El "polígono lúdico" sevillano

La instalación de una zona en la que se concentren bares, terrazas y locales de esparcimiento tuvo un precedente en Sevilla. Se realizó, a modo de prueba, el pasado año, en lo que el propio Ayuntamiento consideró un poligono lúdico.La medida fue adoptada para evitar las molestias a la vecindad de los barrios que habitualmente concentraban a los jóvenes, que se sitúan preferentemente en Los Remedios y el casco antiguo de la ciudad.

La medida adoptada el pasado año, y que por el momento persistirá en el presente verano, se tomó tras una decisión municipal de cierre de numerosos bar...

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La instalación de una zona en la que se concentren bares, terrazas y locales de esparcimiento tuvo un precedente en Sevilla. Se realizó, a modo de prueba, el pasado año, en lo que el propio Ayuntamiento consideró un poligono lúdico.La medida fue adoptada para evitar las molestias a la vecindad de los barrios que habitualmente concentraban a los jóvenes, que se sitúan preferentemente en Los Remedios y el casco antiguo de la ciudad.

La medida adoptada el pasado año, y que por el momento persistirá en el presente verano, se tomó tras una decisión municipal de cierre de numerosos bares y locales de jóvenes. Éstos fueron denunciados por los vecinos por carecer de la debida documentación municipal y no poseer las medidas sanitarias y de ruidos necesarias. Se trata pues, de un caso similar a las terrazas madrileñas, obligadas este año ya a una normativa más estricta.

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El poligono lúdico de Sevilla se instaló en el recinto de la Feria de Abril, concretamente en la calle más alejada del casco urbano, y aledaño al barrio de Los Remedios, el de mayor densidad de locales para jóvenes de la ciudad. No obstante, esto no ocasionaba problemas graves de peligro en el tráfico, al tratarse de accesos que forman parte del casco urbano.

Las condiciones impuestas por el Ayuntamiento obligaban a que se estabecieran locales en parcelas no superiores a los 200 metros cuadrados, de los que 50 metros, como máximo, fueran destinado a las casetas o barras de bar. En total, se instalaron 26 establecimientos.

Asimismo, se obligó a que los establecimientos utilizasen la infraestructura del recinto ferial, que se colocasen los servicios fuera de la zona dedicada al público, y que se llevase con rigor el servicio de basuras, a unas horas detemiinadas y mediante el uso de contenedores. Por otro lado, las normas establecían un límite de decibelios entre los 30 y 45 según las horas de la noche.

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La implantación de los llamados chiringuitos de la Feria, supuso un negocio fácil y rápido para los que consiguieron licencias. Un total de 26 fueron instalados, la mayoría con el reclamo de pantallas gigantes de videoclipes. Una de los de mayores éxitos fue el que cada 30 minutos aproximadamente realizaba concursos de doma sobre un toro mecánico, típico en rodeos americanos.

Las tasas aplicadas el pasado año suponían el pago de 114.000 pesetas por utilización de la vía pública, 3.500 pesetas por licencia de apertura, 12.150 por el servicio de recogida de basuras, 22.920 por el impuesto de radicación, y 5.238 por anuncios. Con las 24.000 pesetas de la licencia fiscal no alcanzaban aún las 200.000 pesetas, una inversión fácilmente amortizable en los cuatro meses de la concesión.

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