Pieter Botha rechaza la petición de la Commonwealth de que reforme el sistema de segregación racial

El presidente surafricano, Pieter W. Botha, ha rechazado de manera tajante el plazo de seis meses dado por la Commonwealth para conseguir una reforma sustancial de las estructuras racistas de Suráfrica y ha amenazado con cortar el suministro de minerales estratégicos si Occidente se empeña en seguir presionando al régimen de Pretoria.

En un belicoso discurso pronunciado en la localidad de Bethelem, en el Estado libre de Orange, donde dentro de unos días se celebrará una elección parcial, el líder surafricano contestó al documento elaborado por los líderes de la comunidad británica d...

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El presidente surafricano, Pieter W. Botha, ha rechazado de manera tajante el plazo de seis meses dado por la Commonwealth para conseguir una reforma sustancial de las estructuras racistas de Suráfrica y ha amenazado con cortar el suministro de minerales estratégicos si Occidente se empeña en seguir presionando al régimen de Pretoria.

En un belicoso discurso pronunciado en la localidad de Bethelem, en el Estado libre de Orange, donde dentro de unos días se celebrará una elección parcial, el líder surafricano contestó al documento elaborado por los líderes de la comunidad británica de naciones, en su reunión de Nassau, con una reiteración de su negativa a establecer un sistema de un hombre-un voto en Suráfrica.

Sanciones limitadas

Los líderes de la Commonwealth, en un laborioso documento redactado el último fin de semana, decidieron aplicar un paquete de sanciones limitadas a Suráfrica, a la vez que hacían un llamamiento al Gobierno de Pretoria para que se comprometiese a desmantelar el sistema de apartheid, a levantar el estado de emergencia establecido en julio en el país, a legalizar el opositor Congreso Nacional Africano y el resto de los partidos políticos y, a liberar inmediatamente y sin condiciones al líder nacionalista negro Nelson Mandela. Igualmente, se acordó el establecimiento de un grupo de seguimiento para comprobar si se producían cambios en Suráfrica. En el caso de no registrarse ningún cambio, los países de la Commonwealth adoptarían otro paquete de sanciones voluntarias más lesivas para los intereses surafricanos."El Partido Nacional no cree en el sistema de un hombre-un voto, en sistema unitario, ni en una cuarta Cámara en el Parlamento (hasta ahora los blancos, mestizos e indios tienen su propia Cámara en un Parlamento tricameral). Estamos conversando todos los días con dirigentes negros y estamos dispuestos a seguir discutiendo con todos los que sean razonables, pero no estamos dispuestos a aceptar un plazo que nos obligue a terminar las conversaciones en seis meses", dijo Botha.

En respuesta a las sanciones impuestas por el presidente norteamericano, Ronald Reagan, el pasado septiembre y por la Commonwealth en Nassau, Botha manifestó que "el mensaje que transmitió a EE UU y a la Commonwealth es que, si se empeñan en cavar una fosa para Suráfrica, pueden acabar dañándose ellos mismos". La amenaza de cortar el suministro de minerales estratégicos fue muy clara.

"Si Suráfrica decidiese retener sus exportaciones de cromo, un millón de norteamericanos perdería su trabajo y la industria del automóvil en Europa quedaría paralizada", declaró Botha. Suráfrica es el principal productor de cromo en Occidente y suministra el 27% del acero inoxidable y del resto de las aleaciones de acero utilizadas en la fabricación de automóviles y aviones.

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Entretanto, y tras un período de relativa calma, los disturbios volvieron a extenderse el lunes y el martes a las ciudades negras cercanas a Johanesburgo, El Cabo, Port Elizabeth y Durban. Según informes de la policía, otros ocho negros perdieron la vida en choques con las fuerzas de seguridad, con lo que la cifra de muertos a causa de la violencia racial asciende ya a 760 en los últimos 21 meses.

En Londres la Cámara de los Comunes, que reanudó sus sesiones el lunes tras los tres meses reglamentarios de vacaciones parlamentarias, tiene prevista la celebración de un debate a instancias de la oposición laborista sobre la posición del Gobierno en la conferencia de la Commonwealth. Sin embargo, la ausencia de la primera ministra, Margaret Thatcher, que se encuentra en Nueva York para asistir a la Asamblea General de la ONU y participar en la conferencia de líderes convocada por Reagan, y del secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, que acompaña a la primera ministra, restan importancia al debate.

Lo importante de lo conseguido en Nassau ha sido la nueva actitud de Margaret Thatcher en el tema de las sanciones, aunque éstas sean limitadas. Cabe recordar que el cambio total de actitud de la primera ministra con relación a Rhodesia se produjo precisamente en otra conferencia de la Commonwealth celebrada en Lusaka, Zambia, en 1979. Unos meses después comenzaban en Londres las conversaciones de Lancaster House, que terminaron con la independencia del actual Zimbabue.

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