Cartas al director

Discrimición lingüística

Que éste sigue siendo un país de pequeñas miserias políticas lo demuestra el hecho reciente y significativo de que en la Prensa balear aparezca un artículo firmada por un tal Sebastiá Serra Busquets (de un tal PSM-Esquerra Nacionalista) -y en el que se opone visceralmente a la presencia de peninsulares a cubrir las plazas de profesores de EGB convocadas por el Ministerio de Educación- justo cuando se están realizando los primeros exámenes selectivos. El oportunismo y la demagogia son dos recursos muy utilizados por nuestros políticos locales o autonómicos.Como es bien sabido, a todo opositor a...

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Que éste sigue siendo un país de pequeñas miserias políticas lo demuestra el hecho reciente y significativo de que en la Prensa balear aparezca un artículo firmada por un tal Sebastiá Serra Busquets (de un tal PSM-Esquerra Nacionalista) -y en el que se opone visceralmente a la presencia de peninsulares a cubrir las plazas de profesores de EGB convocadas por el Ministerio de Educación- justo cuando se están realizando los primeros exámenes selectivos. El oportunismo y la demagogia son dos recursos muy utilizados por nuestros políticos locales o autonómicos.Como es bien sabido, a todo opositor a cubrir una plaza de maestro no se le exige de antemano que domine la segunda lengua oficial del lugar en donde aspira a ejercer (entre otras cosas, porque hay razones de peso para pensar que tal pretensión es anticonstitucional). Sin embargo, parece como de moda que el argumento idiomático se esté convirtiendo en esa nueva forma de discriminación culta con que quieren castigarnos los de la periferia y así enjugarse tanto daño histórico con que les ha obsequiado secularmente el centro. Castigarnos a nosotros, jovencitos peninsulares de veintitantos años, que no tenemos nada en contra de la riqueza lingüística del país y además apostamos decididamente por el fomento de semejante pluralismo.

Mi caso personal en lo tocante a lenguas vernáculas, lo confieso, es de una ignorancia absoluta (incluyo el mallorquín); pero si opto, como he optado a ocupar una plaza de maestro en Mallorca, no ha sido por razones turísticas, sino más bien porque la proporcinalidad entre aspirantes y plazas a cubrir era sustancialmente más ventajosa en aquella autonomía que en la mía (Madrid). Unía a eso mi sana intención, ya frustrada, de terminar por hablar la lengua utilizada en aquella isla en un plazo de tiempo razonable, así como integrarme en las costumbres y tipismos que les son característicos.

En definitiva, estas estériles líneas sirven para denunciar la parcial actuación del tribunal que me tocó en suerte, el cual demostró aún mayor fijación si cabe por explicarle con gestos descalificatorios a los peninsulares que sin una condición bilingüe que nos ampare no vamos a ninguna parte que no sea el ámbito estricto del castellano.-

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