El secuestro del avión de la TWA

Una fiesta de bienvenida

La posibilidad de un acuerdo entre los Gobiernos de España y Líbano para que los dos shiíes presos en una cárcel española puedan cumplir la sentencia que recaiga sobre ellos en una prisión de Líbano ha sido recibida con satisfacción en la populosa barriada beirutí de Bourj el Barajne, de donde son originarios, y cuyos vecinos hablaban ya de organizar una fiesta para darles la bienvenida.En un país en el que las prisiones del Estado están vacías y sólo las milicias encarcelan a sus enemigos, a nadie le cabe la menor duda de que Mohamed Rahal y Mustafá Jalil no pisarian un establecimiento penite...

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La posibilidad de un acuerdo entre los Gobiernos de España y Líbano para que los dos shiíes presos en una cárcel española puedan cumplir la sentencia que recaiga sobre ellos en una prisión de Líbano ha sido recibida con satisfacción en la populosa barriada beirutí de Bourj el Barajne, de donde son originarios, y cuyos vecinos hablaban ya de organizar una fiesta para darles la bienvenida.En un país en el que las prisiones del Estado están vacías y sólo las milicias encarcelan a sus enemigos, a nadie le cabe la menor duda de que Mohamed Rahal y Mustafá Jalil no pisarian un establecimiento penitenciario libanés y serían incluso recibidos como héroes por sus compañeros de armas del movimiento shií Amal (Esperanza), que en septiembre pasado les envió en misión a España.

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Cuando el hermano de Mohamed Rahal, Mahmud, secuestró en octubre, junto con dos cómplices, al embajador de España en Beirut, Pedro Manuel de Arístegui y Petit, nunca fue detenido, ni, por supuesto, juzgado ni encarcelado, y cuatro meses después de su operación invitaba a su rehén a almorzar en casa de sus padres.

La alegría que reinaba en Bourj el Barajne contrastaba con la preocupación de los círculos españoles de Beirut ante posibles reacciones de elementos incontrolados que quisiesen acelerar la resolución del asunto atacando, por ejemplo, la cancillería, situada en sector musulmán, cuyo cierre fue ordenado el lunes. También fueron cerrados la oficina comercial y el centro cultural, que, sin embargo, reabrirán sus puertas el jueves tras la fiesta musulmana del fin del mes de Ramadán.

El jefe de la misión española ofreció, por otra parte, hospedar en su residencia, ubicada en zona cristiana, a todos los miembros de la colonia española que pudiesen sentirse amenazados, como ya hizo en octubre de 1984, cuando se temía también un atentado contra la Embajada de España.

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