Tribuna

Extrañas explosiones

Mientras en diversas fuentes se atribuye la causa de la catástrofe del Boeing 737 a un fallo de su turbina izquierda, llama la atención que la zona donde los daños son mayores está alejada de los reactores y de los tanques de combustible del aparato.El avión, que interrumpió su maniobra de despegue de la pista 24, al advertir la tripulación indicios de graves problemas, abandonó la misma por la calle de rodaje Delta, donde se detuvo para proceder a la evacuación de los pasajeros. En menos de 45 segundos a partir del comienzo del despegue, un voraz incendio, seguido o precedido de explosiones d...

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Mientras en diversas fuentes se atribuye la causa de la catástrofe del Boeing 737 a un fallo de su turbina izquierda, llama la atención que la zona donde los daños son mayores está alejada de los reactores y de los tanques de combustible del aparato.El avión, que interrumpió su maniobra de despegue de la pista 24, al advertir la tripulación indicios de graves problemas, abandonó la misma por la calle de rodaje Delta, donde se detuvo para proceder a la evacuación de los pasajeros. En menos de 45 segundos a partir del comienzo del despegue, un voraz incendio, seguido o precedido de explosiones de origen desconocido, destruyó la parte posterior del fuselaje inmediatamente por delante de la puerta trasera de pasajeros.

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Tan violento fue el siniestro que toda la estructura de cola del avión se desprendió, cayendo sobre la pista. El motor izquierdo, al que incluso la compañía propietaria del avión adjudica el accidente, permanece situado bajo un ala llena de combustible que ha quedado intacta. En las fotografías de la aeronave no hay signos de fuego entre ese motor y la zona donde se desarrolló el incendio principal.

Otra versión indica que un álabe -paleta de la turbina- desprendido de uno de los motores pudiera haber cortado una tubería de combustible. Pero la zona que puede ser afectada en ese caso no muestra tampoco señales de incendio.

Por supuesto, no hay que descartar que combustible procedente de la parte central de la nave, al derramarse en grandes cantidades, se desplace por el interior de la misma hasta la sección de cola, donde finalmente pudiera estallar al contacto con algún circuito eléctrico. Pero es improbable.

También es improbable la explosión o incendio del APU, turbina auxiliar que se utiliza principalmente para generación de energía eléctrica. Porque en el Boeing 737 ese aparato va situado en el cono de cola del avión, por detrás de la puerta de pasajeros, y bastante alejado de la zona donde el fuego alcanzó su mayor magnitud.

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La tubería de combustible que alimenta al APU es de muy pequeña sección, y su rotura produciría un derrame relativamente lento. Los depósitos de fluido hidráulico están alojados en el plano central del avión, en las proximidades del tren de aterrizaje.

Los tanques principales de combustible están en las alas, en este caso intactas y sin señales de fuego. Y los depósitos de oxígeno para pasajeros y tripulantes se encuentran en la sección delantera del fuselaje.

Todo es posible

Hay accidentes de aviación cuyas causas son fácil y rápidamente localizables. Y, a veces, la complejidad de la industria aeronáutica moderna hace que casi todo sea posible, y algunos accidentes tardan mucho tiempo en ser aclarados. No hay que caer en el díagnóstico fácil.

Pero hoy por hoy constituye un motivo de observación el hecho de que en la parte donde se produjeron las explosiones y el violento incendio sólo debería haber pasajeros, equipajes de mano y maletas en la bodega.

Raúl Tori es comandante piloto de transporte y experto en seguridad aérea.

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