La CE y el acuerdo con Estados Unidos

Hicieron las cuentas sin el huésped, y cuando este último pretendió expresar su opinión, la estupefacción fue general.El huésped en cuestión nació en España, posee algunos rastros de nobleza, se llama Carlos Westendorp Cabeza y es el representante permanente del Gobierno de Madrid ante la Comunidad Europea (CE).

Sembró el pánico entre sus colegas la otra noche cuando recordó que su país había entrado en la Comunidad no sólo para servir de cubo de basura a los excedentes agrícolas de los demás, norteamericanos, y europeos, sino también con ambiciosos programas de desarrollo de su ...

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Hicieron las cuentas sin el huésped, y cuando este último pretendió expresar su opinión, la estupefacción fue general.El huésped en cuestión nació en España, posee algunos rastros de nobleza, se llama Carlos Westendorp Cabeza y es el representante permanente del Gobierno de Madrid ante la Comunidad Europea (CE).

Sembró el pánico entre sus colegas la otra noche cuando recordó que su país había entrado en la Comunidad no sólo para servir de cubo de basura a los excedentes agrícolas de los demás, norteamericanos, y europeos, sino también con ambiciosos programas de desarrollo de su producción nacional.

Se discutía el acuerdo con Estados Unidos, que interrumpiría la llamada guerra del maíz.

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Penosamente se acababa de superar la oposición de Grecia y he aquí que surge, inesperadamente, don Carlos: "La base de este acuerdo es el compromiso comunitario de importar anualmente y durante cuatro años dos millones de toneladas de maíz que serán colocadas en mi país. Pero, puesto que la agricultura española tiene su propio programa de desarrollo, esos dos millones de toneladas podrían eventualmente sobrarnos".

La solución encontrada no es de las más brillantes. En la práctica, la Comisión se compromete en una declaración a hacer lo que es su deber: administrar correctamente los mercados. Así va la vida en Bruselas.

3 de febrero

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