Honecker, en París

La visita de Honecker a París constituye un logro en el lento proceso de normalización de las relaciones de Alemania Oriental con Europa occidental. Durante años, las puertas de las capitales europeas occidentales habían permanecido cerradas para un país con el que no se sabía muy bien cómo tratar. Poco a poco se ha reconocido a la RDA como un Estado que comparte el destino europeo, e incluso uno de los más sólidos del Este.La República Democrática Alemana veía con muy malos ojos una vuelta al estado de guerra fría que hubiera puesto fin a sus esfuerzos de normalización en las relaciones con l...

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La visita de Honecker a París constituye un logro en el lento proceso de normalización de las relaciones de Alemania Oriental con Europa occidental. Durante años, las puertas de las capitales europeas occidentales habían permanecido cerradas para un país con el que no se sabía muy bien cómo tratar. Poco a poco se ha reconocido a la RDA como un Estado que comparte el destino europeo, e incluso uno de los más sólidos del Este.La República Democrática Alemana veía con muy malos ojos una vuelta al estado de guerra fría que hubiera puesto fin a sus esfuerzos de normalización en las relaciones con la otra Alemania. Sin embargo, estas buenas relaciones han permitido a la RDA conseguir unas condiciones relativamente de privilegio para el desarrollo de una economía modélica en el campo socialista.

Cualesquiera que sean los temores suscitados en París por los llamamientos de Honecker a los alemanes occidentales para ir más lejos en el camino del desarme nuclear en Europa occidental, Francia tiene un natural interés en sacar provecho del papel que se le atribuye a orillas del río Spree, especialmente para hacer saber a los alemanes occidentales que no se ha olvidado de sus compatriotas del otro lado del muro. Pero también porque la RDA aparece hoy, en una Europa oriental sacudida por dificultades económicas y políticas, como uno de los escasos interlocutores posibles.

8 de enero

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