Espías a cambio de corderos

Francia recortará las importaciones de Nueva Zelanda si no vuelven a casa los agentes del 'Rainbow Warrior'

Desde que el pasado día 4, en los 34 minutos que duró la audiencia preliminar en el Alto Tribunal dé Auckland, el fiscal rebajó su acusación contra los agentes de los servicios secretos franceses involucrados en el hundimiento del barco ecologista Rainbow Warrior, en el que murió un miembro de la tripulación, de asesinato a homicidio, se desataron las especulaciones internacionales sobre los términos en que habrían negociado París y WeIlington. Y, al margen de las cábalas puramente políticas, medios de Nueva Zelanda y Francia empezaron a comentar que la suerte de Alain Mafart y Dominique Prieu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Desde que el pasado día 4, en los 34 minutos que duró la audiencia preliminar en el Alto Tribunal dé Auckland, el fiscal rebajó su acusación contra los agentes de los servicios secretos franceses involucrados en el hundimiento del barco ecologista Rainbow Warrior, en el que murió un miembro de la tripulación, de asesinato a homicidio, se desataron las especulaciones internacionales sobre los términos en que habrían negociado París y WeIlington. Y, al margen de las cábalas puramente políticas, medios de Nueva Zelanda y Francia empezaron a comentar que la suerte de Alain Mafart y Dominique Prieur, los dos espías franceses, puede estar unida, a partir de ahora, a una mayor o menor partida de corderos.

Pese a la sentencia de 10 años de cárcel -otros siete años por incendio criminal está previsto que se cumplan a la vez-, dictada el viernes (jueves por la noche en España) por el presidente del Alto Tribunal de justicia neozelandés, sir Ronald Davidson, y a su negativa a recomendar al Gobierno la deportación de los dos espías, posibilidad que le permite la ley, es probable que los falsos esposos Turenge, que escucharon ímpasibles y sin pestañear una sentencia que les condenaba "por un plan deliberado de naturaleza terrorista, realizado por motivos políticos e ideológicos", regresen a Francia más pronto cuanto mayor sea el número de ovejas que el Gobierno de Nueva Zelanda logre colocar a los franceses. Y para concluir de esta manera no hace falta tan sólo recordar las opiniones extraoficiales que había en Auckland a principios de noviembre ni los comentarios de la Prensa francesa, entre ellos un chiste que dio en portada por entonces Le Figaro y que presentaba a Mitterrand subido en la mesa de su despacho, sobre un mar de corderos, y preguntando por teléfono: "Fabius, ¿quién ha negociado con los neozelandeses? ¿Tricot?"Francia tiene muchos argumentos para negociar con Nueva Zelanda desde una posición de fuerza y poner sobre la mesa, frente a la sentencia del viernes y a la postura firme del primer ministro neozelandés, David Lange, y sus calificativos del hundimiento del Rainbow Warrior como "sórdido acto de terrorismo de Estado a nivel internacional", la realidad de una balanza comercial absolutamente favorable al Gobierno de París.

En el período que va de enero a julio de este año, Nueva Zelanda adquirió productos franceses por valor de 1.333 millones de francos (26.660 millones de pesetas), mientras que sus exportaciones a, Francia no superaron los 378 míllones (7.560 millones de pesetas). El grueso de las exportaciones neozelandesas a París lo constituyeron la lana (70%), la carne de cordero (15%) y las pieles (10%).

A estos datos se une la situación de la economía neozelandesa. En un momento en que se han suprimido las subvenciones a los agricultores y que el dólar de WeIlington está sobrevalorado, cualquier recorte a las posibilidades de exportación hacia Francia no sería muy bien acogido en el país que aún retiene a los dos agentes que participaron en el sabotaje contra el barco ecologista de Greenpeace. Y tal posibilidad ha sido apuntada por el secretario general del RPR gaullista, Jacques Toubon, quien, tras manifestar que Francia no debe pedir perdón ni comportarse como una potencia débil, ha solicitado al presidente Mitterrand que amenace con bloquear las exportaciones neozelandesas a la Comunidad Económica Europea, a no ser que se obtenga de WeIlington "lo que no es más que justicia: el regreso a nuestro país de los dos agentes".

Solidaridad

Las declaraciones del presidente Mitterrand, que dijo el jueves en París que Mafart y Prieur tienen la solidaridad de Francia entera, y las del ministro de Defensa, Paul Quilés, reiterando que su país hará todo lo posible para conseguir que los dos agentes vuelvan a casa, se unen a otras similares del ministro de Exteriores, Roland Dumas, y abonan oficialmente la tesis de que las negociaciones entre Francia y Nueva Zelanda irán más allá de las compensaciones económicas.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Falta por ver si el primer ministro neozelandés, David Lange, mantiene su afirmación de que no tiene la tentación de deportar a los dos agentes franceses como forma de evitar que siga habiendo embarazosas situaciones diplomáticas.

Un dato más vino a avalar ante ayer la realidad de que la vía jurídica ha terminado. El abogado contratado por el Gobierno francés para defender a los dos agentes de los servicios secretos, Daniel Soulez Larivière, anunció en Auckland que no recurrirán la sen tencia dictada por el Alto Tribunal de Nueva Zelanda, pese a que te nían un plazo de 10 días para ha cerlo. Podría no merecer la pena meterse en más trámites cuando París pretenderá, sin duda, llegar a soluciones por otra vía. Porque, como dijo por teléfono la capitana Dominique Prieur al enviado espe cial de la agencia France Presse y a una emisora de radio, tras conocer que podría pasar dos lustros en los bungalows de madera de las afueras de Auckland donde lee, re cibe a su marido real y tiene un cocinero a su disposición: "No me veo en absoluto pasando aquí 10 años, ni siquiera algunos meses".

Prieur opinó que "el juez ha estado duro con nosotros, pero yo no pierdo la moral". Y comentó las palabras del abogado de la acusación, David Morris, en el sentido de que "los acusados tuvieron un alto nivel de responsabilidad en el atentado, y es la primera vez en. la historia de Nueva Zelanda que nuestro país es escenario de una acción terrorista como ésta", diciendo: 'Es muy duro y en absoluto agradable oírse tratar de vulgar terrorista, cuando se es un militar que ha actuado como le ordenaron".

Optimismo

El defensor francés de Alain Mafart y Dominíque Pricur, que el pasado 4 día calíficó como "un gran día para Francia" la fecha en la que los dos agentes dejaban de ser acusados de asesinato para serlo de homicidio, no estuvo menos optimista el viernes, cuando, además, justificó su sueldo: "Esta sentencia era previsible", dijo Daniel Soulez Larivière. "No olvide mos que hace un mes mis clientes, acusados de asesinato, corrían el peli- gro de ser condenados a cadena perpetua. Cuatro semanas más tarde, después de habernos ahorrado un largo y doloroso proceso, han sido condenados a 10 años por homicidio involuntario. La defensa ha hecho su trabajo", añadió.

En esta ocasión, la sesión en que se leyó la sentencia acusatoria contra los agentes franceses duró dos horas y 45 minutos, y los dos espías comparecieron esposados a sus guardianes, mientras que la audiencia preliminar de hace 20 días duró poco más de media hora, y los homicidas fueron presentados al tribunal con las manos libres. Las autoridades neozelandesas debieron de recuperar las precauciones que les recomendaron semanas atrás y cambiar a los detenidos a prisiones de máxima seguridad, en aquella ocasión para evitar el posible rescate de un comando francés, porque las medidas de control de acceso a la Corte Suprema llevaron ahora a cachear incluso a los abogados.

El presidente de Greenpeace, David McTaggart, comentó la sentencia diciendo que es justicia sólo en parte. Las conversaciones entre Francia y la organización ecologista para llegar a un acuerdo sobre las compensaciones que París deberá dar como consecuencia del hundimiento del Rainbow Warrior terminaron sin conclusiones el miércoles día 20, según dijo Rod Hansen, abogado de Greenpeace. "No hemos llegado a ninguna conclusión final, pero no se han roto las conversaciones y han sido productivas", dijo Hansen. Los encuentros podrían reiniciarse la próxima semana.

Greenpeace no ha dicho cuánto puede pedir al Gobierno francés, pero algunos miembros de la organización ecologista han señalado que pueden ser millones de dólares. Los pacifistas reclaman la pérdida del barco y su equipo y utensilios y piden, asimismo, una indemnización por haber tenido que variar el rumbo de su barco Greenpeace para que acudiera al lugar de la protesta contra las pruebas nucleares en el Pacífico sur. Francia tendrá también que indemnizar a la familia de Fernando Pereira, el fotógrafo portugués que murió ahogado con motivo del sabotaje.

Archivado En