Reportaje:La agitación nacionalista en la URSS / 1

Gorbachov y el renacimiento de las lenguas

Un próximo pleno del Comité Central del PCUS abordará el problema del nacionalismo (teóricamente ya resuelto) en la Unión Soviética. Mientras tanto, las autoridades soviéticas parecen dispuestas a hacer ciertas concesiones culturales (mayor respeto por las lenguas y tradiciones nacionales) y económicas (mayor autonomía respecto al poder central que dicta planes y determina política de inversión y desarrollo), pero no políticas ni territoriales.Poco después de iniciarse las manifestaciones en la región autónoma de Nagorno-Karabaj, mayoritariamente armenia aunque adscrita a Uzbekistán, un alto f...

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Un próximo pleno del Comité Central del PCUS abordará el problema del nacionalismo (teóricamente ya resuelto) en la Unión Soviética. Mientras tanto, las autoridades soviéticas parecen dispuestas a hacer ciertas concesiones culturales (mayor respeto por las lenguas y tradiciones nacionales) y económicas (mayor autonomía respecto al poder central que dicta planes y determina política de inversión y desarrollo), pero no políticas ni territoriales.Poco después de iniciarse las manifestaciones en la región autónoma de Nagorno-Karabaj, mayoritariamente armenia aunque adscrita a Uzbekistán, un alto funcionario soviético ha explicado a un selecto auditorio por qué es "imposible" atender a las reivindicaciones territoriales de los armenios de aquella región. "Tenemos 18 puntos de ficción. Si capitulamos en Nagorno-Karabaj, se transformarán en 180".

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La política de glasnost, transparencia informativa, iniciada en la URSS con la llegada de Gorbachov, ha animado la expresión de sentimientos y conflictos nacionalistas en gran parte heredados del imperio zarista ruso o producto de la política violenta de Stalin, que deportó y purgó pueblos enteros, como los tártaros de Crimea, acusados de colaboracionismo con los alemanes en 1944, o los ingushen del norte del Cáucaso, los kalmukos y los alemanes soviéticos. Los ingushen (cerca de 200.000) comparten hoy una república autónoma con los chechen. Los kalmukos (unas 150.000 personas de origen mongol) han vuelto a recuperar a la muerte de Stalin surepública autónoma al sur del lago. Baikal.

Los tártaros de Crimea

Peor suerte han tenido hasta ahora los tártaros de Crimea, unos 250.000, que, pese a haber sido rehabilitados colectivamente, no han recuperado su zona de asentamiento tradicional, adjudicada hoy a Ucrania. Los alemanes, descendientes de antiguos colonos llegados en época de Catalina II, se encuentran repartidos en varias regiones asiáticas después de que su república autónoma de los alemanes del Volga fuera abolida tras la declaración de guerra de Hitler a la URSS. Hoy, los alemanes soviéticos son, como los judíos, una de las nacionalidades soviéticas afectadas por una emigración masiva dotada de valor simbólico para Occidente.

Las más de 100 nacionalidades que integran la URSS forman un conjunto variopinto con orígenes étnicos, tradiciones culturales, religiones, grado de sofisticación y actitudes respecto al poder soviético muy divergentes entre sí. Unas, como las repúblicas de Estonia, Letonia y Lituania, conocieron Estados propios de corte occidental entre las dos guerras mundiales. Otras, como Ucrania, Georgia, Armenia y Azerbaiyán, apenas si llegaron a saborear una precaria independencia. Un tercer grupo, formado por las re públicas de Asia central, recibió fronteras artificiales destinadas a evitar cualquier unidad racial, cultural, islámica o proturca en la zona.

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Según la Constitución soviética, que prevé el "acercamiento" de las naciones y etnias de la URSS, los ciudadanos soviéticos tienen todos iguales derechos y ven garantizada la posibilidad de usar su lengua materna. En la práctica, no siempre es así Y la lengua materna cede las posiciones al ruso en el ámbito oficial.

Los casos de camareros y dependientes que no quieren atender al cliente que les interpela en ruso son frecuentes en el Báltico. "Háblame en ruso, chica, porque si yo te hablo en mi idioma, no nos vamos a, entender", le decía el uzbeko Karimov a una dependienta de Tallin que se dirigía a él en estoniano.

Pese a su papel de lingua franca entre los pueblos de la URSS, el poder central soviético considera que el ruso no se aprende suficientemente en este Estado, donde el bilingüismo, nacionalruso es una meta declarada. Un 49% de los pueblos no rusos hablan el ruso, según el censo de 1979. El número dos soviético, Egor Ligachov, lamentó en el último pleno del Comité Central dedicado a educación que parte de los jóvenes no rusos no conocen la lengua rusa, "la lengua de la comunicación y acercamiento entre las naciones".

Escuelas nacionales

Aunque la escolarización se realiza en 39 lenguas en la URSS, muchas escuelas nacionales tienden a desaparecer, ya sea por la arbitrariedad del poder -local o por la voluntad de los padres deseosos de que sus hijos tengan acceso desde pequeños a la lengua en la cual se desarrolla la vida oficial.

El papel del ruso varía en las distintas repúblicas federadas soviéticas. Tan sólo en las tres repúblicas del Cáucaso -Georgia, Armenia y Azerbaiyán- las constituciones respectivas reconocen una posición privilegiada para las lenguas nacionales, algo sólo logrado tras fuertes- movilizaciones nacionalistas.

Las tres repúblicas bálticas están sometidas a una fuerte inmigración de otros contingentes poblacionales que la población autóctona vive como una amenaza para su cohesión nacional. Estos cotingentes, refractarios a las lenguas locales hasta hace poco, pueden verse obligados a cambiar de actitud tras las manifestaciones nacionalistas del pasado verano. En Letonia, informaban medios locales, se han comenzado a impartir cursos especiales para los funcionarios y empleados en servicios públicos que no dominan el letón y que hasta ahora no veían necesidad de ello.

En las repúblicas de Asia central, donde en 1926 el alfabeto árabe fue sustituido por el latino y luego por el cirílico a partir de 1938, medios intelectuales, comienzan a reivindicar el restablecimiento del alfabeto árabe, cuya supresión cerró las puertas a unas tradiciones culturales islámicas reclamadas ahora como parte de la herencia nacional.

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