Cartas al director

Perdón y gracias, Madrid

He tenido la oportunidad de visitar Madrid para participar en las protestas de los estudiantes de Medicina. Me he marchado impresionado de la ternura y amabilidad de sus gentes. Dos dulces musas vallisoletanas y un lelo iliturgitano me ayudaron a llegar en este estado, del que, después de cinco días, aún no he reaccionado.Aunque para los madrileños, que día tras día se sumergen en su ciudad, estos actos tengan diferentes connotaciones, supongo que para ustedes tiene que ser algo desagradable que las manifestaciones se convoquen en Madrid; además del colapso de tráfico, los desperfectos que se ...

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He tenido la oportunidad de visitar Madrid para participar en las protestas de los estudiantes de Medicina. Me he marchado impresionado de la ternura y amabilidad de sus gentes. Dos dulces musas vallisoletanas y un lelo iliturgitano me ayudaron a llegar en este estado, del que, después de cinco días, aún no he reaccionado.Aunque para los madrileños, que día tras día se sumergen en su ciudad, estos actos tengan diferentes connotaciones, supongo que para ustedes tiene que ser algo desagradable que las manifestaciones se convoquen en Madrid; además del colapso de tráfico, los desperfectos que se producen. Pero es que a veces, cuando te quedas algo ronco de vociferar en tu ciudad, se hace necesario desplazarte en busca de esos burócratas, a ver si estando más cerca de ellos obtienen mayor estimulación sensorial.

Parece ser que ni así nos atienden, e incluso te llegan a rechazar hasta el diálogo. Puede que éste sea el talante de la generación que dice que luchó por la libertad; ahora no entienden que otras generaciones les puedan aportar algo que ellos no comprenden, como puede ser escuchar sin actitudes prepotentes, cambiar impresiones, dialogar, filosofar, etcétera. Todos estos valores que apunto están siendo la tónica general en la mayoría de las protestas estudiantiles actuales; en las asambleas a veces se llega a votar como hay que votar.

No sé qué será lo que aportaremos a los demás, pero es violento que a esta filosofía se le trate con silencios, capotazos, palos y detenciones. Ya hasta la Prensa exige que se provoquen altercados violentos para darnos un espacio. Todo esto me produce impotencia y frustración, y ha sido ahí, en vuestra ciudad, donde, al reunirnos gran número de estudiantes de Medicina de todo el país, hemos podido cambiar nuestras impresiones. He notado cómo esta generación no necesita nombres ni líderes, ni filósofos, pues cada uno lo es en sí mismo. Quizá es mejor que no nos escuchen: podrían corromper nuestra sencillez humana, que a otros tanto les falta.-

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Estudiante de Medicina.

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