Avanza la 'doble decisión'

Tradicional pacifismo flamenco

A. O.Las dificultades en el seno del Gobierno que encabeza Wilfried Martens a la hora de decidir el despliegue de los 48 euromisiles han venido del Partido Democrístiano flamenco, que cuenta con un ala favorable al aplazamiento. En las filas socialistas son también los flamencos -y especialmente Karel van Miert, su presidente- los más reticentes a esta medida.

La evolución de la objeción de conciencia en Bélgica no es ajena a la influencia flamenca. Concretamente, la objeción de conciencia en este pequeño país tiene sus orígenes en el movimiento nacionalista flamenco y en la negativa de...

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A. O.Las dificultades en el seno del Gobierno que encabeza Wilfried Martens a la hora de decidir el despliegue de los 48 euromisiles han venido del Partido Democrístiano flamenco, que cuenta con un ala favorable al aplazamiento. En las filas socialistas son también los flamencos -y especialmente Karel van Miert, su presidente- los más reticentes a esta medida.

La evolución de la objeción de conciencia en Bélgica no es ajena a la influencia flamenca. Concretamente, la objeción de conciencia en este pequeño país tiene sus orígenes en el movimiento nacionalista flamenco y en la negativa de dos reclutas flamencos a obedecer órdenes dadas en francés durante la I Guerra Mundial. El ejemplo de los soldados fue seguido, ya con una más clara ideologización pacifista, por algunos católicos y socialistas.

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Un estudio realizado en Bélgica con motivo de haberse cumplido el año pasado el vigésimo aniversario de la legalización de la objeción ilustra cómo ha evolucionado este movimiento entre 1919 y 1984. En 1964 se pensó que sólo un centenar de jóvenes se acogería anualmente a la objeción de conciencia. Veinte años después, son 2.000-al año, el 5% de los reclutas, los que se acogen a esta ley a pesar de que el servicio sustitutorio que han de realizar, sobre todo en hospitales, dura 20 meses, en vez de los 10 o 12 del servicio militar. De estos objetores, las dos terceras partes son flamencos.

No parece, pues, una casualidad que tiempo atrás el Gobierno se decidiera por la base de Florennes, a 70 kilómetros al sur de Bruselas, en pleno territorio valón, para instalar los euromisiles. Los habitantes de Florennes no están descontentos de la elección, pues es una zona que estaba padeciendo los efectos de la crisis económica. Su alcalde espera que la economía local salga beneficiada con la llegada de los misiles y el equipo humano estadounidense encargado de ellos.

Por seguir con paralelismos, es también del Partido Democristiano holandés, que gobierna en La Haya en coalición con los liberales, de donde surgieron los problemas a la hora de tomar -o mejor dicho, no tomar, ya que ha aplazado cualquier decisión hasta el próximo mes de noviembre- una decisión sobre sus misiles de crucero.

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