LA CAMPAÑA ELECTORAL

Desafío al sistema constitucional en los funerales por los tres asesinados

Altos mandos militares y personas vinculadas a la ultraderecha despidieron ayer, al son del Cara al sol y en medio de gritos e insultos al Gobierno y a altas instituciones del Estado, los féretros del comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas y del teniente coronel Carlos Vesteiro, asesinados el martes por la organización terrorista ETA. Los ataúdes iban cubiertos con la bandera franquista, que lleva el águila imperial. El acceso al hospital militar Gómez Ulla fue prohibido a políticos y a periodistas. En el mismo acto se encontraba el féretro del soldado Francisco Casillas, cuyos familiares ren...

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Altos mandos militares y personas vinculadas a la ultraderecha despidieron ayer, al son del Cara al sol y en medio de gritos e insultos al Gobierno y a altas instituciones del Estado, los féretros del comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas y del teniente coronel Carlos Vesteiro, asesinados el martes por la organización terrorista ETA. Los ataúdes iban cubiertos con la bandera franquista, que lleva el águila imperial. El acceso al hospital militar Gómez Ulla fue prohibido a políticos y a periodistas. En el mismo acto se encontraba el féretro del soldado Francisco Casillas, cuyos familiares renunciaron, a primera hora de la mañana, al funeral oficial, celebrado en el Cuartel General del Ejército sin la presencia de los restos mortales de las víctimas del triple asesinato.

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A las exequias oficiales asistió el ministro dle Defensa, Narcís Serra, acompañado de altos mandos militares y funcionarios de su departamento. Al funeral familiar acudieron unas 600 personas, entre las que figuraban los dirigentes ultraderechistas Blas Piñar, Mariano Sánchez Covisa y Raimundo Fernández Cuesta.Un centenar de jóvenes ultraderechistas aguardó a la puerta del salón mortuorio del hospital militar la llegada de los ferétros, mientras gritaban consignas contra la Monarquía y otras como "Tejero, libertad" y "menos votos y más justicia".

Mientras, en la sala mortuoria, los presentes gritaban temas del mismo corte y decían "valiente, valiente". Algunos militares, que asistían a título particular al acto organizado por la familia, según manifestó un portavoz de Defensa, saludaron a la salida a los jóvenes que, con el periódico El Alcázar bajo el brazo, cantaban Yo tenía un camarada.

Contra el Rey y el Gobierno

Estos mismos jóvenes, además de increpar a los periodistas, se dedicaron a lanzar piedras contra las unidades móviles de radio que circulaban por el lugar.Sin embargo, este mismo público no tuvo ningún reparo en repetir sus gestos fascistas cuando le enfocaron las cámaras de televisión que cubrían el acto.

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Los gritos e insultos contra el Gobierno no cesaron durante todo el funeral, que se inició a mediodía.

El martes por la noche las familias de los dos jefes militares asesinados habían rechazado la propuesta -realizada por el jefe del Estado Mayor teniente general José María Sáenz de Tejada- de participar en el homenaje oficial que se iba a celebrar en el Cuartel General del Ejército.

Los familiares exigieron que la ceremonia estuviera presidida por la bandera con el escudo del régimen anterior, que no asistiera ningún político y que se permitiera la entrada libre al "pueblo llano". Al no aceptar el Ministerio de Defensa algunas de estas condiciones familiares, por no ajustarse a la normativa vigente, los funerales se celebraron de forma paralela: el familiar, en el hospital militar, y el oficial, en el Cuartel General del Ejército.

Durante el responso, un grupo de jóvenes intentó acercarse en dos ocasiones al capitán general de Madrid, Gustavo Urrutia, pero el servicio de orden de la Policía Militar les cerró el paso.

El acceso al hospital fue restringido, y cuando un policía militar solicitó el carné a una señora, ésta contestó, en tono amargo: "¿Cuál, el de Fuerza Nueva o el de identidad?".

La presencia ayer por la mañana de dos tenientes generales en el funeral familiar fue contestada por el público asistente con lanzamiento de monedas, mientras les acusaban de "peseteros". Con similares gestos de hostilidad fue acogida la visita del jefe del Estado Mayor, Sáenz de Tejada, que, acudió al centro el martes por la noche.

El alto cargo militar soportó estoicamente los abucheos y gritos; de "asesino" que de forma aislada le dirigieron los presentes.

"Se va a acabar, se va a acabar la monarquía liberal", continuaron gritando los asistentes, mientras acusaban al Gobierno de ser cómplice de los terroristas. Los ánimos estaban tan exaltados, que a la salida de un coche fúnebre los ultraderechistas alzaron sus brazos, gesto que fue correspondido por la viuda.

A los pocos minutos se descubrió que el cadáver recién homenajeado a la usanza fascista no correspondía a ninguno de los militares asesinados ayer por la organización terrorista ETA, sino a otra persona fallecida en el hospital militar.

"Por Dios y por la Patria"

"Nuestro querido camarada no ha sido asesinado por la ETA", gritó en medio de la inhumación del cadáver un dirigente falangista. "El comandante Ricardo Ynestrillas ha muerto por Dios y por la patria", añadió.Sáenz de Ynestrillas fue condenado -junto con el ex teniente coronel Antonio Tejero-, por la intentona golpista operación Galaxia, descubierta en 1978. Ambos fueron acusados de preparar una ocupación del palacio de la Moncloa durante un Consejo de Ministros presidido por Adolfo Suárez.

Los féretros fueron sacados del hospital militar por la puerta trasera. En las inmediaciones del centro se habían congregado desde las diez de la mañana unas 500 personas, que corearon ininterrumpidamente consignas ultraderechistas, además de pedir a gritos la reinstauración de la pena de muerte.

En toda la zona próxima al hospital, situado en el madrileño barrio de Carabanchel, se observaba un amplio despliegue policial, compuesto por agentes municipales y miembros de las policías Militar y Nacional.

Algunas de las personas congregadas en las inmediaciones del hospital militar lanzaron unas octavillas con la inscripción Vanguardia.

El texto de la octavilla contenía el número de asesinatos cometidos por ETA y GRAPO, cifrados en 463 para la organización terrorista vasca y en 67 para el otro grupo.

"Otro asesinato sin castigo. Basta ya de falsas y electoreras condenas por el poder tiránico y la falsa oposición. El sistema del odio es culpable", indicaba el panfleto. En él aparecía el escudo franquista, así como la exclamación "¡presentes!" acompañando a los nombres de los tres militares asesinados el martes.

"Sembradores de la muerte"

A las once de la mañana se inició en el Cuartel General del Ejército el funeral oficial por las víctimas del triple asesinato, organizado por el Ministerio de Defensa.Al mismo asistieron Narcís Serra, ministro de Defensa; José María Rodríguez Colorado, delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Madrid; Gustavo Suárez Pertierra, subsecretario de Defensa, y Ángel Liberal Lucini, jefe del Estado Mayor de la Defensa, entre otros altos cargos.

El Ministerio de Defensa había previsto la presencia del féretro del soldado conductor Francisco Casillas en el funeral oficial. Sin embargo, escasas horas antes, la familia del soldado asesinado se negó al traslado del cadáver del hospital militar al cuartel.

En el patio del Cuartel General del Ejército, las insignias militares tuvieron que rendir honores y respeto simbólicamente a unos cadáveres no presentes.

El vicario general castrense, José Manuel Estepa, señaló en su homilía que los dos militares y el soldado fueron "asesinados por quienes se han convertido en locos sembradores de la muerte y de odio sobre los campos".

José Manuel Estepa transmitió a los presentes, entre los que no se encontraban familiares de los fallecidos, la repulsa de los obispos miembros de la Conferencia Episcopal por el atentado.

"Hay que buscar lo que nos une para extirpar este cáncer de España. No es un momento para la división, sino que se trata de una situación en que es necesaria la unidad de todos. No cedamos a la desunión para que la siembra de muertes no lleve a odios fraternos", dijo el oficiante.

"En esta semana, que debiera estar caracterizada por el sereno diálogo y por una reflexión colectiva, guiada por el afán de reconciliación", dijo monseñor Estepa, refiriéndose al período electoral presente, "no resulta ocioso repetir que el terrorismo es intrínsecamente perverso". "La sociedad entera es agredida en su libertad", añadió el vicario general castrense.

Por otra parte, en la noche de ayer seguía grave el policía municipal Pedro Gámez Aguilera, quien derrapó con su moto cuando intentaba seguir al automóvil en el que huyeron los tres terroristas del comando España que cometieron los asesinatos del martes. Su parte médico señala "traumatismo craneal". Pedro Gámez se encuentra ingresado en la Clínica de la Concepción, de Madrid.

Finalmente, la organización terrorista ETA se ha responsabilizado del triple asesinato a través de una llamada al diario vasco Egin. "En llamada telefónica recibida anoche [a últimas horas del martes] en esta redacción, una voz masculina reivindicó en nombre de ETA el atentado y manifestó que posteriormente sería emitido un comunicado sobre el mismo", señalaba en su edición de ayer el diario donostiarra.

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