Tribuna:BALANCE DEL PRIMER AÑO EN LA COMUNIDAD EUROPEA

CE, 25; España, 5

Resulta evidente que nos falta aún una mínima perspectiva histórica y los detalles precisos para hacer este balance. Sin embargo, sí se pueden observar ciertos síntomas y algunas conductas que nos puedan proporcionar cierta visión, aunque ésta sea de urgencia y provisional, de lo que han .sido estos meses de España como miembro de la Comunidad Europea (CE) y de lo que razonablemente nos puede deparar el futuro. Y los resultados de este avance no se puede decir que sean precisamente alentadores.Cifras

Lo primero que, lógicamente, se tiende a examinar en cualquier intento de valora...

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Resulta evidente que nos falta aún una mínima perspectiva histórica y los detalles precisos para hacer este balance. Sin embargo, sí se pueden observar ciertos síntomas y algunas conductas que nos puedan proporcionar cierta visión, aunque ésta sea de urgencia y provisional, de lo que han .sido estos meses de España como miembro de la Comunidad Europea (CE) y de lo que razonablemente nos puede deparar el futuro. Y los resultados de este avance no se puede decir que sean precisamente alentadores.Cifras

Lo primero que, lógicamente, se tiende a examinar en cualquier intento de valoración son precisamente las cifras, que constituyen los únicos datos objetivos de que disponemos. Y estas cifras, estos datos nos ponen de manifiesto que las cosas no han marchado muy bien. Es cierto que, a diferencia de la evolución general de nuestro comercio exterior (con disminución tanto de exportaciones e importaciones en relación al año 1985), nuestros intercambios comerciales globales con la CE han aumentado. Pero también es verdad que el peso relativo de esta progresión de los intercambios es decididamente favorable para la CE.

Nuestras ventas a la Comunidad no van a aumentar mucho más de un 5% a lo largo del año 1986, mientras que las exportaciones comunitarias a España sí que lo van a hacer por encima del 25%. O, dicho de otra forma, nuestro saldo comercial con la CE ha sufrido un importante cambio de signo, pasando del superávit logrado el año pasado a un déficit próximo a los 140.000 millones de pesetas, registrado durante los 11 primeros meses de este año.

La conclusión elemental y general de estos datos es que la integración de España en la CEE ha beneficiado más, hasta el momento, a las empresas comunitarias que a las españolas, a pesar de que un componente muy importante de la importación española lo constituyen los bienes de equipo.

La penetración

El segundo aspecto que conviene considerar, pese a la dificultad de no disponer de datos definitivos y a carecer de suficiente perspectiva, es el grado recíproco de penetración de las economías comunitarias en la española, y viceversa. Sobre este particular me limitaré a mencionar tres hechos que, en mi opinión, se están produciendo y que pueden tener una incidencia importante para el futuro de nuestro país y de las relaciones con los países miembros de la Comunidad. Primero, el que las empresas europeas han. considerado desde el primer momento al mercado español como parte integrante de su mercado interior, lo que les ha permitido avanzar con rapidez, decisión y buenos resultados inmediatos. Segundo, han intensificado sus esfuerzos -ya iniciados años anteriores- para hacerse con las redes comerciales más eficientes dentro del territorio español lo que ha originado una importante revaluación de las mismas, dificultando consecuentemente su acceso a nuestras empresas. Tercero, han mostrado una extraordinaria agresividad en sus acciones comerciales, sacrificándose en muchos casos la rentabilidad e intereses a corto plazo en aras de lograr una presencia y situación de futuro consolidada y firme. Tres hechos quizá poco visibles para el gran público, pero que suponen tomar posiciones estratégicas y sentar las bases de lo que pueden ser las relaciones comerciales España-CE en años venideros.

Tercer aspecto: la actuación de tutela, defensa y adaptación de la Administración española ante el hecho de la integración. Nuestra Administración está procediendo con evidente entusiasmo, no exento de cierta ingenuidad, a integrar, formal y oficialmente, a nuestro país en el Mercado Común europeo. Pero lo que ha olvidado, quizá debido a la presión de todo lo mucho que lleva consigo la adaptación de nuestra Administración y de nuestra normativa-, ha sido la realización de un seguimiento fiel y sugerente de la evolución de los diversos sectores y de los efectos que sobre ellos está produciendo la integración. Está claro que muchos de ellos lo están pasando mal y se les presenta un futuro inmediato lleno de dificultades. Y sin conocer en detalle la situación sectorial, sus problemas, sus dificultades, dificilmente se pueden adoptar medidas cautelares y adaptadas a la realidad.

¿Qué enseñanzas y qué precauciones parece aconsejable adoptar con vistas al futuro inmediato? La experiencia de estos meses -que han conocido a nuestro país como miembro efectivo, aunque en régimen transitorio, de la CEE, presenta más sombras que luces. Sin embargo, todavía disponemos de tiempo y de capacidad de maniobra para reaccionar y poder paliar, al menos parcialmente, tanto los problemas que estamos sufriendo como los que se nos vienen encima. Y sobre todo, lo que considero más importante: poder aprestarnos de una manera más equilibrada a encarar el tópico pero real reto competitivo.

Esta preparación exige, primero, un esfuerzo de todas las empresas españolas para pensar y actuar en comunitario. Segundo, un esfuerzo que será muchas veces traumático y -grave, pero imprescindible, de adaptación y re estructuración empresa a empresa. Tercero, una adecuada e inteligente política de persuasión ante las instancias comunitarias, que nos permita aprovechar realmente el período transitorio al que las empresas españolas tienen derecho. Cuarto, un adecuado seguimiento y conocimiento de la realidad sectorial española que haga posible adoptar posiciones apropiadas ante las prácticas comerciales excesivamente agresivas que, en muchos casos, están adoptando las empresas comunitarias. Quinto, tomar las medidas adecuadas para que sea factible una mayor penetración de la empresa española en los mercados comunitarios, apoyada en la necesaria mayor liberalización en la salida de capitales. Y sexto y fundamental, cuidar exquisitamente la exportación española, que se está comprobando no puede soportar el tipo de cambio de la peseta que determina nuestro nivel y saldos de la balanza de pagos, el diferencial de inflación con los países de la CEE y la desaparición de determinados instrumentos de apoyo, como es la desgravación fiscal a la exportación. Los empresarios españoles nos preguntamos, sin hallar respuesta, ¿para cuándo ese plan de fomento de la exportación, anunciado allá por el mes de febrero por el ministro de Economía y Hacienda, precisamente en un acto cameral?

Reacción necesaria

En definitiva, pienso que, cumplido ya el primer año de nuestra integración en la CE, vamos perdiendo el partido. Pero estoy firmemente convencido de que aún tenemos tiempo y capacidad de maniobra bastantes para poder remontar en el futuro próximo este resultado adverso. Para, conseguirlo no podemos perder ni un minuto más, tanto las empresas como la Administración, en tomar las adecuadas decisiones y las medidas oportunas. Porque de lo que no cabe ninguna duda es de que los comunitarios no se duermen y están decididos a ganarnos por goleada si nos dejamos llevar por la indecisión y la apatía.

Adrián Piera es presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de España.

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