Entrevista:Entrevista con el primer ministro israelí

Simón Peres: "Hussein se equivoca con su plan de paz"

"No puede haber ninguna razón para que Madrid siga esperando a establecer relaciones diplomáticas" Israel todavía ve a España como el país que expulsó a los judíos hace 500 años"

Israel no renuncia a una cierta coquetería de la austeridad en sus edificios más oficiales. El lugar de trabajo del primer ministro, Simón Peres, es espacioso pero nada imponente, caserón en lugar de palacio y, sorprendentemente en un país obsesionado por su seguridad exterior, los mecanismos de control fían más en el ojo que en la máquina. Hay una fuerza confiada, aunque no desatenta, en todo lo que rodea el acceso al primer despacho del país.La conversación comienza por abrazar el gran tema israelí de la paz o la guerra con el mundo árabe, en momentos en que los EE UU parecen dispuestos a in...

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Israel no renuncia a una cierta coquetería de la austeridad en sus edificios más oficiales. El lugar de trabajo del primer ministro, Simón Peres, es espacioso pero nada imponente, caserón en lugar de palacio y, sorprendentemente en un país obsesionado por su seguridad exterior, los mecanismos de control fían más en el ojo que en la máquina. Hay una fuerza confiada, aunque no desatenta, en todo lo que rodea el acceso al primer despacho del país.La conversación comienza por abrazar el gran tema israelí de la paz o la guerra con el mundo árabe, en momentos en que los EE UU parecen dispuestos a iniciar conversaciones con una delegación jordano-palestina que podría llevar a Washington. a reconocer a la OLP; prosigue con una mirada a la situación interior, en la que un Gobierno de unidad nacional, laborista de Peres y derechista de Shamir, se vigila estrechamente, no tanto porque difiera en la última movida de ajedrez como porque quiere llegar a ella jugando una partida muy distinta; y concluye con el tema de las siempre futuras relaciones con España. Peres, el intelectual de su ocio y el hombre de acción de los despachos, surge al final del encuentro.

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Pregunta. ¿Si EE UU inicia conversaciones con una delegación jordano-palestina y reconoce a la OLP, estaría dispuesto Israel a participar en ese proceso de paz impulsado por el rey Hussein de Jordania?

Respuesta. Existen todavía muchos obstáculos que superar, porque, en mi opinión, la OLP sigue realizando una política de doble cara. Una a través de sus declaraciones y la otra a través de sus actos. La OLP continúa practicando la política del terror y bloqueando el camino de la paz, lo que lamento profundamente. No cabe duda de que la reciente racha de atentados en Cisjordania es una respuesta a la iniciativa de paz jordana y hace imposible una reacción positiva por nuestra parte.

P. Washington ha aceptado la inclusión de cuatro palestinos en la delegación del rey Hussein para tratar sobre futuras conversaciones. ¿Serían interlocutores válidos para Israel?

R. De los cuatro, sólo dos son aceptables para nosotros. Hanna Seniora, director de un diario palestino, y Abu Rahme, abogado de Gaza. Los otros son miembros de una organización terrorista, y uno de ellos, Nabil Shaath, ha declarado hace unos días que apoya la política del terror. Usted, que viene de España, seguramente comprenderá nuestra distinción entre negociaciones y actos de terror; que o bien se negocia o se dispara, pero no es posible hacer ambas cosas a la vez.

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P. Su biógrafo, el periodista israelí Matti Golan, ha escrito que históricamente sus relaciones con EE UU se caracterizaban por la expresión respeto y recelo, cargando el acento en la segunda parte.

R. Nuestras relaciones o mis relaciones con la Administración de Washington son extraordinariamente buenas, muy estrechas, estamos trabajando juntos, y lo cierto es que no ha habido grandes dificultades, si es que las ha habido, en la formación de una estrategia común. También he encontrado siempre al presidente Reagan grato y alentador. He tenido el privilegio de trabajar anteriormente con otras Administraciones norteamericanas, incluyendo la del doctor Kissinger, con quien también llegué a una satisfactoria relación de trabajo. Creo que ahora hay que hablar de que se ha acrecentado el respeto, pero de ello no se deduce que en casos anteriores hubiera recelo. Digamos que esas palabras son del periodista y no mías, y que en mis relaciones con Washington siempre he hallado comprensión y consideración, en vez de sentir respeto y recelo.

P. En unas declaraciones a EL PAIS la primavera pasada, el rey Hussein afirmaba que quedaban semanas, más que meses, para salvar la paz.

R. Si ese es el punto de vista del rey Hussein creo que se equivoca al promover un plan que exige un largo período de tiempo para desarrollarse. El primer paso, con la convocatoria de una reunión entre EE UU y una delegación jordano-palestina, tal como ha sugerido, va para largo. Por ejemplo, todos los contactos preliminares ya han ocupado cuatro o cinco meses. Por supuesto que yo también quisiera que el comienzo de las negociaciones de paz se produjera cuanto antes, pero no veo que empeoren las perspectivas porque el tiempo pase. Creo que la paz es paz cuando no lleva a una nueva guerra. Si no hay otra alternativa Israel está dispuesto al mantenimiento de la situación actual, pero si existiera esa alternativa estaríamos preparados a negociar no dentro de meses, sino cuanto antes. En este sentido, lo que proponemos nosotros es, primero, conversaciones con los jordanos o los palestinos o con los jordanos y los palestinos, sin la presencia de representantes de organizaciones terroristas; segundo, que las negociaciones sean directas, sin intermediarios y sin condiciones previas; tercero, que comiencen lo antes posible; y cuarto, que haya un compromiso mutuo de estudiar todas las propuestas que la otra parte ponga sobre la mesa.

Si Arafat reconociera...

P. Si el líder de la OLP, Yasir Arafat, anunciara mañana el reconocimiento de Israel, sin ninguna clase de contrapartida, ¿cuál sería su reacción?

R. Ésa es una situación sumamente hipotética. Tiene usted que darse cuenta de que no estamos hablando de la biografía, de la historia de nadie, estamos hablando de la política actual y futura de unos hombres. No preguntamos a nadie qué ha sido anteriormente, sino cuáles son sus actos en el momento presente y qué es lo que pretende hacer en el futuro. Entonces, cuando algo cambie, que vengan a hablar a Israel y se encontrarán con una nueva política en la medida en que exista una nueva situación.

P. Cualquier esperanza de paz parece que pasa, como mínimo, por la congelación de la política de asentamientos en los territorios ocupados, que se mantiene desde enero pasado.

R. Mientras dure el actual Gobierno de coalición se mantendrá esa política. No tiene nada que ver con el relevo de este Gabinete al término de la primera fase del acuerdo prevista en octubre de 1986. Hay un pacto de no establecer nuevos asentamientos mientras dure la coalición.

P. Cuando era ministro de Defensa, sugirió que si la URSS liberalizaba su cuota de emigración de judíos hasta unos 100.000 anuales, eso podría facilitar un acuerdo con Siria sobre la retirada israelí del Golán. ¿Es la URSS un factor para una solución general de paz?

R. No lo creo. No hay indicación de ello hasta la fecha. Sólo se ha producido un cambio de estilo, de imagen, pero no de contenido o de política. Por eso estoy siempre atento a lo que los rusos digan, pero no hay pruebas de que quieran llevar las cosas adelante en ningún caso. La única diferencia es que están más dispuestos a hablar, a celebrar entrevistas, a discutir los temas. Creo que la noticia, recientemente difundida, de que Moscú estaba dispuesto a restablecer relaciones con Israel (rotas tras la guerra de 1967) no era más que un globo sonda, puesto que su actitud de fondo es la misma. No dudo que los rusos quieren jugar un papel, pero no están dispuestos a pagar el precio para ello. Y la primera condición sería el restablecimiento de relaciones diplomáticas.

P. En una ocasión dijo que cuando un problema no tiene solución hay que pensar una alternativa en la que nadie haya reparado antes. ¿Hay una alternativa Peres para la paz?

R. Estamos trabajando de acuerdo con nuestras prioridades nacionales. Éstas eran, primero, poner término a nuestra guerra en Líbano, y así lo hicimos; segundo, acabar con los asentamientos en Cisjordania, como así fue; y tercero, resolver nuestras actuales dificultades con El Cairo sobre la inclusión o no de Taba en el territorio del Sinaí devuelto a Egipto, que es lo que estamos haciendo. Sólo entonces nos ocuparemos del problema palestino. Ahora, nuestra primera gran prioridad es Egipto.

No convocará elecciones

P. Las encuestas elevan la cota del primer ministro y reducen la del Likud, la situación económica mejora y EE UU podría preferir un Gobierno monocolor laborista para que avanzara el proceso de paz. ¿Siente la tentación de convocar elecciones rompiendo el acuerdo con Shamir?

R. No. Si depende de mí, nunca juzgaré la situación por lo que digan las encuestas, sino por aquello a lo que me he comprometido. No creo que la misión de un partido nacional en una democracia sea sólo la de ganar elecciones. El papel de un partido es el de servir al país, por lo que creo que tanto nosotros como el Likud podemos servir mejor a Israel cumpliendo nuestros acuerdos.

P. Se interpreta su renuencia a criticar al partido extremista de Meir Kahane, que aboga por la expulsión de los árabes, porque son votos que le puede quitar al Likud.

R. No es cierto que no haya hablado contra Kahane recientemente y si lo he hecho ha sido porque nadie tiene derecho a introducir en Israel una creencia antijudía como la suya; sea lo que fuere aquello en lo que crea no tiene nada que ver con el judaísmo. Creo que el aumento del apoyo popular a su partido es una reacción al incremento del terrorismo. Pero recuerde que hay un acuerdo parlamentario para que ningún partido racista pueda presentarse a las elecciones. Cualquier partido que mostrara inclinaciones racistas sería proscrito. Por otra parte, no creo que Kahane sea un peligro para la democracia israelí, sino una vergüenza nacional.

P. ¿A qué cree el primer ministro que se debe la demora de España en establecer relaciones diplomáticas con Israel?

R. Por lo que a mí respecta no hay explicación plausible y lamento profundamente que así sea. Creo que el temor al chantaje árabe o a las represalias en el caso de reconocimiento español de Israel está tremendamente exagerado. La mayor parte de las naciones tienen relaciones con Israel y con los árabes, y esos Estados no temen represalias. No sé a qué llama España exactamente el momento adecuado para establecer relaciones, puesto que Israel ha hecho la paz con Egipto y ha dado fin a la guerra en Líbano. Aunque cada país tiene sus propios problemas no puede haber ninguna razón para que España siga esperando.

P. ¿Ha notado algun cambio en la actitud española desde el relevo del ministro de Asuntos Exteriores Morán por Fernández Ordóñez?

R. Hay quien en Israel dice que sí se ha producido, pero yo prefiero esperar a ver los resultados y no basarme en adivinaciones. Se dice que mejoran las perspectivas, pero aunque se crea.que el establecimiento de relaciones está próximo, prefiero esperar a ver qué pasa.

P. Al parecer, España pedía como contrapartida que se le reconociera un cierto papel diplomático en la protección de los palestinos de los territorios ocupados.

R. Dudo que ningún funcionario español haya expresado ese deseo. Sería muy raro que así fuera, porque eso vendría a ser lo mismo que si Israel pidiera que se le reconociera algún papel en el problema vasco. No. me parece razonable que nadie haya dicho jamás semejante cosa. Lo dudo.

P. ¿Colaboran habitualmente los servicios secretos israelíes con la policía española en la lucha contra el terrorismo?

R. No creo que se haya producido ninguna oferta israelí de colaboración en relación a lo que es un asunto interno de España, puesto que yo no supondría que nosotros tuviéramos que jugar ningún papel en su guerra contra el terrorismo, ni en sus problemas internos en general. Eso no es lo correcto. Pero, al mismo tiempo, creo que todos los países debieran cooperar en la lucha internacional contra el terrorismo, pero siempre sin interferir en cuestiones nacionales.

P. ¿Es España todavía para Israel un país que históricamente tiene una mala hoja de servicios?

R. Creo que sí, que en algún sentido Israel todavía ve a España como el país que expulsó a los judíos hace 500 años, y que eso está muy adentro en nuestra memoria, hasta el extremo de que siempre que se acerca uno al fenómeno de España encuentra el problema judío en su historia. Aunque ya se hubieran establecido relaciones diplomáticas, nuestra historia común seguiría recordando días amargos. Es cierto, sin embargo, que nuestra generación tiene que superar todo esto, y creo que los propios españoles deberían querer que la actual generación corrigiera el pasado. Cada generación tiene una tarea que realizar."Manipulador e intrigante"

P. Sus adversarios políticos le acusan de manipulador e intrigante.

R. No creo que haya unasola figura política que no haya sido criticada por razones auténticas o imaginarias. Y la realidad es que si se quiere hacer un trabajo no se puede estar pensando en lo que dicen de uno. Cuando se toma una importante decisión siempre hay que esperar la crítica, porque en cuanto uno se aparta de la rutina se despiertan sospechas, se producen irritaciones, y eso es lo que ha ocurrido en mi vida cuando he tenido que tomar muchas veces decisiones que se apartaban de lo establecido. Pero lo importante no es lo que dicen de uno, ni lo que uno mismo dice, sino lo que hace. No importa lo que uno cree (que es, sino lo que ha conseguido. Al límite sólo se puede juzgar a una persona o a una nación por el récord, y no mediante un análisis piscológico. Ésa es la única forma objetiva de saber lo que vale un hombre.

P. Simón Peres perdió la fe en su adolescencia. ¿Qué significa, para un judío secularizado ser primer ministro de un país en el que la religión se confunde con la idea de Estado?

R. En hebreo no hay una buena traducción para la palabra religión. Se puede contemplar la religión desde el punto de vista judío como una estructura, una iglesia, o un hecho de fe. Soy religioso en el sentido de que soy un hombre de fe, pero no de disciplina. Quiero decir que no me intereso demasiado por el culto o la jerarquía, la estructura externa de la religión, pero creo que en último término hay una conexión entre historia, lengua, tierra, tradición, filosofía y universalidad y que cuando todos esos elementos se reúnen en el mismo tiempo, en el mismol ugar y en la misma persona, forman un ser religioso.

P. ¿Qué diría si estuviera en la víspera del establecimiento de relaciones y tuviera que dirigirse al pueblo español?

R. Admiro el esfuerzo nacional español realizado para restablecer la democracia. Sé lo arduo que ha sido y que es superar todos los obstáculos en ese camino, y por eso contemplo con la mayor simpatía a España, al tiempo que descubro numerosas islas de apoyo y comprensión para Israel y el pueblo judío en la opinión pública española, lo que valoramos 31 reconocemos. De otro lado, hasta que se produzca el reconocimiento, España no podrá estar plenamente presente en esta parte del mundo. Su país pertenece tanto al Mediterráneo como al Atlántico, y en lo que a nosotros más concierne, España ha dejado su huella en el Mediterráneo, con una historia que se vincula a la nuestra propia durante muchos años. En la cooperación internacional hay siempre una recompensa y una sanción, como ocurre ahora con respecto a Israel con el ingreso de España en el Mercado Común. La recompensa es la de que podremos cooperar, y la sanción la de que habremos de competir. Me gustaría tener la máxima cooperación con España, a pesar de tener que competir. Podemos vivir juntos bajo un techo común.

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