La entereza de la primera dama

Nancy Reagan, hasta hace sólo unos años un personaje impopular por su imagen frívola de gran dama rica, se ha convertido en una heroína por la entereza demostrada en esta crisis.A petición de Ronald Reagan, Nancy le ha sustituido en todos los actos protocolarios, comenzando por una recepción al cuerpo diplomático en la Casa Blanca sólo una hora después de que los médicos le comunicaran que su marido tenía cáncer.

Esta mujer, de 64 años y aspecto frágil, a quien se criticaba por querer ser "una reina" y por sus gustos caros cuando en 1981 el país estaba en plena recesión económica, se ha...

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Nancy Reagan, hasta hace sólo unos años un personaje impopular por su imagen frívola de gran dama rica, se ha convertido en una heroína por la entereza demostrada en esta crisis.A petición de Ronald Reagan, Nancy le ha sustituido en todos los actos protocolarios, comenzando por una recepción al cuerpo diplomático en la Casa Blanca sólo una hora después de que los médicos le comunicaran que su marido tenía cáncer.

Esta mujer, de 64 años y aspecto frágil, a quien se criticaba por querer ser "una reina" y por sus gustos caros cuando en 1981 el país estaba en plena recesión económica, se ha ganado las simpatías de la opinión pública y ejerce una gran influencia política detrás del presidente.

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Para demostrar que la vida sigue con normalidad, Nancy voló ayer en helicóptero hasta el portaviones America, que navega en el Atlántico frente a la costa de Norfolk, para asistir a una sesión sobre prevención de drogas y alcoholismo en la Marina.

Durante estos días, Nancy ha tratado de hacer familiar la habitación del hospital en que está su marido. Para ello ha llevado a Bethesda una docena de fotos del presidente con sus hijos y nietos y de él con Nancy montando a caballo en California. Ha colocado también una acuarela del Rancho del Cielo frente a la cama de Reagan y ha trasladado a la clínica centenares de globos y tarjetas con buenos deseos de recuperación que llegan a la Casa Blanca. En una de ellas, un admirador de Pensilvania le escribe al presidente: "No se preocupe por perder parte de sus intestinos, porque usted tiene más cojones que nadie".

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