Cartas al director

Por qué, deciden tan mal los españoles

Entre la joven clase política abunda hoy mucho el eurócrata avisado que está en la clave de las nuevas tecnologias y que pinta a sus contradictores peluca, calzas, espada y chambergo. Algo de esto puede todavía verse en un artículo del señor Punset en EL PAÍS, en el que contrasta la moral del éxito de las sociedades capitalistas con la envidia igualitaria de las economías de subsistencia. Creo, sin embargo, más significativa aquella caracterización de la moral del éxito que hiciera un Pío Baroja más desdeñoso que envidioso: "(...) hay como dos reglamentos para la vida. Una pragmá...

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Entre la joven clase política abunda hoy mucho el eurócrata avisado que está en la clave de las nuevas tecnologias y que pinta a sus contradictores peluca, calzas, espada y chambergo. Algo de esto puede todavía verse en un artículo del señor Punset en EL PAÍS, en el que contrasta la moral del éxito de las sociedades capitalistas con la envidia igualitaria de las economías de subsistencia. Creo, sin embargo, más significativa aquella caracterización de la moral del éxito que hiciera un Pío Baroja más desdeñoso que envidioso: "(...) hay como dos reglamentos para la vida. Una pragmática general y una mónita secreta. La pragmática general es para los tontos, para los cándidos, y en ella se habla de los beneficios del trabajo, de la aplicación, de la laboriosidad y demás, y la mónita secreta es para los listos, para los enterados: los buenos matrimonios, las amistades, las influencias, etcétera. Luego, en una época como la nuestra, en que se desconfia tanto del talento como de la estupidez de las gentes, cuando a una persona nula se le ve ocupar una posición alta, la gente acaba por decirse: 'Algo tiene este hombre cuando sube'. El éxito lo legitima todo". (El gran torbellino del mundo, V).-

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