La visita del presidente de Estados Unidos

La Casa Blanca no cree que Reagan tenga problemas en su diálogo con González

Las relaciones entre el Madrid socialista de Felipe González y el Washington conservador de Ronald Reagan están basadas en el pragmatismo de ambos dirigentes, lo que hace impensable que el presidente de Estados Unidos encuentre problemas en su visita de 40 horas a España, dijeron fuentes de la Administración norteamericana. Las mismas fuentes explicaron que "no existe ningún problema Importante que Reagan deba resolver durante su escala en Madrid".

El primer ministro español ha calificado la visita de fundamentalmente ceremonial y ha subrayado en la Prensa norteamericana que, a pesar de...

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Las relaciones entre el Madrid socialista de Felipe González y el Washington conservador de Ronald Reagan están basadas en el pragmatismo de ambos dirigentes, lo que hace impensable que el presidente de Estados Unidos encuentre problemas en su visita de 40 horas a España, dijeron fuentes de la Administración norteamericana. Las mismas fuentes explicaron que "no existe ningún problema Importante que Reagan deba resolver durante su escala en Madrid".

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El primer ministro español ha calificado la visita de fundamentalmente ceremonial y ha subrayado en la Prensa norteamericana que, a pesar de las diferencias ideológicas y de concepción que pueda tener con Reagan, la relación establecida por el Gobierno socialista con la Administración conservadora de Washington es "muy racional".Centroamérica, junto con la OTAN y las relaciones Este-Oeste, son los temas fundamentales de la agenda de las conversaciones de Madrid. Fuentes norteamericanas han informado que González ha mostrado interés en tratar con el presidente la situación actual del diálogo entre las dos superpotencias y los temas de control de armamento que se negocian en Ginebra. La polémica guerra de las galaxias, sobre la que el Gobierno español no tiene una posición formal, será objeto también de las conversaciones. Reagan llegará de Bonn, donde ha provocado un amplio debate con los aliados sobre el sistema de defensa espacial conocido técnicamente como iniciativa de defensa estratégica (SDI).

El mayor grado de divergencia entre los dos políticos se producirá cuando traten sobre Centroamérica con puntos de vista opuestos, que pueden convertir la conversación en un diálogo de sordos. El presidente busca desesperadamente aliados para su política hacia Nicaragua, que acaba de ser derrotada en el Congreso, y la Administración ha dicho aquí que González "ha mostrado informalmente su apoyo para el plan Reagan". Esto es algo que deberá ser aclarado en Madrid.

Incidentes superados

Estos puntos de vista distintos no impiden que las relaciones entre los dos países fueran calificadas el pasado lunes por el secretario de Estado, George Shultz, de "muy buenas". En Washington se afirma que la capacidad de diálogo entre los dos aliados ha hecho posible superar los incidentes surgidos el pasado invierno: los planes para situar cabezas atómicas en España y la expulsión de dos espías norteamericanos. El presidente norteamericano ofrecerá sin duda seguridades de que Estados Unidos respeta la decisión de no nuclearizar España.

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La racionalidad a la que se ha referido el jefe del Gobierno español y el pragmatismo de ambos dirigentes servirá para desactivar cualquier polémica sobre las bases y la eventual reducción de la presencia militar norteamericana en España. La urgencia sugerida por Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores, para negociar este tema no es aceptable por Washinton, que, aunque comprende bien los problemas de política interna que enfrentan los socialistas en la cuestión OTAN y referéndum, no quiere verse empujado a tomar una decisión cuya idea de momento rechaza y que pudiera constituir un precedente para otros países.

Precisamente cuando aquí se elogia a Felipe González como un dirigente "realista y flexible", se le compara positivamente con la conducta "errática e irritante" del primer ministro griego, Andreas Papandreu, cuya actitud sobre las bases de EE UU en su país ha provocado una crisis entre Washington y Atenas. El primer ministro español, matizando una vez más la impulsividad del titular de Exteriores, ha puesto las cosas en su sitio y ha advertido que esta cuestión no será planteada para su negociación durante la visita y que las eventuales reducciones no se harán hasta que el tratado bilateral concluya en 1988, aunque ya España cree que debe iniciarse la preparación de las negociaciones. Reagan y su secretario de Estado, George Shultz, se limitarán a escuchar y tomar nota de lo que quiera decirles el Gobierno español sobre este tema.

Protestas en la calle

En Washington se espera que la cuestión de la OTAN esté más presente en la calle con motivo de las anunciadas protestas contra la visita que en las conversaciones de la Moncloa. Reagan no acude a Madrid a que González le despeje las últimas dudas sobre la definitiva integración de España en la Alianza Atlántica. No es necesario. Tampoco presionará en ningún sentido, aunque sí hablará de las ventajas que para nuestro país tiene continuar en la Alianza. Un diplomático del Departamento de Estado explicó que la presencia en la OTAN ha tenido y tendrá consecuencias positivas en el diálogo con la CEE y sobre Gibraltar. "No es una vinculación mecánica, sino un estado de espíritu y siempre se trata de manera diferente a un aliado".

Las presiones no son necesarias. En Washington se considera ya a España definitiva e irreversiblemente integrada en el sistema defensivo occidental. Ni siquiera el anunciado referéndum, si llega a celebrarse, provoca excesivos temores en Estados Unidos, que considera suficientes las seguridades ofrecidas por Madrid sobre la posición internacional de España.

El interés de la OTAN

No han pasado inadvertidas en Washington las palabras de Morán, que, por primera vez, ha dicho que quizá no haya referéndum. El Gobierno norteamericano entiende que cuanto más tiempo permanezca España en la OTAN y más participe en los trabajos de la organización más se dará cuenta del interés de permanecer en la Alianza.

La existencia de un convenio bilateral que permite a EE UU seguir utilizando cuatro bases en territorio español y los reiterados gestos de Felipe González demostrando su apoyo a la política estratégica de los aliados occidentales, iniciados con su declaración favorable a los euromisiles con motivo de un viaje a la República Federal de Alemania, han convencido a Washington que España está ya permanentemente situada en la órbita de la Alianza Atlántica. Despejar la entrada en la CEE para 1986 ha supuesto un paso adelante en este sentido. Queda el pequeño detalle de confirmar la integración mediante una consulta popular, que aquí se preferiría que se pudiera evitar porque podría servir de precedente para otros países aliados en temas de seguridad. "Les hemos dicho que vamos a hacer el referéndum y que se va a ganar", dijo a EL PAIS un alto cargo de la Moncloa.

Estados Unidos desea la plena Integración de España en la estructura militar de la OTAN, pero sabe también que a la Alianza no le significa una gran pérdida el hecho de no integrar a los ejércitos españoles en su estructura de mandos; sólo hoy por hoy la Marina puede servir realmente a la Alianza en misiones OTAN.

George Shultz ha elogia política económica de Miguel yer por su capacidad de toma¡ didas de liberalización que va cluso contra su propio electo¡ Algunas de las últimas me<: fiscales recuerdan a las real mics, que es la receta que el r dente está predicando a los lí< europeos en este viaje.

Las distinciones protocolarias al presidente de EE UU contrastan con las de otros jefes de Estado

La visita que el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, realizará a Madrid entre el lunes y el miércoles próximos presentará una serie de novedades protocolarias que distinguen, de hecho, este viaje de¡ que otros jefes de Estado han hecho a la capital española. Así, el almuerzo con el presidente del Gobierno español, Felipe González, no tendrá lugar, como es costumbre, en el Salón de Columnas del palacio los Reyes de España, en contra a lo que marca la costumbre, por falta de tiempo, según se afirma oficialmente.En cambio, el rey Juan Carlos irá al palacio de El Pardo, el martes por la mañana, para visitar a Reagan y acompañarle a la Fundación Juan March, donde éste pronunciará una conferencia. Este acto tampoco es frecuente en el trato protocolario que reciben en España jefes de Estados extranjeros.

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