Editorial:

Residencia espacial

LA LLEGADA al complejo espacial soviético Mir de una nave con tres tripulantes, uno de ellos de nacionalidad siria, ha venido a recordar que desde hace cinco meses viven en el espacio dos cosmonautas de la URSS. Aunque estas largas estancias en el espacio de los soviéticos ya son habituales, la nueva estación Mir está contribuyendo al conocimiento de los efectos de una larga residencia humana en las naves, ensayos sobre los que Occidente tiene una gran desventaja.El acoplamiento, con dificultades, de un módulo para la investigación en astrofísica, en el que están instalados apara...

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LA LLEGADA al complejo espacial soviético Mir de una nave con tres tripulantes, uno de ellos de nacionalidad siria, ha venido a recordar que desde hace cinco meses viven en el espacio dos cosmonautas de la URSS. Aunque estas largas estancias en el espacio de los soviéticos ya son habituales, la nueva estación Mir está contribuyendo al conocimiento de los efectos de una larga residencia humana en las naves, ensayos sobre los que Occidente tiene una gran desventaja.El acoplamiento, con dificultades, de un módulo para la investigación en astrofísica, en el que están instalados aparatos de países occidentales, así como las salidas al espacio para instalar o reparar paneles solares, la realización de estudios sobre la Tierra y hasta análisis médicos, han formado parte de sus actividades.

Mientras tanto, los norteamericanos parecen sufrir un importante estancamiento. Los estudiosos del programa espacial soviético señalan que una economía dirigida, como la de la URSS, se adapta mucho mejor que una occidental a un programa a muy largo plazo, como debe ser el espacial. Aunque atrasada en muchos aspectos, la Unión Soviética es un país en el que los éxitos espaciales tienen un carácter emblemático. Por ello, a sus técnicos no les ha faltado un suministro continuo de recursos, dentro de un programa en el que, aunque en manos de los militares, se han mantenido los objetivos científicos.

Lo más determinante en la degradación del programa espacial estadounidense ha sido el conflicto entre los intereses civiles y militares. En la Unión Soviética, donde la frontera entre esas dos esferas es mucho más ambigua, se ha mantenido, sin embargo, una separación de objetivos que ha llevado a avances importantes tanto en la potencia de lanzamiento como en la explotación del espacio como lugar habitable. Aunque la transparencia informativa soviética sigue siendo mucho menor de lo deseable, y los fracasos no se airean, existen hechos objetivos que permiten asegurar que en el campo espacial la URSS se encuentra en un camino mucho más sólido y coherente que Estados Unidos.

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Mientras tanto, el Gobierno norteamericano utiliza un arma poderosa: el acuerdo que impide la exportación a países considerados hostiles de material de interés estratégico, para evitar que sus propias empresas tengan la tentación de lanzar satélites en cohetes soviéticos y para frenar las ansias de colaboración entré países occidentales y la URSS. Pero contando con que la cooperación internacional se revela cada vez más imprescindible en la exploración espacial, ya puede decirse que esta política norteamericana acabará en un claro fracaso.

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