Un guardia civil retirado, asesinado en el centro de Elgóibar de un disparo en la nuca

Un guardia civil en situación de reserva activa, José Expósito Afán, de 62 años, fue asesinado ayer a las 13.20 en Elgóibar (Guipúzcoa) de un disparo en la nuca, media hora después de que finalizase en Vitoria el funeral por otro guardia civil, Fernando Antonio Amor Calvo, muerto la víspera por la explosión de la bomba que, intentaba desactivar. José Expósito Afán, padre de tres hijos y vecino de Elgóibar desde hace 35 años, fue alcanzado por un único disparo en la nuca cuando, desarmado y vestido de paisano, caminaba en solitario por la plaza de la Magdalena, en el punto más céntrico de la lo...

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Un guardia civil en situación de reserva activa, José Expósito Afán, de 62 años, fue asesinado ayer a las 13.20 en Elgóibar (Guipúzcoa) de un disparo en la nuca, media hora después de que finalizase en Vitoria el funeral por otro guardia civil, Fernando Antonio Amor Calvo, muerto la víspera por la explosión de la bomba que, intentaba desactivar. José Expósito Afán, padre de tres hijos y vecino de Elgóibar desde hace 35 años, fue alcanzado por un único disparo en la nuca cuando, desarmado y vestido de paisano, caminaba en solitario por la plaza de la Magdalena, en el punto más céntrico de la localidad.

La bala, calibre 9 milímetros Parabellum, le atravesó el cerebro, provocándole la muerte instantánea. Los clientes del bar Tiroliro, situado a escasos metros del lugar del atentado, encontraron a José Expósito caído de bruces en la acera y ya muerto.La víctima, natural de Aguilar de la Frontera (Córdoba), pasó a la reserva activa hace un año y desempeñaba la función de interventor de armas. Estaba casado y era padre de tres varones y una mujer, y vivía desde hace 35 años en el País Vasco.

Según la Policía Municipal de Elgóibar, Expósito se encontraba perfectamente integrado en la población, disponía de su propia cuadrilla de amigos y estaba bien considerado, en general, por su disposición a hacer favores a sus convecinos: la aceleración de los trámites para la renovación de los documentos nacionales de identidad, de los pasaportes o de las licencias de caza,

Las mismas fuentes apuntan que a la hora en que fue asesinado José Expósito acostumbraba a realizar su habitual ronda de bares, un hábito que compartía casi siempre con amigos de su cuadrilla.

El cuerpo del guardia civil asesinado permaneció en el lugar del atentado cubierto con una manta y protegido del sol por una furgoneta hasta que finalmente, a las 15.55, un juez autorizó su traslado al depósito del cementerio de la localidad.

Los médicos forenses comprobaron que la bala, cuyo casquillo fue encontrado junto al cadáver, penetró por la región cervical y salió por la frente. A continuación, el cuerpo de José Expósito fue conducido a su domicilio, donde quedó constituida la capilla ardiente ante la presencia de un comandante y varios oficiales de la Guardia Civil y compañeros de la víctima. El funeral en su memoria se celebrará hoy en la parroquia de San Bartolomé de la localidad. Al parecer, el atentado fue llevado a cabo sin testigos, en un día que la mayor parte de la población de Elgóibar se había desplaza a las playas cercanas.

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Funeral en Vitoria

Horas antes, en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, de Vitoria, se ofició el funeral por el guardia Fernando Antonio Amor Calvo, miembro del equipo de desactivación de explosivos, muerto el sábado por el estallido de la bomba que intentaba neutralizar a la puerta de un bar de la localidad alavesa de Luyando.

La ceremonia estuvo presidida por el director de la Seguridad del Estado, Julián San Cristóbal -que acudió a Vitoria en representación del ministro del Interior, José Barrionuevo-; el director de la Guardia Civil, general Sáenz de Santamaría; los gobernadores civiles de Álava y Vizcaya, y por mandos de la Policía Nacional, de la propia Guardia Civil y de la Ertzantza (policía autonómica vasca). El féretro fue conducido desde el acuartelamiento de la Guardia Civil de Sansomendi, en Vitoria, hasta la iglesia por compañeros de la víctima.

El párroco que ofició la ceremonia se remitió en la homilía a la reciente pastoral de los obispos vascos sobre la violencia y alertó del peligro que la sociedad vasca tiene de acostumbrarse a estos hechos, habló de la necesidad de atajar las raíces de fondo del problema e invitó a la adopción de actitudes de rechazo activo de los hechos violentos.

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