Cartas al director

Un ministro engañado

La comparecencia del ministro del Interior, José Barrionuevo, ante la Comisión de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados resultó una comedia bufa en la que participaron solidariamente los medios de comunicación. Parece ser que este ministro intenta apelmazar nuestra sensibilidad o inmunizarnos contra todo tipo de pasiones.La gloria de nuestro ministro, "defensor de las libertades y filántropo de la patria", es una cómica vanidad que le permite salir airoso de los más desagradables sucesos convirtiéndolos en silencios interminables compuestos de informaciones incompletas y a veces tr...

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La comparecencia del ministro del Interior, José Barrionuevo, ante la Comisión de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados resultó una comedia bufa en la que participaron solidariamente los medios de comunicación. Parece ser que este ministro intenta apelmazar nuestra sensibilidad o inmunizarnos contra todo tipo de pasiones.La gloria de nuestro ministro, "defensor de las libertades y filántropo de la patria", es una cómica vanidad que le permite salir airoso de los más desagradables sucesos convirtiéndolos en silencios interminables compuestos de informaciones incompletas y a veces tristemente hilarantes. ¿Cómo puede manifestar un ministro del Interior que ha sido engañado y continuar manteniendo una figura digna? Tras ese reconocimiento debería implorar con lágrimas en los ojos una dimisión rápida y discreta.

La desaparición de El Nani se ha convertido en un escupitajo a la cara de la sonriente fraternidad social defendida por el señor Barrionuevo. Y pretende quitarse el escupitajo de encima interpretando el papel de engañado. Es un atropello de la razón del que todos los actores de la comedia son responsables. Sin lugar a dudas, el caso de Santiago Corella, el Nani, terminará traspapelado en el cementerio de las causas perdidas, y los pillos que engañaron a nuestro cándido ministro y que permitieron que se cometieran quién sabe qué atrocidades seguirán respirando con felicidad los enrarecidos aires de los tétricos sótanos de la Dirección General de Seguridad.-

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