Cartas al director

Trabajadores del síndrome tóxico

Desde mayo de 1981, fecha en que apareció el todavía hoy no aclarado, largo, dramático y doloroso tema del síndrome tóxico, han venido apareciendo en la Prensa muchas y distintas noticias, todas ellas en torno a la enfermedad, los afectados y la Administración.En ninguna ocasión se ha mencionado el importante trabajo que los profesionales contratados (médicos, asistentes sociales, auxiliares administrativos, etcétera) han venido desarrollando y que los propios afectados han reconocido como muy positivo. Estos profesionales han tenido que recurrir al entusiasmo y la, imaginación, a la entrega y...

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Desde mayo de 1981, fecha en que apareció el todavía hoy no aclarado, largo, dramático y doloroso tema del síndrome tóxico, han venido apareciendo en la Prensa muchas y distintas noticias, todas ellas en torno a la enfermedad, los afectados y la Administración.En ninguna ocasión se ha mencionado el importante trabajo que los profesionales contratados (médicos, asistentes sociales, auxiliares administrativos, etcétera) han venido desarrollando y que los propios afectados han reconocido como muy positivo. Estos profesionales han tenido que recurrir al entusiasmo y la, imaginación, a la entrega y la buena voluntad, para superar las carencias y los pocos recursos técnicos, y humanos con los que el Plan Nacional para el Síndrome Tóxico ha contado como organismo confuso y carente de definición entre varios ministerios.

La Administración ha ido sumiéndonos en una profunda inestabilidad laboral. Nunca se nos ha comunicado nada referente a nuestros contratos, las renovaciones se venían haciendo por períodos de tres o seis meses, comunicándonos esto con escasos días de antelación a nuestra terminación de contrato. Así llevamos tres años la práctica totalidad del personal, con la inseguridad y la angustia de la siempre latente pérdida laboral de nuestros puestos de trabajo.

Desde el mes de octubre pasado se ha ido cesando paulatinamente a un gran número de trabajadores, pronunciándose las magistraturas de Trabajo con despidos nulos, sin que hasta el momento hayan sido readmitidos estos trabajadores.

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Estos ceses están suponiendo que existan ya unidades de seguimiento sin personal alguno y que el resto se encuentre trabajando de forma supersaturada para atender la demanda administrativa y asistencial, que si en algunos casos ya no se puede dar, en otros es escasa y defectuosa.

A esta situación caótica, a la que nos está llevando la Administración, hay que añadir que en este mes de marzo cesa el 50% de los trabajadores que aún quedan, sin que exista todavía solución de recambio alguna. Es fácil adivinar en qué van a quedar las promesas generosamente repartidas a unos y a otros por el partido socialista, sin hacer mención a su ya demostrada ineficaz política de empleo.

El pasado día 1, la coordinadora general, Carmen Salanueva, recibió a una comisión de trabajdores, y lo único que confirmó fue que los despidos se harán efectivos. Eso sí, según ella y su staff, la estructura del PNST se mantendrá. Y es aquí donde no cuadra nada: si la estructura se mantiene, ¿quién va a atenderla? ¿Contratados nuevos? ¿Es eso legal? ¿Podrá el Insalud dar con su asistencia técnica el personal suficiente en comisión de servicio cuando el propio Insalud tiene que recurrir a contrataciones para sus propias necesidades?

Si la Organización Mundial de la Salud ha dicho en su informe que el síndrome tóxico tiene que ser atendido por personal especializado en el SAT, y hoy por hoy el único personal especializado es el que se encuentra trabajando en él, ¿van a desentenderse nuevamente de los consejos de este organismo mundial?

Si el Plan Nacional para el Síndrome Tóxico continúa, si la estructura continúa, ¿por qué no quieren que continuemos los trabajadores?.- y 60 firmas más.

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