Reportaje:Los transexuales

Cambiar de sexo, cambiar de vida

El avance en la cirugía plástica ha simplificado la técnica de convertir a un hombre en mujer, y viceversa

La operación de cambio de sexo que culmina el largo proceso de transformación de un transexual hombre en mujer, o viceversa, está encuadrada, en el campo de la medicina, en la cirugía reparadora o plástica. Se trata de una transformación genital que dota a una persona de un sexo determinado de las características sexuales externas, pero no de los órganos correspondientes internos, de una persona del sexo contrario.El proceso de transformación suele ser largo y costoso y va acompañado de unas servidumbres permanentes, como es la ingestión de hormonas y, en el caso del transexual masculino -el m...

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La operación de cambio de sexo que culmina el largo proceso de transformación de un transexual hombre en mujer, o viceversa, está encuadrada, en el campo de la medicina, en la cirugía reparadora o plástica. Se trata de una transformación genital que dota a una persona de un sexo determinado de las características sexuales externas, pero no de los órganos correspondientes internos, de una persona del sexo contrario.El proceso de transformación suele ser largo y costoso y va acompañado de unas servidumbres permanentes, como es la ingestión de hormonas y, en el caso del transexual masculino -el más frecuente con mucha diferencia-de técnicas de depilación, etcétera. El cambio en la apariencia física intenta acomodar la apariencia al sexo psíquico del interesado.

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Cuando un transexual masculino decide someterse a la operación de cambio de sexo, explica Aurelio Usón, catedrático de Uro logía en la universidad Complutense de Madrid y especialista en este tipo de operaciones, este paso representa la culminación de un proceso en el que ha llegado a vivir como una mujer en todos los aspectos. La operación en sí, que se realiza de una sola vez y puede du rar varias horas, sigue a una serie de pasos que comprenden desde la depilación a operaciones de cirugía estética para modificar el cartílago clicoides (nuez de Adán), la nariz, las orejas y los senos, que suelen hacerse más voluminosos con implantes de silicona. A veces, también se realiza una operación para modificar las caderas y los glúteos.

Extirpación de los genitales externos

La operación de cambio de sexo en un transexual masculino consiste en la extirpación de los genitales (interior del pene, testículos y parte de la pared escrotid). A continuación se realiza una especie de túnel entre la uretra y el recto, y con la misma piel del pene, que, explica Usón, es finísima, carente de vello y muy sensible, se hace una vagina artificial. Este especialista, que ha permanecido durante más de 20 años en Estados, Unidos, señala que la sensibilidad del nuevo órgano artificial es buena si la operación se realiza bien, ya que se dejan todas las terminaciones nerviosas del pene en las paredes vaginales. Con la piel del escroto se fabrica la parte externa, los labios y la vulva.

La persona así operada no dispone, sin embargo, de clítoris, aunque se puede remedar dejando parte de la raíz de los cuerpos cavernosos del pene. La uretra se modifica de forma que pase a ocupar una situación similar a la que ocupa en el cuerpo de la mujer.

Una operación similar, pero en este caso de fabricación de órganos genitales masculinos, se realiza en las mujeres que desean convertirse en hombres, aunque en este caso los resultados no suelen ser tan satisfactorios.

En la actualidad, estas operaciones se benefician de técnicas perfeccionadas, que realizadas con meticulosidad y asepsia permiten obtener buenos resultados.

Además, después de varias décadas de experiencia, se sabe, por ejemplo, que la vagina artificial debe seguir un proceso de dilatación periódica, con instrumentos especiales, durante los primeros meses o hasta que comienzan las relaciones sexuales. También es preciso realizar un seguimiento médico durante los primeros cuatro o seis ineses para evitar que la zona se infecte o se retraiga.

Usón señala que los verdaderos transexuales masculinos, no los simplemente travestidos, son personas frustradas que tienen la mente de un sexo y el cuerpo del sexo contrario, "Suelen ser muy tímidas", explica Usón, que siempre se refiere a sus pacientes en género femenino; llevan una vida marginada y llena de dificultades y están dispuestas a lo que sea con tal de poder llegar a ser mujeres totalmente".

Sin embargo, hay que aclarar que no se trata de personas del tipo intersexos, es decir, con características de ambos sexos, sino de hombres en todos los aspectos físicos y genéticos.

Información, rol social y autorización

Antes de proceder a la transformación es preciso seguir todo un proceso de información, ya que se trata de una operación permanente e irreversible, que lleve a la conclusión de que se realiza de una forma totalmente voluntaria. El transexual firma un documento de autorización y se pide un informe psiquiátrico, se realizan estudios médicos (citogenético, electroencefalograma, hormonal, etcétera).

Los médicos, en los que descansa toda la responsabilidad de realizar o no la operación, ya que no hay normas legales sobre el tema, suelen exigir que el transexual lleve al menos dos años viviendo dentro del rol social de su sexo psíquico y únicamente se realiza en mayores de edad.

Usón, sin embargo, matiza que en los casos claros de transexualidad probablemente la persona se beneficiaría de una operación anterior a la mayoría de edad, lo que le evitaría muchos problemas de angustia, depresión, etcétera.

En España, este tipo de operaciones está desperializado desde agosto de 1983. En los tres meses que lleva Usón realizándolas en una clínica privada ha visto 17 casos, muchos de ellos de extranjeros.

Las estadísticas sobre este fenómeno no existen en España, pero la extrapolación de estadísticas extranjeras permite pensar que el transexualismo afecta a uno de cada 100.000 hombres y una de cada 300.000 mujeres. El proceso total suele llevar unos dos años y costar de 1,5 millones a dos millones de pesetas, aunque esta cifra es aproximada.

El transexualismo como fenómeno dentro del campo de la sexualidad es un aspecto que no se ha estudiado en España, explica Usón, que piensa que es necesario un enfoque científico en vez de una trivialización morbosa del tema. Aspectos como la ausencia de una causa biológica conocida, la influencia de la educación que recibe el niño para llegar a considerarse como perteneciente al sexo opuesto y otros aspectos de antropología cultural no se han desarrollado en relación con este tema.

Los grados de la sexualidad humana

La existencia de grados en la sexualidad, desde la heterosexualidad hasta el transexualismo psicológico, pasando por los distintos grados de homosexualidad _y travestismo, es otro de los campos propuestos para el estudio por Usón, así como la posibilidad de que el transexual proceda de una mutación que, repetida a través del tiempo, sería la expresión del surgimiento de nuevas formas de la sexualidad humana. Otro aspecto de interés es el estudio histórico y a través de la literatura de los casos de posibles transexuales, considerados muchas veces como homosexuales, lo que se considera en la actualidad completamente distinto.

La biología no es una ciencia exacta, como lo muestra la existencia de los llamados intersexos, personas que nacen con características físicas de ambos sexos y sobre las que se ha venido actuando médicamente con mayor libertad, puesto que normalmente son tratadas durante la niñez. Estos casos también encuentran menos dificultades legales para establecer el cambio de sexo una vez determinado o elegido éste por indicación de los médicos.

Se trata de casos mucho más frecuentes, y también trágicos a menudo. Usón explica que se tratan mal muchas veces y que las familias no llevan al niño, que quizá dispone de un pene rudimentario, pero también de vagina, a que sea objeto de un diagnóstico fiable, sino que le tratan como a un niño normal, lo que le hipoteca para el futuro. Normalmente, estos casos pasan a ser niñas cuando son tratados, aunque su sexo genético sea masculino, siguiendo un criterio pragmático, ya que no pueden funcionar normalmente como hombres.

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