Los pescadores gallegos detenidos en Canadá, en libertad en bajo fianza

Por motivos humanitarios, un juez canadiense puso anoche en libertad a los capitanes de los dos pesqueros gallegos, que han pasado dos días en la cárcel de este puerto bacaladero tras una rocambolesca persecución y captura, en alta mar, por patrulleras canadienses, que duró cinco días. El juez Woodrow fijará hoy las fianzas para que los dos patrones, las tripulaciones del Julio Molina y Amelia Meirama, 42 hombres, y los barcos puedan regresar a España. La justicia no ha sentenciado aún si los españoles pescaban o no en el interior de la zona económica exclusiva de 200 millas de soberanía canad...

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Por motivos humanitarios, un juez canadiense puso anoche en libertad a los capitanes de los dos pesqueros gallegos, que han pasado dos días en la cárcel de este puerto bacaladero tras una rocambolesca persecución y captura, en alta mar, por patrulleras canadienses, que duró cinco días. El juez Woodrow fijará hoy las fianzas para que los dos patrones, las tripulaciones del Julio Molina y Amelia Meirama, 42 hombres, y los barcos puedan regresar a España. La justicia no ha sentenciado aún si los españoles pescaban o no en el interior de la zona económica exclusiva de 200 millas de soberanía canadiense. Los capitanes prometieron volver a Saint John's, en el noreste de Canadá, para un juicio definitivo.

"Estamos contentos con la justicia de Canadá y de no tener que pasar otra noche en la cárcel", afirmó sonriente Jesús Ínsula Romero, 33 años, barba casi pelirroja y gafas, con dos hijos de ocho y dos años y capitán del Amelia Meirama, tras anunciarse la decisión, al cabo de dos horas de audiencia en la sala número 5 del tribunal provincial de Saint John's.El fiscal pretendía que los dos patrones permanecieran en la cárcel esperando, durante varios meses, a un juicio definitivo, porque su acción fue "dañina y peligrosa y su violación de las aguas canadienses, premeditada". Pero el abogado defensor de los pescadores, John Sinnot, pidió y consiguió que el magistrado aplicara la presunción de inocencia, prometiendo que sus clientes volverían a Canadá para concluir con el razonamiento de que encarcelarlos por unos meses "supondría un comportamiento propio de una república bananera".

Bajo un retrato sonriente de una joven reina Isabel de Inglaterra, puesto que la justicia se administra en Canadá en nombre de la corona británica y su graciosa majestad es nominalmente la jefa de Estado de ese país, el juez Woodrow sentenció que los dos capitanes son "gente de bien y de familia que viven de la pesca, sin antecedentes penales" y que, en casos anteriores, "los españoles siempre se han presentado a juicio en este país".

Eran las cinco en punto de la tarde (21.30, hora peninsular española). El juez quiso subrayar que no se estaba juzgando a un país, España, sino únicamente a dos de sus ciudadanos.

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Los capitanes de los pesqueros gallegos prometen volver a Canadá para un juicio definitivo

La verdad de lo que ocurrió en aguas del Atlántico Norte a las 02.45 horas de la madrugada del pasado día 22 es imposible de establecer, ya que son los radares de las patrulleras canadienses contra la palabra de los españoles. La acusación de Canadá nunca estima que los pesqueros penetraron más de dos millas en la zona de las 200 millas. Atendiendo a las dudas que suscita un incidente en una región fronteriza, que no está ni siquiera marcada en las cartas náuticas de los barcos de control y vigilancia de Canadá, el juez decidió al menos liberar a los capitanes, antes incluso de fijarles una fianza.Los funcionarios canadienses aseguraron por su parte en la vista que los arrastreros se encontraban a una milla y media del interior de aguas prohibidas y dijeron que incluso este hecho había sido admitido por los patrones españoles. Pero lo justificaron, explicaron al juez, por motivos técnicos paró evitar un fondo de rocas cuando estaban arrastrando las redes.

John Taylor y su compañero Ben Rogers, fueron muy firmes a la hora de describir la actuación supuestamente ilegal de los españoles.

"Les dije que pararan, que era ilegal lo que estaban haciendo y que era grave y les ordené volver al puerto de Saint John's. No pudo haber confusión, les aseguramos que estaban detenidos y que no podíamos abandonar sus barcos sin órdenes superiores de nuestro Gobierno", explicó John Taylor. "Ellos nos dijeron que sus órdenes, 'de su armador y del ministerio de Pesca español', eran que volvieran a España. '¿Cómo nos van a llevar al puerto de Saint John's sólo por pescar milla y media dentro de aguas canadienses', nos repetían los patrones".

Jesús ínsula y salvador Omil Soto se separaron anoche de sus captores con un "adiós John" y "adiós Ben" y el patrón del Julio Molina le dijo a Rogers: "dale de comer a Chispas", el perro que llevan a bordo y que con el barco y todo su contenido se encuentra de momento confiscado en el muelle del puerto de Saint John's. Todo esto con el lenguaje de las manos que es el que utilizaron los pescadores españoles para entenderse con sus interlocutores canadienses, que sólo hablaban inglés.

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