Tribuna:

Las dolencias del verano

En dos artículos preveraniegos, de evidente naturaleza divulgativa, publicados en EL PAÍS en la sección Medicina y Sanidad el pasado 27 de junio, el doctor J. R. Banegas, asesor médico del diario, y Azucena Criado comentaban sobre las dolencias propias del verano y algunas de las formas de combatirlas. En el comentario titulado Agua oxigenada, mercurocromo y aspirinas, el doctor Banegas señalaba: "Una aplicación tópica de un agente antihistamínico, que tiene múltiples preparaciones comerciales, ayuda a mitigar la inflamación y la picazón de las picaduras de los insectos" y recomendaba l...

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En dos artículos preveraniegos, de evidente naturaleza divulgativa, publicados en EL PAÍS en la sección Medicina y Sanidad el pasado 27 de junio, el doctor J. R. Banegas, asesor médico del diario, y Azucena Criado comentaban sobre las dolencias propias del verano y algunas de las formas de combatirlas. En el comentario titulado Agua oxigenada, mercurocromo y aspirinas, el doctor Banegas señalaba: "Una aplicación tópica de un agente antihistamínico, que tiene múltiples preparaciones comerciales, ayuda a mitigar la inflamación y la picazón de las picaduras de los insectos" y recomendaba llevar agua oxigenada y mercurocromo. Por su parte, Azucena Criado en La salud como equipaje se refería a la posibilidad de trastornos en la piel -pitiriasis versicolor- cuando toma contacto con agua contaminada.El dermatólogo Manuel Matos Mula nos escribe desde Mahón para puntualizar los citados artículos: "Se nos recomienda alegremente el uso de antihistamínicos tópicos para las picaduras. Sin embargo, en cualquier libro de dermatología se encontrará la recomendación de que dichos productos deberían estar proscritos porque su escaso beneficio no compensa la frecuencia con que dan reacciones alérgicas y fotosensibilizaciones (es decir, reacciones cuando tras aplicar la pomada se expone la piel al sol), por lo que recomendar su aplicación en verano es doblemente peligroso. Por otra parte, me pregunto de dónde se han sacado esas teorías respecto a la pitiríasis versicolor. No he encontrado en ningún libro referencia a esa supuesta contaminación de piscinas ni a las medidas higiénicas que según ella son necesarias. Lo que se considera que ocurre es una alteración de las relaciones de la persona con un hongo que está normalmente en la piel y éste pasa a una forma patógena, que es la que da manchas, dependiendo de factores como predisposición genética, clima, embarazo, enfermedades y medicamentos. La contaminación de una persona por otra puede ocurrir, pero desde luego no es lo habitual. Para acabar, recomienda un antimicótico oral para su tratamiento, el único eficaz en la pitiriasis versicolor, el Ketoconazol, cuyo uso no se considera justificado porque la inmensa mayoría de los casos se pueden resolver con tratamiento tópico, el fármaco tiene efectos secundarios importantes y además es muy caro".

El doctor Banegas acepta las críticas a su artículo con reservas: "En la práctica de la medicina general siguen utilizándose los antihistamínicos tópicos comercializados y con el registro oficial para el tratamiento sintomático para las picaduras de insectos. De hecho, algunos textos actuales de Medicina (Medicina interna, de Schüller, 1979) y manuales de urgencias médicas y de Toxicología siguen observando el uso de pomadas antihistamínicas como tratamiento local de las picaduras de insectos. No obstante, la aplicación tópica de antihistamínicos puede producir reacciones de hipersensibilidad con frecuencia mayor que su administración sistemática (oral o parenteral). De ahí la recomendación por parte de los dermatólogos de evitar la aplicación tópica de estos preparados o recurrir a otros productos en los que la relación eficacia-riesgo es más favorable".

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Precaución higiénica

El defensor de los lectores ha consultado también sobre los posibles errores de estos artículos con el doctor Felipe Belinchón de Lucio, especialista en Dermatovenereología y Cirugía Dermatológica, quien concreta sobre los temas en conflicto: "Hace ya varios lustros que se desaconseja el empleo de las llamadas cremas antihistamínicas del tipo del Fenergón y similares, precisamente por las reacciones negativas que pueden desencadenar en un número bastante elevado de personas. El mercurocromo como tal, y según en qué tipo de heridas, puede resultar excesivamente enérgico, y por su ación demasiado dura, desvitalizar los tejidos tratados, lo que puede determinar un aumento de infecciones locales posteriores y retrasos en la cicatrización".

"Por otra parte" comenta el doctor Belinchón, "la pitiriasis versicolor es una afección debida a la infectación por hongos en la piel, lo que determina la aparición de manchas blancas o marrones producidas por Pityrosporum orbiculare, en cuyo proceso poco o nada tienen que ver ni la contaminación de las aguas ni las piscinas, ya que mantiene una morbilidad estacionaria y constante a lo largo de todo el año, y si bien en verano cobra mayor actualidad es porque la gente se desnuda más a la vista del vecino y la presencia de sus lesiones resulta socialmente hablando inestética y el bronceado producido es de forma irregular, con lo que las manchas se hacen más evidentes. La terapia de esta afección es bastante simple, y siempre que se mantenga suficientemente, su acción muy eficaz. Por ello el empleo de antimicóticos sistémicos como el Ketoconazol no está justificado en función de: ser barato y eficaz el tratamiento tópico, el gran número de complicaciones que el empleo de ese producto lleva aparejado y su elevado e injustificado precio. También he de reconocer que todas esas medidas de precaución higiénica que refiere la autora del artículo para prevenir el contagio recuerdan un poco a la parafernalia medieval para prevenir las plagas de peste bubónica. Por último, las vaginitis femeninas y, claro es, las balanopostitis y uretritis del varón, producidas por Candidas -las habituales moniliasis- rara vez tienen como causa los baños".

Parlamento Europeo

En las informaciones publicadas en el mes de mayo sobre las elecciones al Parlamento Europeo se acompañaban unos gráficos (véase EL PAÍS de los días 18, 19, 22 y 23 de mayo de 1987) sobre la composición de los grupos socialistas, democristianos, extrema derecha y liberales representados en dicho Parlamento, que contenían varios errores. El lector F. O. y Roll, desde San Feliu de Guíxols, resumía y clarificaba estos fallos: "En el gráfico del 18 de mayo se señalaba que el Grupo Socialista tiene 171 escaños. Lo cierto es que son 172; falta el diputado de Irlanda del Norte. El mismo día se cuentan los escaños para los democristianos: en el dibujo se contabilizan 116 escaños, y en el pie que acompaña al gráfico se mencionan 118, cuando en realidad los democristianos son 117 en su grupo. También se cita a los alemanes, entre otros, como predominantes del Grupo Liberal, si bien es cierto que desde las elecciones del 17 de junio de 1984 no hay liberales de Alemania Federal en el Parlamento Europeo. El error de los democristianos del día 18 se repite en los gráficos de los días 22 y 23 de mayo. Acerca de la extrema derecha, dato publicado el 19 de mayo, el número debe ser corregido: no son 16, sino 17".

Estas rectificaciones fueron aceptadas por el redactor jefe de información general, José María Izquierdo, y el jefe del servicio de Documentación, Gregorio Cantera.

Los dos marañones

En la sección de Espectáculos del pasado 26 de mayo, el escritor cubano César Leante escribía un artículo titulado Saura en El Dorado. Al mencionar a Lope de Aguirre como personaje que ha sido motivo de copiosa literatura, señalaba que el escritor español Ciro Bayo lo había hecho centro de una de sus historias en Los marañones. Desde Ibiza, el lector Francisco Cendón González nos envía sus observaciones: "El cronista César Leante habla de Ciro Bayo como el autor literato de Los marañones, cuando realmente, según creo, y poseo obras sobre Lope de Aguirre, por quien me intereso en mis aficiones literarias, el autor del citado libro es José M. Moreno Echevarría (ISBN 84-7249-029-7 del año 1976)".

Efectivamente, el lector tiene razón cuando señala que José M. Moreno Echevarría, ya fallecido, escribió un libro titulado Los marañones, en una primera edición de Marte Ediciones (1968) y una segunda de Plaza y Janés (1976). Pero con anterioridad, en 1913, el aventurero y novelista español Ciro Bayo, bien conocido por la novela Lazarillo español, publicó en Imprenta Bailly-Bailliere Los marañones (Leyenda áurea del Nuevo Mundo). El nombre de marañones, habitantes del río Marañón o Amazonas, se lo dio Lope de Aguirre a los soldados que lo siguieron después del asesinato de Pedro de Ussía.

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