Cartas al director

Savater y la reconversión

Corren tiempos de reconversiones; la reconversión minera, la naval, la sanitaria y otras forman ya parte del horizonte informativo de todos los días. Pero lo que hasta ahora no era tan conocido son las reconversiones éticas intelectuales. Y, no obstante; estas reconversiones no son menos frecuentes e interesantes, pues de ellas está saliendo toda una morralla de nuevos ingenieros del alma, de utilidad industrial nada despreciable.Así, tenemos a catalanistas y modernos forofos, como Rubert de Ventés, que se reconvierten en teóricos de la hispanidad, cual Ramiro de Maeztu posmoderno; o al...

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Corren tiempos de reconversiones; la reconversión minera, la naval, la sanitaria y otras forman ya parte del horizonte informativo de todos los días. Pero lo que hasta ahora no era tan conocido son las reconversiones éticas intelectuales. Y, no obstante; estas reconversiones no son menos frecuentes e interesantes, pues de ellas está saliendo toda una morralla de nuevos ingenieros del alma, de utilidad industrial nada despreciable.Así, tenemos a catalanistas y modernos forofos, como Rubert de Ventés, que se reconvierten en teóricos de la hispanidad, cual Ramiro de Maeztu posmoderno; o al libertario Savater de piednoirs, brazos en jarra y codo con codo con el fanático nacionalista español -léase Damborenea- plantando cara de pocos amigos al malvado nacionalista vasco.

Cosas que hay que ver; quién lo diría hace unos años, cuando Savater profería soflamas contra los Estados, las elecciones, los partidos, el Ejército; convertido, perdón, reconvertido, en un noirs crítico y kantiano que se limita a hacer matizaciones de corrección de estilo a los profesionales del miedo.

Los reconversos comparten con los conversos la anmesia sobre su vida anterior, en la literatura sobre conversiones se suele llamar nacimiento al momento de la conversión, y el furor ya tradicional y típico.

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Pero les diferencia la calculada estrategia de intereses que los motivan; mientras los conversos carecen de intereses inmediatos y rentables, los reconversos saben muy bien a quién sirven y de qué se sirven; sus motivaciones tienen detrás el interés -uso este término en su acepción popular y bancaria que comparten una bien ganada mala fama-.Los reconversos no se caen del caballo camino de Damasco, y pasan de ser perseguidores a ser perseguidos; no se les aparece nadie en sueños -no sueñan, prohibido después de la reconversión-, ni se dedican al apostolado o al estilitismo; más bien padecen alucinaciones comunicacionales, síndrome de la Zarzuela -en su doble acepción también: monárquica e hípica y otras patologías tan necesarias en la actualidad para no ser un off-sider y poder estar en las recepciones donde están todos los que son y en las nominaciones de los premios donde aparecen los que deben ser.

Las reconversiones éticas intelectuales no son individuales e intransferibles, sino masivas, industriales; ahora, eso sí, con el cierto toque personal que confiere el "hágaselo usted mismo" del bricolaje.Fernando Savater decía hace ya algunos años, antes de la reconversión, lo siguiente: "La combinación perfecta para el mantenimiento del orden será lograr que funcionarios kantianos ocupen los puestos del Estado hegeliano". Por lo visto, oído y escrito, Savater debe estar ya preparando las oposiciones.- Francisco Garrido.

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