Tribuna:

1986

No bien ensimismados los ecos de la reflexión sobre 10 años sin Franco y por tanto sobre Franco se nos echa encima 1986, año de la conmemoración del 50º aniversario del estallido de la guerra civil Los 10 años de posfranquismo han dado lugar a un falso debate sobre Franco, al que los antifranquistas acudían con el lirio en la mano o con una voluntad de no menear el residuo y en cambio los franquistas iban con el propósito de sacar la estatua en procesión y de paso dejar de merodear ellos mismos por el desierto político.También alguna declaración, desafortunadamente emitida o des afortunadament...

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No bien ensimismados los ecos de la reflexión sobre 10 años sin Franco y por tanto sobre Franco se nos echa encima 1986, año de la conmemoración del 50º aniversario del estallido de la guerra civil Los 10 años de posfranquismo han dado lugar a un falso debate sobre Franco, al que los antifranquistas acudían con el lirio en la mano o con una voluntad de no menear el residuo y en cambio los franquistas iban con el propósito de sacar la estatua en procesión y de paso dejar de merodear ellos mismos por el desierto político.También alguna declaración, desafortunadamente emitida o des afortunadamente recogida, del jefe de Gobierno socialista se ha sumado a la no beligerancia de la España democrática contra el que fue su gran verdugo del siglo XX; así como suena y como consta. Es cierto que la vivencia española bajo Franco es poco y mal conocida, entre otras causas porque el propio franquismo se encargó de trucar los espejos y tapiar las ventanas. Pero los valores negativos fundamentales de la experiencia son comprobaciones históricas objetivables: la barbarie, la crueldad, la prepotencia analfabeta, el aplazamiento de las grandes cuestiones de fondo de la convivencia española.

Para cualquier español que tuviera menos de 10 años en 1975, Franco ha pasado por 1985 como un anciano personaje "por estudiar", del que, por tanto, debe aplazarse el juicio histórico. Los historiadores lo han cogido con pinzas científicas y los políticos con pinzas electorales. La ciencia es una vieja puta (con perdón de las putas) que cuando se aplica a la historia olvida los gritos demasiado concretos y los apellidos de las víctimas más innumerables. En cuanto a algunos políticos, son capaces de vender su alma al diablo institucionalista o de ponerla en venta a cambio de los votos que les puedan venir del franquismo sociológico. Cuidado con unos y con otros en este año de gracia de 1986 en el que 50 años de Alzamiento Nacional o 50 años de Alzamiento Antidemocrático están en juego y, con uno u otro adjetivo, la posibilidad o imposibilidad de que la historia conserve un cierto sentido de la orientación moral.

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