Las elecciones del próximo sábado, cruciales para el futuro político de Brasil

Las elecciones del próximo sábado en Brasil, donde unos 69 millones de votantes elegirán 22 gobernadores provinciales, 486 diputados federales y 49 senadores, serán cruciales para el futuro político inmediato del país: los parlamentarios que resulten ganadores, sumados a los 20 senadores elegidos en 1982 y cuyo mandato sigue vigente, tendrán a su cargo la elaboración de una nueva Constitución.

La actual fue elaborada por la dictadura militar en 1967, y desde entonces sufrió tantas enmiendas que parece un enorme mosaico del autoritarismo.El grupo mayoritarario, el Partido del Movimiento ...

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Las elecciones del próximo sábado en Brasil, donde unos 69 millones de votantes elegirán 22 gobernadores provinciales, 486 diputados federales y 49 senadores, serán cruciales para el futuro político inmediato del país: los parlamentarios que resulten ganadores, sumados a los 20 senadores elegidos en 1982 y cuyo mandato sigue vigente, tendrán a su cargo la elaboración de una nueva Constitución.

La actual fue elaborada por la dictadura militar en 1967, y desde entonces sufrió tantas enmiendas que parece un enorme mosaico del autoritarismo.El grupo mayoritarario, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), conquistará, según los sondeos, la mayoría de los gobiernos de los estados y, seguramente, la mayoría de los asientos en la Asamblea Constituyente. Uno de los puntos principales de la nueva Constitución será fijar la duración del período presidencial iniciado en 1985. En otras palabras, les tocará a los nuevos parlamentarios modificar la actual norma de elección indirecta y establecer el retorno de las elecciones a la presidencia por la vía del voto directo.

Período presidencial

En los últimos meses, se aceleraron las pugnas sobre el tema: mientras los sectores de la derecha vinculados al Gobierno federal defienden que la duración del período presidencial sea de seis años, los centristas del PMDB piden cinco años.La izquierda, encabezada por el gobernador socialista de Río de Janeiro, Leonel Brizola, aboga por la realización de elecciones directas en 1987 o, a lo sumo, en 1988.

Las elecciones del sábado se han convertido, en este contexto, en decisivas para el futuro inmediato de Brasil. Sólo en el Estado de São Paulo, el más rico e industrializado del Brasil, se calcula que los tres principales candidatos a gobernador habrán gastado unos 150 millones de dólares (19.000 millones de pesetas) en su campaña. Además, las fuerzas más representantivas de la oligarquía económica gastaron sin límite en esta campaña para lograr el sábado el mayor número posible de representantes en la Asamblea Constituyente.

En Río de Janeiro, se logró la insólita unión de empresarios y financieros con líderes de la dictadura militar y con representantes de los dos partidos comunistas: el Partido Comunista Brasileño (PCB), de línea moderada, y el Partido Comunista del Brasil (PC do B), de línea maoísta. Esa inesperada unión fue creada en un intento de derrotar al antropólogo y escritor Darcy Riveiro, candidato respaldado por el actual gobernador Brizola.

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Antiguos perseguidos por la dictadura, como Waldir Pires y Miguel Arraes, son candidatos favoritos en sus respectivos estados (Bahía y Pernambuco). Si consiguiesen el triunfo, se debilitaría fuertemente el ala derecha del actual Gobierno, y el mismo presidente brasileño, José Sarney, quien encabezó el partido político de la dictadura antes de transformarse en demócrata, saldría fuertemente debilitado en sus aspiraciones de mantenerse en el cargo hasta 1992. El año pasado, Sarney fue nombrado vicepresidente por un colegio electoral creado por los militares, y llegó a la presidencia después de la muerte de Tancredo Neves, que falleció sin haber asumido el cargo.

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