CONSUMO

Indicios de que los estallidos en las gaseosas se deben a fisuras en el vidrio

Luis García, jefe del servicio de consumo de la Comunidad de Madrid, aseguró ayer que, pese a que la investigación en curso aún no ha concluido, hay indicios de que los accidentes por estallido de botellas de gaseosa La Casera -que han causado al menos ocho heridos- se deben a la presencia de fisuras o burbujas en los envases, así como a variaciones en el espesor del vidrio. No obstante, García no descarta que se haya producido una mala utilización por los usuarios, como el sometimiento de las botellas a cambios bruscos de temperatura, aunque esto último no justificaría por sí mismo los accide...

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Luis García, jefe del servicio de consumo de la Comunidad de Madrid, aseguró ayer que, pese a que la investigación en curso aún no ha concluido, hay indicios de que los accidentes por estallido de botellas de gaseosa La Casera -que han causado al menos ocho heridos- se deben a la presencia de fisuras o burbujas en los envases, así como a variaciones en el espesor del vidrio. No obstante, García no descarta que se haya producido una mala utilización por los usuarios, como el sometimiento de las botellas a cambios bruscos de temperatura, aunque esto último no justificaría por sí mismo los accidentes.La existencia de alguna fractura en el vidrio junto a una manipulación quizás no exquisita, son, a juicio del jefe del servicio de consumo de la Comunidad de Madrid, las hipótesis más seguras. "Creo que han podido ser causas simultáneas", aseguró.

Técnicos familiarizados con el proceso de fabricación del vidrio eliminaron la posibilidad de que las botellas contengan defectos de fábrica, dados los complicados controles de que disponen.

Directivos de La Casera minimizaron los accidentes ocurridos y señalaron que los envases retornables sufren controles severos. Según informa Eva Castro desde Toledo, Eduardo Hernández, empleado en la sección de control de calidad en la planta embotelladora de esa ciudad, que lleva funcionando 32 años, explicó que tras la limpieza y el lavado de las botellas, éstas pasan por una pantalla luminosa' donde un operador va revisando y desechando aquellos envases que llegan defectuosos, rayados o quebrados.

Posteriormente pasan a la llenadora, donde la presión del ácido carbónico es de ocho gramos. "La botella que esté resentida por cualquier causa, cuando pasa a la llenadora y es sometida a esa presión, estalla", asegura Hernández.

En la factoría de Toledo se embotellan 6.500 gaseosas a la hora, lo que supone unas 40.000 en una jornada de siete horas. Diariamente, se registran unas 1.000 botellas defectuosas, que son retiradas del mercado.

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