Extraña relación de servidumbre

Ladislao Zabala e Ignacio Iturbide mantienen una extraña relación que puede calificarse de servidumbre del segundo respecto del primero. Iturbide, de carácter tímido y apocado, vivía en la casa de Zabala, en San Sebástián, después de haber cumplido condena por tenencia ilícita de armas. Anteriormente, había sido guardia jurado y policía municipal en Amorebieta (Vizcaya). Durante los años en los que ocurrieron los asesinatos, no tenía trabajo y vivíade lo que Zabala o su madre, María del Coro Solchaga, le daba.Zabala, por el contrario, fisicamente corpulento y de carácter dominante, pertenece a...

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Ladislao Zabala e Ignacio Iturbide mantienen una extraña relación que puede calificarse de servidumbre del segundo respecto del primero. Iturbide, de carácter tímido y apocado, vivía en la casa de Zabala, en San Sebástián, después de haber cumplido condena por tenencia ilícita de armas. Anteriormente, había sido guardia jurado y policía municipal en Amorebieta (Vizcaya). Durante los años en los que ocurrieron los asesinatos, no tenía trabajo y vivíade lo que Zabala o su madre, María del Coro Solchaga, le daba.Zabala, por el contrario, fisicamente corpulento y de carácter dominante, pertenece a una familia económicamente poderosa. Seguro de sí mismo, se expresa con contundencia y hasta ríe con soma en momentos que pueden considerarse difíciles para él. Manejaba totalmente a Iturbide.

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Ayer en el juicio, en una equivocación de otro de los procesados, Jesús Jiménez Clavería, de mucha más edad que él, Zabala se burló estrepitosamente y al verlo Iturbide hizo lo mismo.

Según sus propias declaraciones, tanto ante la policía como ante el juez, iban juntos a los asesinatos. Zabala se quedaba en el coche, mientras Iturbide disparaba contra la víctima elegida. Personas que les conocen han asegurado que también ahí hubo servidumbre.

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