus palabras como una añoranza de estructuras más rígidas y un poder del partido más "ordenado" y completo. Con su gran autoridad en la organización comunista de Budapest y los sindicatos, círculos progresistas de Budapest temían que Grosz pudiera encabezar un movimiento de insatisfacción de los sectores menos beneficiados por la apertura económica.Sin embargo, el comunista Grosz, que entró en el partido a los 15 años en 1945, demostró pronto que no era realmente el ortodoxo que los intelectuales temían. Poco después de ser nombrado jefe de Gobierno, en junio de 1987, eligió como asesor a Reszo Nyers, el economista artífice de las reformas de 1968, apartado en 1974 por su política radical de reformas, que había despertado graves suspicacias en Moscú.

También intensificó sus lazos con Imre Poszgay, el presidente del Frente Patriótico Popular (FPP), que agrupa a asociaciones políticas, religiosas, sociales y culturales, y que bajo la presidencia de Poszgay se ha convertido en el embrión del pluralismo político húngaro. Poszgay, cuyas tesis sobre el pluralismo político, la necesidad del conflicto como motor social y la necesidad de democratización de las instituciones difieren en poco o nada de la socialdemocracia occidental y de la disidencia húngara (ver entrevista en EL PAÍS del pasado 19 de mayo), es el más destacado defensor en Hungría de la separación orgánica de partido y Estado. Tanto Nyers como Poszgay fueron nombrados ayer miembros del buró político.

Grosz nació en la ciudad de Miskolc en 1930. Con un origen familiar obrero inmaculado, temprano inició su escalada en la jerarquía del partido, primero como secretario de la juventud comunista del distrito de Borsod y después como director del diario Eszak Magyarorszag. En 1961 fue elegido secretario del partido para la radio y la televisión. De 1968 a 1973 fue subjefe del Departamento de Agitación y Propaganda (Agitprop) del Comité Central. Tras su paso como jefe del partido en el distrito de Fejér, pasé a encabezar el departamento de Agitprop. Desde 1980 es miembro del Comité Central. En 1984 fue nombrado jefe del partido en Budapest, y un año más tarde, miembro del buró político. Grosz está casado y tiene dos hijos y un nieto.

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