Cartas al director

Protestante

En Hart la hipocresía protestante (EL PAÍS, 31 de mayo), lan Gibson se dedica más al gran deporte de los irlandeses de reírse de los ingleses protestantes que a hacer un análisis más profundo de la cuestión. La Iglesia protestante siempre ha sido más relajada en cuestiones sexuales que la Iglesia católica, y estas diferencias están reflejadas en sus respectivas sociedades. En la Irlanda católica de Gibson no está permitido el divorcio ni el aborto y es prácticamente imposible que una irlandesa consiga la píldora anticonceptiva. Son miles las españolas que van a Londres a abortar, y no b...

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En Hart la hipocresía protestante (EL PAÍS, 31 de mayo), lan Gibson se dedica más al gran deporte de los irlandeses de reírse de los ingleses protestantes que a hacer un análisis más profundo de la cuestión. La Iglesia protestante siempre ha sido más relajada en cuestiones sexuales que la Iglesia católica, y estas diferencias están reflejadas en sus respectivas sociedades. En la Irlanda católica de Gibson no está permitido el divorcio ni el aborto y es prácticamente imposible que una irlandesa consiga la píldora anticonceptiva. Son miles las españolas que van a Londres a abortar, y no británicas a Madrid.En Estados Unidos y el Reino Unido, donde el divorcio es fácil de conseguir, hay muchos divorciados, incluyendo el mismo presidente Reagan. En Italia y España, donde, hasta los últimos años, el divorcio ha sido imposible, se acepta más la presencia de queridas. Es una explicación de por qué en España, por ejemplo, se acepta que un alto personaje del Gobierno pueda tener una querida, mientras en Estados Unidos o el Reino Unido ésta sería causa de dimisión.

Hay otra explicación. En el Reino Unido y Estados Unidos, la gente en general considera que el Gobierno es para el mejor y, por tanto, se espera más de los líderes políticos que en países donde esta condición, por razones históricas, todavía no existe.

La hipocresía es, evidentemente, de Hart, que define públicamente el adulterio como "contrario a la moralidad", mientras él mismo lo practica, y no de la sociedad donde las reglas del juego para un políticos aspirante a la Casa Blanca son muy claras.-

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