Editorial:

Pulso estable

EL SONDEO que hoy publica EL PA1 S revela la tendencia a la estabilización de las preferencias políticas ciudadanas, pese a un cierto aumento de la preocupación por el deterioro social del último trimestre. El mayor interés de este sondeo radicaba en comprobar hasta qué punto episodios como la renovación producida en la dirección del primer partido de la oposición, los debates sobre el estado de la nación y de la moción de censura y la oleada de conflictividad social habían influido en las expectativas de voto cuando falta poco más de un mes para la apertura de una nueva campaña elector...

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EL SONDEO que hoy publica EL PA1 S revela la tendencia a la estabilización de las preferencias políticas ciudadanas, pese a un cierto aumento de la preocupación por el deterioro social del último trimestre. El mayor interés de este sondeo radicaba en comprobar hasta qué punto episodios como la renovación producida en la dirección del primer partido de la oposición, los debates sobre el estado de la nación y de la moción de censura y la oleada de conflictividad social habían influido en las expectativas de voto cuando falta poco más de un mes para la apertura de una nueva campaña electoral.Las variaciones no son significativas. El optimismo respecto a la evolución de la situación económica, perceptible a finales de 1986, se amortigua ligeramente, pero sigue arrojando índices superiores a los de hace un año. El dato viene a confirmar la impresión deducible del incremento del consumo privado en los últimos meses, característico de los períodos en que se inicia el remonte tras las fases más agudas de la recesión.. En enero de 1986, el 41% de los consultados consideraba que la situación económica era mala o muy mala, porcentaje que ahora se sitúa en el 38 %. El 31 % que a comienzos del año pasado consideraba que su situación había empeorado se reduce ahora a la cuota del 25%.

Parecido es el resultado en relación a la situación política, ya que, si bien el porcentaje de los que consideran que la situación es mala o muy mala aumenta en cinco puntos respecto a diciembre pasado, el 28% resultante es todavía muy inferior al 57% que sitúa su opinión entre el regular y el muy buena. Ello podría interpretarse como efecto de un insuperable conformismo, pero también como producto de una cierta maduración política que haría compatible el escepticismo y aun el descontento frente a los políticos con el realismo de no pedir a éstos aquello que sólo el psiquiatra -o el confesor puede proporcionar.

Las expectativas electorales de los principales partidos se mantienen prácticamente inalterables en relación a la encuesta de hace tres meses y apenas suponen variaciones respecto a las elecciones de junio pasado. Alianza Popular se encuentra ocho puntos por debajo del porcentaje alcanzado por Coalición Popular en las legislativas de 1986. El CDS de Suárez sigue sin despegar, confirmando la impresión de que la popularidad de su líder, en aumento según otros sondeos recientes, no guarda relación con la confianza que su partido merece a los ciudadanos.

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Tal vez el dato más sorprendente sea el nulo efecto que, según el sondeo, ha tenido la conflictividad social del último trimestre en la relación de fuerzas entre las dos principales opciones de izquierda. El PSOE se mantiene en niveles muy próximos a los de junio pasado (en tomo al 30% del censo), mientras que Izquierda Unida ni siquiera alcanza el 3,4% de entonces. Si en la ya próxima cita electoral se confirmase la imbatibilidad actual de los socialistas habría que prepararse para soportar un nuevo ataque de autosatisfacción. Pero sobre todo volvería a confirmarse la nada lenta y sí muy evidente conversión del PSOE en una maquinaria electoral aun al precio de renunciar al proyecto de transformación de la sociedad española que le llevó al poder en 1982.

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