Cartas al director

Causa de la guerra

Siguiendo la idea del artículo La verdadera causa de la guerra civil, de Félix de Azúa (EL PAÍS, 21 de diciembre de 1986), yo pediría, a quien sepa hacerlo, a quien esté en la entraña de la cosa, que publicase el número, no el nombre de los señores consanguíneos que pululan en los cargos administrativos. Por ahora, y casi solamente porque nos suenan los apellidos, conocemos a los vinculados fraternalmente en altos puestos de los ministerios; pero es normal que también, a niveles más bajos, funcione la consanguinidad. Y el diablo me libre de pensar mal. No creo que sea otra que la compet...

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Siguiendo la idea del artículo La verdadera causa de la guerra civil, de Félix de Azúa (EL PAÍS, 21 de diciembre de 1986), yo pediría, a quien sepa hacerlo, a quien esté en la entraña de la cosa, que publicase el número, no el nombre de los señores consanguíneos que pululan en los cargos administrativos. Por ahora, y casi solamente porque nos suenan los apellidos, conocemos a los vinculados fraternalmente en altos puestos de los ministerios; pero es normal que también, a niveles más bajos, funcione la consanguinidad. Y el diablo me libre de pensar mal. No creo que sea otra que la competencia la razón de estar donde están. Tampoco es que quiera denunciarlo como nepotismo, no; es simplemente para constatar levíticamente que nuestro patriotismo continúa, y que, por tanto, podemos estar tranquilos, queda eliminada la causa de otra guerra civil. No hay peligro de nuevos Azañas. Ovidio Pérez.

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