Cartas al director

Selectividad

En estos últimos días se está presentando ante la opinión pública una aparente unanimidad de los estudiantes en cuanto a la supresión de la selectividad. Nada más lejos de la realidad. Muchos pensamos que debe mantenerse la selectividad, e incluso incrementar su dificultad (no olvidemos que hoy no es más que un mero trámite burocrático); a la vez debería bajarse el número de convocatorias que permiten a muchos parásitos vegetar varios años por las aulas universitarias a costa del contribuyente.En definitiva, conseguir que la Universidad sea un verdadero centro de enseñanza superior, y no una m...

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En estos últimos días se está presentando ante la opinión pública una aparente unanimidad de los estudiantes en cuanto a la supresión de la selectividad. Nada más lejos de la realidad. Muchos pensamos que debe mantenerse la selectividad, e incluso incrementar su dificultad (no olvidemos que hoy no es más que un mero trámite burocrático); a la vez debería bajarse el número de convocatorias que permiten a muchos parásitos vegetar varios años por las aulas universitarias a costa del contribuyente.En definitiva, conseguir que la Universidad sea un verdadero centro de enseñanza superior, y no una maquinaria mediocre y degradada por la masificación actual. Evidentemente, esto debe ir acompañado por una política educativa que remueva los obstáculos económicos para que el acceso a la Universidad no sigasiendo un privilegio de unos pocos, un enorme sacrificio para bastantes y un sueño irrealizable para la mayoría. A la vez deberían fomentarse otras salidas distintas de la universitaria y, a su vez, dignifícarlas, como los estudios de formación profesional.

A mi entender, esto sí que es una propuesta progresista y realista para resolver la s ltuación caótica en que se encuentra la Universidad española, y no esas medidas que propone el misterioso sindicato de estudiantes, teñidas de la famosa titulitis que tantos males ha traído a nuestra enseñanza. Las propuestas del sindicato, eso sí, permiten que, transcurridos los años de la licenciatura, el estudiante pase a formar parte de la triste lista de parados mientras su título universitario se pudre en cualquier pared, simbolizando cinco años de insensatez-

. Estudiante de quinto de Derecho. Universidad Autónoma de Madrid.

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