Tsedenbal, el veterano dirigente, retirado por una esclerosis progresiva

Yunizhagiyn Tsedenbal, el veterano dirigente que hasta el pasado verano dirigió los designios de Mongolia, parece hoy definitivamente retirado de la vida política, pese a que durante más de 40 años ocupó los cargos más importantes del país, demostrando siempre su fidelidad a la URSS y aliándose con ella en los conflictos con China. Tsedenbal no es mencionado hoy en los discursos oficiales, pero los representantes mongoles responden con naturalidad cuando se les pregunta por el paradero del ex dirigente. "Tsedenbal está muy enfermo. Desde hace bastante tiempo perdía la memoria y el proceso se a...

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Yunizhagiyn Tsedenbal, el veterano dirigente que hasta el pasado verano dirigió los designios de Mongolia, parece hoy definitivamente retirado de la vida política, pese a que durante más de 40 años ocupó los cargos más importantes del país, demostrando siempre su fidelidad a la URSS y aliándose con ella en los conflictos con China. Tsedenbal no es mencionado hoy en los discursos oficiales, pero los representantes mongoles responden con naturalidad cuando se les pregunta por el paradero del ex dirigente. "Tsedenbal está muy enfermo. Desde hace bastante tiempo perdía la memoria y el proceso se agravaba cada vez mas, por lo que se decidió tomar medidas. Ahora está en una institución médica en la URSS y su familia también está con él", señala Jasbazarin Bejbat, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores en Mongolia. "No creo que pudiera volver al poder en sus condiciones", añade.Fuentes residentes en Ulan Bator completan la información. Tsedenbal padece, dicen, una esclerosis progresiva y sin remedio. Paralelamente a la disminución de sus fuerzas físicas aumentaba el poder y la influencia de su esposa, la rusa Anastasia Tsedenbal Filatova, cuya única función oficial era la de presidenta de la comisión del fondo para la infancia. Anastasia, a la que Tsedenbal conoció cuando ella era camarera en un hotel moscovita, aparecía desempeñando funciones representativas cada vez con mayor frecuencia, y ello no gustaba a los mongoles. "Al menos, la esposa de Batmunj es mongola", señalaban con ironía las fuentes residentes.

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