CONTADORA, EN LA RECTA FINAL

Dos años y tres meses de negociaciones

Colombia, México, Panamá y Venezuela (citados siempre así oficialmente, por orden alfabético, para evitar susceptibilidades) se enfrentan estos días a su tarea más difícil como Grupo de Contadora: convertir en un tratado de paz vinculante y duradero lo que han sido dos años y tres meses de negociaciones, reuniones, mediaciones, éxitos y fracasos.En todo ese tiempo, el grupo pacificador ha alcanzado probablemente más relevancia de la que esperaban tener los cuatro presidentes de los países fronterizos con Centroamérica cuando se reunieron en la Isla panameña de Contadora entre el 7 y el 9 de en...

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Colombia, México, Panamá y Venezuela (citados siempre así oficialmente, por orden alfabético, para evitar susceptibilidades) se enfrentan estos días a su tarea más difícil como Grupo de Contadora: convertir en un tratado de paz vinculante y duradero lo que han sido dos años y tres meses de negociaciones, reuniones, mediaciones, éxitos y fracasos.En todo ese tiempo, el grupo pacificador ha alcanzado probablemente más relevancia de la que esperaban tener los cuatro presidentes de los países fronterizos con Centroamérica cuando se reunieron en la Isla panameña de Contadora entre el 7 y el 9 de enero de 1983.

Nacido para ocupar el puesto que una mortecina Organización de Estados Americanos (OEA) había dejado vacante desde hacía mucho tiempo, el Grupo de Contadora ha desafiado el control de Estados Unidos sobre la zona. Los cancilleres y vicecancilleres del grupo han agotado la paciencia de los periodistas en reuniones tan largas como inútiles, pero probablemente han evitado también un conflicto fronterizo entre Honduras y Nicaragua y han rebajado las tensiones entre este último país y Costa Rica.

Su acta de paz para Centroamérica, de la que se ha estudiado en la reunión de esta semana en Panamá una tercera versión y cuya base es la Declaración de Cancún de julio de 1983, incluye acuerdos para poner fin a la escalada armamentista, expulsar a los militares extranjeros de la región, acabar con las maniobras castrenses multinacionales, prohibir la desestabilización de un régimen desde las fronteras de un país vecino, lograr la reconciliación interna en todos los Estados centroamericanos y democratizar el área.

Su cumplimiento supondría el fin de los problemas que desangran a El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala y Costa Rica.

Colombia y México han ejercido durante estos dos años como los miembros más activos del grupo. México ha actuado habitualmente como freno de las quejas de Honduras y El Salvador -los principales aliados de EE UU en la región- y respaldo de los intereses de Nicaragua.

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