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El crimen y la política en Polonia

Jacek Kuron fue el animador del autodisuelto Comité de Defensa Social (KOR), lo que le valió un proceso por atentar contra los fundamentos del Estado polaco. Con ocasión de la amnistía del pasado 22 de julio, Kuron quedó en libertad. En este artículo, publicado recientemente en la Prensa clandestina de Varsovia, Kuron analiza el asesinato del sacerdote Jerzy Popieluszko, el proceso contra cuyos asesinos comienza hoy en Torun, y llega a la cónclusión de que el máximo dirigente polaco, general Wojciech Jaruzelski, no está implicado en el crimen.

Cuando el padre Popieluszko va a Bydgoszcz,...

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Jacek Kuron fue el animador del autodisuelto Comité de Defensa Social (KOR), lo que le valió un proceso por atentar contra los fundamentos del Estado polaco. Con ocasión de la amnistía del pasado 22 de julio, Kuron quedó en libertad. En este artículo, publicado recientemente en la Prensa clandestina de Varsovia, Kuron analiza el asesinato del sacerdote Jerzy Popieluszko, el proceso contra cuyos asesinos comienza hoy en Torun, y llega a la cónclusión de que el máximo dirigente polaco, general Wojciech Jaruzelski, no está implicado en el crimen.

Cuando el padre Popieluszko va a Bydgoszcz, su seguimiento y la responsabilidad sobre él recae en la Oficina Provincial del Interior de Bydgoszcz (comisaría provincial). No puede ser de otra forma, ya que ellos son los responsables de su propia zona de actuación. Si hubiese ocurrido algo tan asombroso como que hubiera sido cancelada por Varsovia la orden de seguimiento, lo habría decidido alguien por encima de aquellos tres.Encubrimiento

La Oficina Provincial del Interior de Bydgoszcz es responsable de todo lo que sucede en esa ciudad ante su sede central. Además si Varsovia hubiera desmovilizado a la seguridad de Bydgoszcz la noche de la muerte del padre Popieluszko, esto significaría que había firmado la orden del secuestro. De todos modos, Bydgoszcz tiene que haber estado involucrada, y a gran escala, tanto si seguían a Popieluszko, porque entonces tendrían dedicado a ello a muchísima gente, como en el caso contrario, puesto que entonces todos habrían sido desmovilizados inesperadamente.

Se publicó la noticia de que los tres, cuando iban a secuestrar o matar al padre Popieluszko, pasaron por la Oficina Provincial del Interior de Bydgoszcz para conseguir las tarjetas necesarias para comprar gasolina. El portavoz de Prensa dice que querían dirigir las sospechas al Ministerio del Interior, pero afirma al mismo tiempo que trataron de encubrir su participación en el asunto. Al dirigir las sospechas al Ministerio del Interior reconocieron ser autores del crimen, porque precisamente ellos habían estado en la Oficina Provincial del Interior de Bydgoszcz. A la luz de estos hechos puede considerarse muy lento el proceso que culminó con su detención al cabo de cuatro o cinco días. Han puesto sus nombres debajo del crimen, todo está claro; sólo queda la pregunta. Por qué no fueron detenidos antes?

Suponiendo que actuaran por su cuenta, deberíamos también suponer que se trata, no solamente de unos asesinos degenerados, sino también de unos maníacos suicidas. ¿Esto no ha podido descubrirse durante tantos años de trabajo en el aparato? Se trata de personas que ocupaban altos cargos. Esto no se puede creer. Si no son unos asesinos maníacos sólo queda una solución: actuaban en cumplimiento del servicio.

Si admitimos que los tres asesinos ejercían su oficio, de repente todo queda claro. En primer lugar, se aclara toda la cadena anterior de secuestros, atentados y torturas. En segundo lugar, queda esclarecida la inconcebible coincidencia de que se concentraran en un solo departamento tantos asesinos degenerados. En tercer lugar, esto justifica su convicción de impunidad, ya que lo hicieron a cara descubierta, sirviéndose de los canales oficiales del Ministerio del Interior.

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Responsabilidad moral

¿Significará lo dicho que el secuestro del padre Popieluszko respondía a la voluntad del centro supremo de mando? Podría confirmarlo el hecho de que los tres asesinos trabajaban en un ministerio importante, posiblemente en el más importante en la estructura del poder, estructura que encabeza el general Jaruzelski. Para aceptar o rechazar esta tesis hay que preguntarse ¿por qué las autoridades iban a hacerlo? ¿Se trataba de quitarse de en medio al padre Popieluszko? Está claro que, independientemente de si tenía que rriorir o sólo debía ser apaleado a conciencia, esto conmocionana a la opinión pública, y la responsabilidad reacería sobre las autoridades del partido y del Estado.

Independientemente de si lo dirigieron o no, toda la responsabilidad recae sobre ellas. Se trata de la responsabilidad moral, porque las autoridades dirigían, o, en todo caso, toleraban, la desmesurada campaña de odio contra el padre Popieluszko, y de la responsabilidad jurídica, ya que son responsables del orden fundamental en el país. Además, si suponemos que detrás del crimen estuvo el propio general Jaruzelski, éste no habría podido denunciar a los autores porque las consecuencias de este crimen habrían sido mucho más peligrosas para'él de lo que son ahora. Finalmente, si hubiese estado (Jaruzelski) detrás de esto significaría que habría querido comprometerse y crear al mismo tiempo la leyenda del padre Jerzy. Esta leyenda sería, y lo es, mucho más peligrosa que las actividades del sacerdote que, sin duda, eran magníficas e importantísimas, pero el hombre no puede nunca ejercer mayor influencia que su leyenda. De este manera, el general no habría conseguido nada positivo.

Existe otra posibilidad: el centro de mando quiso echar la culpa a Solidaridad para desencadenar una oleada de terror. Nadie en el mundo -ni en el país, ni en el extranjero- habría creído que lo hizo Solidaridad. Habría sido mejor recurrir sin más al terror, sin que tuviese lugar esta provocación.

Por fin, tal y como lo ven algunos, nos enfrentamos en este caso con una provocación a varios niveles: lo hizo Jaruzelski para imputarlo luego a sus adversarios, un grupo en el poder; para luchar contra ellos con más eficacia después. En este caso habría que suponer, en primer lugar, que sus adversarios están completamente inermes. Si Jaruzelski hubiera realizado esta provocación, mientras ellos no hubiesen podido defenderse contra ella, a pesar de tenerle en sus manos como autor verdadero de la misma, esto pondría de relieve su propia debilidad y, entonces, ¿habría sido necesario todo esto para acabar con ellos?

En segundo lugar, independientemente de si estuvo detrás de todo Jaruzelski o sus adversarios, este crimen destroza el prestigio de las autoridades, ya que éstas son responsables, moral y jurídicamente, del mismo.

En tercer lugar, todos sabemos muy bien que son todos una familia; son colegas, amigos o conocidos. Si Jaruzelski hubiese querido comprometer con este crimen terrible a su gente, cualquiera que fuera su objetivo -gente a la que, quiera o no, tiene que convertir en sus secretarios, directores o ministros-, esto significaría que es un hombre completamente irresponsable. Una cosa está clara: no es tonto.

Nada indica que el propio Jaruzelski estuviera detrás de esto. Si no fue él, ¿quién ha podido ser?

Descomposición del poder

El aparato de la policía, ¿por propia cuenta o por órdenes? Dado que, tal y como queda dicho, los tres autores materiales del crimen estaban cumpliendo con su deber, detrás de ello tendría que estar todo el aparato del Servicio de Seguridad, o más bien aquella parte que, según el lenguaje oficial, se ocupa de la Iglesia. Si la cosa hubiese ocurrido en otra situación, si se tratara de otro asunto, otros funcionarios habrían hecho lo mismo dentro del marco de los deberes que exige el servicio. Si es así sólo caben dos posibilidades. Una, la descomposición del poder ha llegado hasta tal punto que el aparato de la policía, que no está subordinado a nadie, no solamente actúa con impunidad, sino que está tan seguro de su dominio que lo hizo sin que hubiese orden alguna de los de arriba. Evidentemente, habría tenido que dirigirlo al menos un viceministro. Esta posibilidad, claro está, no puede descartarse. Pero si así hubiese ocurrido, eso supondría que en este país prácticamente ya no hay Gobierno alguno. Otra hipótesis: lo hizo el aparato de la policía, encabezado también por un viceministro, pero siguiendo las órdenes de algún centro político. Esto significaría que tenemos, al menos, a dos grupos, de los que uno es leal a Jaruzelski, mientras el otro realiza su propia política. La segunda variante parece más probable, pero en el fondo no difiere mucho de la primera. Deja al descubierto, igualmente, la descomposición del poder y una anarquía avanzada. ¿Por qué iba a hacerlo un grupo político rival de Janizelski o la policía? No creo que se haya tratado de eliminar a Janizelski. En la situación posterior al 13 de diciembre de 1981, las autoridades no se pueden permitir este lujo. Se trató de obligar a Jaruzelski a realizar una política determinada, una política sumamente represiva. La policía necesita una política represiva porque esto aumenta su importancia. Por consiguiente, tenemos esclarecida la primera variante, o sea, que lo hizo el propio aparato policial.

La otra variante, a mi juicio, es más probable. Detrás de esto había un grupo político, al que está sometido el aparato de la policía, para poder influir directamente sobre Jaruzelski, decidir su política de cuadros, la gestión, los privilegios, el poder y todo aquello por lo que siempre están luchando. Esta concepción es, a mi juicio, la más convincente, y me parece que no puede aceptarse ninguna otra. ¿En qué situación se encontró el general Jaruzelski cuando se reveló que el padre Popieluszko había sido secuestado? Pudo echar la culpa a Solidaridad, al propio padre Popieluszko; o sea, en resumidas cuentas, pudo intentar cubrir a los asesinos y a sus protectores. Pero así se convertía en una marioneta en sus manos. Quiero resaltar que, en un momento dado, empezó a hacerlo. Urban, el portavoz del Gobierno, ya contó que una señora había visto en el barrio de Saska Kepa al padre Popieluszko, y daba a entender inequívocamente que a los autores del secuestro había que buscarlos en las filas de Solidaridad. Se incluía la colaboración del propio sacerdote, que pretendería crear una leyenda en torno a él. Al día siguiente, el portavoz dio un gran salto mortal y apuntó con bastante claridad al Ministerio del Interior. Ese era el día de la detención de Grzegorz Piotrowski. El general Janizelski no quiso convertirse en una marioneta -lo cual para un político supone un suicidio- y tuvo que denunciar a sus propias filas y empezar a hacer lo que está haciendo ahora. Sólo la situación de un peligro mortal explica sus actos, que también son un suicidio político su¡ generis. No solamente compromete a su propio aparato delante de la sociedad, sino que ataca directamente a la policía, que es el punto más importante de su poder.

Y todo esto en medio de un conflicto con la sociedad polaca. Los adversarios de Jaruzelski creían que no sena capaz de hacer lo que ha hecho. Cualquier cosa que pase, esto que ha dicho ya es suficiente, y no se podrá borrar de la conciencia de la sociedad. Tampoco se podrá dar marcha atrás a lo que hizo al enfrentarse a sus adversarios -tanto a la policía como a los que están detrás de ella-. Jaruzelski tiene ahora una situación muy difícil. Tiene dos salidas: o bien retroceder y tratar de ponerse de acuerdo con sus adversarios en el aparato del poder, lo cual es prácticamente imposible, ya que es demasiado tarde, o bien ponerse de acuerdo con la sociedad, lo cual, para él, autor del golpe del 13 de diciembre, será muy difícil o hasta imposible.

Ante ésta, las principales elites de la sociedad polaca se han dividido. Pueden observarse dos posturas tácticas, Una: dado que Jaruzelski está intentado arreglar la situación no hay que ponerle trabas. Cuantos más problemas tenga con la sociedad, tanto menos probable es que pueda acabar lo que ha empezado a hacer. Y la otra propuesta: dado que Jaruzelsk¡ debe ahora contar con la sociedad, como nunca después del 13 de diciembre -y en este sentido parece como si diera marcha atrás-, hay que presionarle para que ceda el máximo.

Movilización social

Así que el general Jartizelski ha empezado a luchar contra su aparato. Para que pueda acabar esta lucha y asentarse, debe tener la paz social. Si le damos esta paz sin reclamar nada a cambio, evidentemente no nos tendrá que dar nada. Por eso hay que presionar a las autoridades, pero de un modo tal que no sea necesario emplear el terror. Todo lo que ocurrió hasta ahora eran formas de presión: la participación masiva en las misas, las veladas nocturnas, la gran movilización de la sociedad y el entierro mismo, en el que centenares de miles de personas manifestaron su solidaridad con el padre Jerzy y con Solidaridad.

En la atmósfera de seriedad, concentración y oración había, al mismo tiempo, una manifestación clara de la voluntad del pueblo. Se hizo evidente para todos la correlación entre la muerte del padre Jerzy y la situación de ilegalidad en Polonia, la correlación entre la legalidad y la influencia de la sociedad sobre el ejercicio del poder. El movimiento de los comités cívicos contra la violencia y la organización del control social sobre las autoridades son ahora un medio de presión importante y necesario en estos momentos.

es historiador y fundador del disuelto Comité de Autodefensa Social (KOR) de Polonia.

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