La policía peruana persigue en la selva amazónica a los traficantes de cocaína

La policía peruana continuó ayer la persecución de los traficantes de cocaína que huyeron a la jungla amazónica después de que helicópteros y aviones de combate bombardearan el sábado sus pistas aéreas y laboratorios, en el marco de una amplia operación contra el narcotráfico conocida como Condor III.La operación del sábado tenía como objetivo la destrucción de 12 bases del narcotráfico situadas en las proximidades de la frontera con Colombia, cuatro de las cuales poseen un importante equipo para la elaboración de cocaína y pistas de aterrizaje asfaltadas.

La aviación destruyó do...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La policía peruana continuó ayer la persecución de los traficantes de cocaína que huyeron a la jungla amazónica después de que helicópteros y aviones de combate bombardearan el sábado sus pistas aéreas y laboratorios, en el marco de una amplia operación contra el narcotráfico conocida como Condor III.La operación del sábado tenía como objetivo la destrucción de 12 bases del narcotráfico situadas en las proximidades de la frontera con Colombia, cuatro de las cuales poseen un importante equipo para la elaboración de cocaína y pistas de aterrizaje asfaltadas.

La aviación destruyó dos bases de narcotraficantes mientras que helicópteros cargados con unidades militares especializadas en la lucha contra la droga ocuparon un tercer centro conocido como Nueva Jerusalén. Según fuentes policiales, tras el ataque los traficantes intentaron volver a Nueva Jerusalén, lo que impidieron las unidades antidroga que intentan cercarlos cerca de las fronteras con Colombia y Brasil.

Según informaron ayer las autoridades peruanas, los campesinos del área conocida como Tierra Amarilla trabajaron durante un año con machetes, palas y hachas para construir Nueva Jerusalén. Esta base estaba administra principalmente por traficantes procedentes de Colombia que efectuaban, por vía aérea, ocho envíos de cocaína cada semana.

Los campesinos de esta área fueron pagados en pesos colombianos para la construcción de este complejo que incluía una pista de aterrizaje de 1,5 kilómetros, de largo, hangares camuflados, comedores, dormitorios y laboratorios para procesar la droga.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En